DOMINGO Ť 1Ɔ Ť ABRIL Ť 2001
Ť Sólo se vendieron 14 de 88 lotes
Finaliza subasta de arte sin cumplir expectativas
La noche del viernes resultó ser para la Magna Subasta, el acto cumbre de la primera Feria Internacional de Arte y Antigüedades, de poca suerte y mucho esfuerzo. Todo se encontraba listo para la recaudación de fondos destinados a la preservación del patrimonio cultural del Centro Histórico; sin embargo algo sucedió que no se cumplió con la meta deseada.
Los jardínes del Museo Franz Mayer fueron el marco idóneo para albergar la enorme colección de obras de los siglos XVII, XIX y principios del XX, piezas de indudable valor artístico y mobiliario de gran interés, proporcionadas por algunas de las galerías y casas de antigüedades más importantes del país, así como por algunos coleccionistas privados.
Entre las maravillas que se podían contemplar se encontraban por ejemplo las Cartas de Viaje a Nahui Ollín, escritas por el Dr. Atl en dibujo sobre papel del siglo XX; una colección de tejidos navajos del siglo XIX, titulada Tejido por las abuelas y proporcionada por el Museo Nacional Indígena Americano. O bien, un clavicordio del siglo XVII, decorado a base de instrumentos musicales, con motivos vegetales en oro y escenas de la antigua Roma y personajes galantes; que por cierto, se subastó en 50 mil pesos y nadie lo llevó.
Fueron 88 lotes los que se subastaron, entre joyas, pinturas, muebles, maderas, libros y bronces; sin embargo, sólo 14 se vendieron. "No ha sido una noche de suerte, pero sí de mucho esfuerzo", dijo el anticuario Mario Uvence Rojas, quien fungió como el subastador oficial de la noche y que a pesar del ánimo con el que manejó el transcurso de la subasta, algo extraño sucedió con los compradores.
Al filo de las 21 horas, el auditorio Pedro López, del Museo Franz Mayer, se encontraba casi en los límites de su capacidad y ya se podían escuchar las palabras de bienvenida y agradecimiento a todos los presentes: un reducido grupo de afortunados a los que la crisis económica aún no les hace mella: anticuarios, artistas, intelectuales y coleccionistas.
De los lotes que pudieron subastarse, la mayoría se vendió al costo original, con excepción de una jarra de plata para agua, que data de 1950, de origen mexicano; un florero francés de los años 30; el libro El registro de los trescientos, 1951, del duque de Ortanto.
De ahí en fuera, transitaron por nuestros ojos más de 80 piezas de gran valor, sin que por ello conmovieran los bolsillos de la aristocracia. Llamó la atención la falta de interés de una obra, cuya presencia "marca el prestigio de esta subasta", decía Uvence. El óleo sobre lienzo del pintor español Joaquín Sorolla y Bastida (1863-1923), El Baño; pintada entre 1889 y 1900, obra perteneciente a la serie de cuadros, bocetos y estudios previos que Sorolla realizó para su famosa composición Triste herencia. ANGELICA RUIZ/TODO CULTURA