Jornada Semanal, 1o. de abril del 2001 

Manuel Martínez Morales

El virtual José Revueltas

Presentación

Veinticinco primaveras atrás, un 14 de abril, José Revueltas (1914-1976) cerró los ojos para siempre. Vivió intensa, combativamente, y escribió de la misma manera. Ha llegado el momento de volver a considerar su vasta obra, recopilada y publicada con una buena parte de inéditos en Ediciones Era, poco después de su muerte. Las nuevas generaciones decidirán en qué purgatorio terrenal o virtual permanecerá en el futuro...

Convocamos a estudiosos y familiares de este autor para celebrar este cuarto de siglo de ausencia. Manuel Martínez nos invita a leerlo virtualmente gracias a un Cd-rom; Edith Negrín habla de su vida cotidiana y matrimonial a través de los ojos de Olivia, su primera esposa; su tercer hijo, Pablo, nos libra sus recuerdos de niño y adolescente; Luis Marentes estudia los fenómenos narrativos de resistencia en El apando; Javier Durán analiza la problemática chicana en su obra; Rafael Vargas se interesa en los cuentos de Material de los sueños, y ofrecemos el prólogo a la segunda edición de sus Conversaciones (compilación de entrevistas).

Andrea Revueltas y Philippe Cheron

El libro se abre con las intensas notas de una composición de Revueltas –Silvestre– presentando simultáneamente imágenes de Revueltas –José. Trato de imaginar lo que el escritor diría sobre los multimedia, sobre el traslado de su obra del tradicional libro impreso en papel a la versión digital, con textos, sonido e imágenes en movimiento. Un libro digital, como el que ahora veo, leo y escucho a través de mi computadora, bien puede ser denominado libro virtual puesto que su contenido no se nos presenta, en lo inmediato, en una forma palpable; su forma material existe sólo virtualmente expresada en un conjunto de bits –las intangibles mónadas del ser digital– almacenados en un medio apropiado: la memoria ram de una computadora o la bruñida superficie de un disco compacto (Cd-rom). La recuperación de su contenido, la aparición del libro propiamente dicho, sólo puede lograrse mediante una compleja tecnología que, si lo meditamos un poco, parece operar mágicamente: para ver y escuchar el libro digital tenemos que manipular aparatos, de cuyo funcionamiento entendemos casi nada, y presionar ciertos botones. Si no se sigue la prescripción en el orden adecuado, los exigentes dioses de la cibernética jamás responderán a nuestro llamado.

Pero gris es toda teoría y verde es el árbol de oro de la vida. La DGSCA (Dirección General de Servicios de Cómputo Académico) de la UNAM ha producido la versión digital de Los días terrenales, basada en la edición crítica de la novela de Revueltas. Según indican los coordinadores (Andrea Revueltas y Philippe Cheron), esta versión digital de una de las más polémicas obras del escritor no pretende reemplazar a la obra impresa, sino completarla y aportar sus ventajas propias: conjunción en un solo soporte de textos, imágenes, videos, sonido, con menús disponibles en cada momento, hipervínculos que permiten navegar a voluntad en el texto de la novela y sus paratextos. Este libro digital ofrece varios fragmentos del video de Julio Pliego, imágenes de los borradores de la novela con su transcripción literal, ejemplos de los manuscritos originales, cronología ilustrada, bibliografía con búsqueda por título o palabra clave, etcétera.

De hecho, el carácter virtual del libro digital es compartido por el libro impreso, ya que la naturaleza material de éste –manchas de tinta sobre papel– en esencia nada dice a quien no sabe leer; es decir, al contenido del libro sólo se llega mediante el ritual de la lectura. Hay otra forma de virtualidad en los libros, apuntada por Gabriel Zaid en Los demasiados libros, pues al momento de ser leídos los autores en cierta forma cobran presencia ante el lector, es decir, re-viven, despiertan de su sueño virtual: el libro encierra virtualmente al escritor, quien recupera su voz y se dirige al maravillado lector que lo interroga desde su propia lectura. Por otra parte, hay quienes advierten de los peligros que entraña la supremacía de la imagen sobre la palabra, que en el caso de la comunicación televisiva lleva a un ver sin entender que deteriora el pensamiento abstracto y acaba con las ideas claras contribuyendo a afianzar aún más la enajenación del hombre. La aparición de la tecnología multimedia trae consigo nuevos riesgos. En Homo Videns, Giovanni Sartori escribe: “El nuevo soberano es ahora el ordenador [computadora]. Porque el ordenador (y con él la digitalización de todos los medios) no sólo unifica la palabra, el sonido y las imágenes, sino que además introduce en los ‘visibles’ realidades simuladas, realidades virtuales... La llamada realidad virtual es una irrealidad que se ha creado con la imagen y que es realidad sólo en la pantalla.” Obviamente Sartori se refiere a la creación y no a la reproducción de sonidos e imágenes, aun cuando es posible construir realidades virtuales mezclando lo real y lo imaginario en una medida tal que resulta casi imposible distinguir una dimensión de la otra.

Sin solazarnos en la gris teoría, pero recurriendo a ella a través del pensamiento dialéctico de Revueltas, es posible
encontrar elementos para entender el carácter contradictorio de la tecnología multimedia. En alguna parte de su Dialéctica de la conciencia, el escritor nos avisa que
 

el hombre es un ser inmerso en una tupida, complicada, abrumadora red de relaciones y correlaciones ajenas, que se manejan y funcionan al margen de su voluntad y sobre las que no se puede ejercer, como individuo, sino una influencia mínima, sin significación y, en todo caso, mediante una acción reglamentada y consensual. Para el hombre cotidiano, el “mundo de los hombres” se reduce al mundo de sus relaciones inmediatas y fácticas y no se detiene a explicarse las relaciones abstractas con las que entra en diario contacto, si no hay una exigencia utilitaria para ello. Por ejemplo, escribe una carta, la sella y la deposita en un buzón postal, pero con ello no asume el extraordinario mecanismo con que funciona el sistema de correos.


De la misma forma, encendemos la PC más próxima, oprimimos botones en secuencias determinadas y aparece el virtual José hablando sobre asuntos políticos; otro clic y escuchamos en su propia voz fragmentos de El luto humano. Lo hacemos sin reparar en la complejidad del sistema que da origen y sustento a la tecnología que hace esto posible; complejidad de las formas y relaciones de producción, de reproducción, de generación y apropiación de conocimientos y su concreción técnica en una sociedad en que sigue privando la explotación y la sujeción de unos hombres por otros.

Volviendo al verde ramaje del árbol de oro de la vida, digamos que el mundo virtual es de quien lo trabaja y, en verdad, el trabajo cristalizado en el cd sobre Los días terrenales es un espléndido fruto. Debo confesar que me conmovió profundamente no sólo ver y escuchar a José Revueltas –aun tras el cristal divisor de la realidad real y la virtual– sino también leer textos enriquecedores que complementan el texto central y que no son fáciles de conseguir en forma impresa. Hay en el cd imágenes de los manuscritos de los que derivó la novela, recordándonos que había tiempos en que los escritores escribían a mano y con letra manuscrita. El trabajo técnico, coordinado por Sylviane Levy y realizado por María Dolores Mendoza, es excelente, pues se logra enlazar la imagen, la voz, la historia, los textos, en una unidad que no se lograría por otros medios.

Sigo preguntándome qué diría José Revueltas sobre su resurrección virtual en multimedia. Acaso sonreiría y comenzaría su análisis: “Compañeros, déjense de pendejadas, la realidad virtual no es como la pintan ni todo lo que brilla es oro, recordemos que Goethe...”