JUEVES Ť 5 Ť ABRIL Ť 2001
Ť El prestigiado escritor mexicano habla de su más reciente libro con La Jornada
Renuncié a algunos talentos para que floreciera en mí el literario: Fuentes
Ť Fue en el Teatro Colón de Buenos Aires donde el narrador se inició en la ópera
Ť ''Los amores desgraciados, por desgracia, son los temas recurrentes en la novela''
CESAR GÜEMES
No era difícil que la nueva novela de Carlos Fuentes tuviera como telón de fondo el mundo de la ópera. El autor de Agua quemada se sabe de memoria los papeles de sus cinco óperas preferidas. Es por eso que los personajes de Instinto de Inez (Alfaguara) transcurren entre la interpretación orquestal y vocal. El escritor pasa ahora por uno de los periodos en que sus protagonistas son mujeres, lo cual lo lleva a aceptar la conclusión de que no hay historia de amor digna de contarse a menos que sea desdichada.
Fanático de la ópera
-ƑDe dónde viene su apego por la música?, Ƒcómo lo ayudó a formarse en tanto varón y escritor?
-Pasé la niñez en Washington, en una época de gran florecimiento del jazz. Oíamos en la radio a las grandes bandas, Miller, Goodman, Dorsey, y los grandes cantantes, Louis Armstrong o Ella Fitzgerald. Todo esto se encontraba en mi vida diaria porque era la época dorada de la radio. Y cuando venía a México, la XEW popularizaba el bolero y la canción ranchera. Así que crecí con Lucha Reyes, la reina total de la canción mexicana; con Lola Beltrán, la Tariácuri y Elvira Ríos, la cantante de boleros más sensual que había. Mi base en ese rubro son la música popular mexicana y la estadunidense.
''Y tuve luego la fortuna de crecer en Buenos Aires. En ese lapso el Teatro Colón era uno de los imanes de la ópera internacional, puesto que no era posible hacer ópera en la Europa ocupada por los alemanes. Muchos artistas eran judíos o demócratas y se habían dado cita en América. Otro de esos polos era el Metropolitan, en Nueva York. Bien, gracias al Teatro Colón me inicié en la ópera. Vi a los grandes directores y cantantes. Así entré al mundo de las óperas de Mozart y Verdi. Con el trabajo de estos virtuosos comencé a degustar y aprender ópera. Soy de tal manera fanático del género que me sé completas, de principio a fin, todos los papeles de La Traviata, El barbero de Sevilla, Las bodas de Fígaro, Don Juan y La bohemia. Es más, tenía un pequeño teatro en mi casa, a los 16 años, y hacía representar a mis muñecos diversas óperas mientras yo las cantaba. Mi pasión por el género es muy profundo y tenía que florecer literariamente en algún momento. Me tomó muchos años, pero lo conseguí: tenía la idea, busqué un tipo de música, específicamente las versiones musicales de Fausto y dentro de ellas la de Berlioz, que no se parece a ninguna otra".
-ƑTuvo posibilidad de hacerse músico, de tocar el piano?
-No, nada. Mi vocación era literaria desde muy joven. Y tuve la inteligencia de saber que algunos talentos deben sacrificarse para que florezca sólo uno, el que nos acompañará toda la vida. Debo decir que era muy buen caricaturista y buen dibujante. Hace poco estuvo en casa Carlos Monsiváis para que le firmara una caricatura que hice de Carlos Pellicer hace 30 años. La vi y pensé que en efecto era buen caricaturista, que podría estar en La Jornada compitiendo con Magú y todos ellos. Llega el momento de elegir su vocación y dice: ''esto es lo que quiero ser y no otra cosa".
-ƑTendrá Instinto de Inez una estructura musical de fondo?
-Posiblemente, pero no de una manera buscada. Quizá algún musicólogo le encuentre una estructura musical, pero no fue mi intención que estuviera basada en un referente de esa índole.
El dominio del machismo
-A lo largo de su obra hay periodos en que se inclina más hacia los personajes masculinos y otros a los femeninos. Es la época, desde Los años con Laura Díaz, en que las mujeres son protagonistas de su trabajo.
-Así es. Cuando uno empieza a escribir novelas que suceden en México, como La muerte de Artemio Cruz, es natural que el personaje central sea un hombre. Vivimos aún, a pesar de los cambios y en ocasiones gracias a un fraile como Abascal, en un país muy dominado por el machismo. Cada vez menos, por fortuna: la presencia de la mujer y el universo femenino se hace más claro en las artes, la política y en todas las actividades sociales. Sin embargo, en el México que crecí el dominio del machismo era absoluto. Artemio Cruz es la encarnación del machismo mexicano más aplastante, la forma como trata a su mujer y sus amantes; su único amor lírico es la Revolución.
''Cuando me preguntaban en aquel entonces por la ausencia de mujeres protagónicas en mis historias, la explicación estaba en que eran muy escasas en esa sociedad. Claro que hubo algunas, como Frida Kahlo, pero el panorama estaba dominado por el machismo. Luego, sabemos también que la 'mamacita' mexicana ha tenido una enorme influencia: frente a la figura de Pedro Armendáriz estaba la abnegada imagen de Dolores del Río o la abuelita vendedora de chocolate, Sara García. Pero no dejaba de ser una sociedad machista en el peor sentido, muy heredera de las tradiciones aztecas, que eran misóginas, de los árabes que mantenían a las mujeres en un harén y de los españoles: la mujer en su casa y con la pata rota, filosofía que es la de Abascal, finalmente".
''Bueno, ya no voy a mencionar a Abascal. Sigamos con lo literario: gracias a la evolución social en México es como pude llegar a una novela como Los años con Laura Díaz, que traía cargando conmigo desde hacía algún tiempo. Ese es un homenaje a mis abuelas, a su carácter valiente. En la más reciente novela creo que el personaje dominante es Inez, mientras que Atlan-Ferrara sólo pone a su disposición ciertos elementos de la música que le permiten a Inez dominar un tiempo al que él no puede acceder, el tiempo en donde ella encuentra al hombre que sería imposible tener en el ámbito de Atlan-Ferrara."
-ƑSería exagerado o reduccionista decir que Instinto de Inez es una novela de amor?
-No. Decía Gonzalo Celorio que sólo es posible escribir novelas de este tipo cuando hablamos de amores desventurados. Imaginemos que Romeo y Julieta se casan, reconcilian a Montescos y Capuletos, tienen muchos hijos y viven felices: sencillamente no habría obra de Shakespeare. Los amores desgraciados, por desgracia, son los temas recurrentes en la novela.
-ƑA qué se debe que el cierre de esta novela se dé en Cartagena de Indias?
-Estaba allá porque decidí pasar el tránsito del 99 al 2000 con Gabriel García Márquez, mi viejo amigo. Estuve en el Hotel San Carlos, un precioso sitio colonial en donde empleaba las tardes en retocar y concluir Instinto de Inez. Regresé de Cartagena en enero de 2000, con la novela terminada.
-El hecho de que sus trabajos se ubiquen en los apartados que ahora conocemos, Ƒquiere decir que en la primera madurez tenía claro el proyecto narrativo completo?
-Sí, eso tiene que ver con José Clemente Orozco. Estaba en New Hampshire, donde Orozco pintó los murales de la Biblioteca Baker. Allí, durante un enero helado en el que no había más que nieve, empecé a imaginar lo que luego sería Cristóbal Nonato, en particular la escena de una pareja haciendo el amor en las playas de Acapulco. Me dije: qué ganas de estar ahí y en esas circunstancias. En New Hampshire y en esa época comencé a urdir un orden para mi obra literaria y a preguntarme cuáles eran los autores que más pesaban en mí: Cervantes, Faulkner y Balzac. La idea de cómo ordenaron sus libros en torno de un tema o de una línea temporal, me permitió pensar en una estructura en la cual pudiera situar mi trabajo literario. Llevo 22 obras de ese proyecto y me faltan siete.
-Dentro de las imágenes que lo acompañan en su estudio, además de las fotografías personales o familiares, prácticamente sólo está Julio Cortázar presente.
Se levanta. Va presuroso por un cuadro que tiene justo en la parte donde escribe. Regresa. Finaliza la conversación con la imagen en sus manos mientras dice:
-Aquí está un retrato precioso que tanto García Márquez como yo tenemos colgados en nuestras casas, para que se vea que no sólo tengo a nuestro adorado Julio. Es un retrato muy notable, uno de los últimos de Alejo Carpentier al que acompañamos Gabriel y yo. Los dos lo tenemos en nuestro estudio y ambos lo apreciamos en todo lo que vale.