DOMINGO Ť Ť ABRIL Ť 2001

Ť El caballero de la salsa inundó de ritmo el lugar

Lleno total en el Salón 21 por la presentación de Gilberto Santa Rosa

JAIME WHALEY

El sólo anuncio de la presencia de Gilberto Santa Rosa fue suficiente para que el amplio Salón 21 se colmara el viernes hasta el tope total para dar cabida a miles de sus ávidos fans que bailaron hasta el cansancio.

Esta vez los habitúes del 21, las chicas y chicos tecs y las chavas y chavos de la Ibero, que aunque por ahí andaban pero no en las cifras de costumbre, dejaron su lugar a una heterogénea concurrencia que algunos críticos o mejor dicho criticones, con ojo sociológico, no alcanzaron a definir.

La mezcla era de amplio espectro, ya las jovencitas muy emperifolladas para ir, quizas, por vez primera al anhelado 21, que lo mismo el personal secretarial de las muchas factorías del rumbo escoltadas celosamente por sus acompañtes, que no las sueltan ni para ir al baño, gente, a lo mejor, del departamento de contabilidad.

Imposible fue acercarse al proscenio. La masa humana de aquellos que querían estar cerca del músico borinqueño se compactó hasta casi la mitad de la duela por lo que el espacio para las evoluciones que hoy día son inseparables a la hora de darle movimiento al cuerpo se vio negativamente afectado.

Desde el anuncio inicial gilberto santa rosadel locutor de que ''en breve estará antes ustedes El caballero de la salsa romántica'', la multitud se agolpó hasta el frente y no hubo poder para deshacer el nudo y ya Santa Rosa a las voces clásicas de un, dos, tres, así en español, da órdenes a la docena de filarmónicos para que hagan estallar sus instrumentos y šbrrrommmš ya retiembla y rebota hasta atrás el sonido que escupen las potentes bocinas poniendo en serio riesgo a los afanosos cantineros que despachan las botellas -las llenas, desde luego- y las bebidas, pues la numerosa colección de botellas vacías que hay en tres hileras de anaqueles, empieza a vibrar con peculiar zumbido y los empleados empiezan rapidamente a hacerlas para atrás en escena chaplinesca que no fructifica cabalmente pues uno de los envases cae sin que cause daño alguno.

Ya se escuchan los acordes de Déjate querer y no hay más remedio que el que las parejas invadan el pasillo del fondo que es de duela y a darle lustre al piso que para eso han venido.

El rubicundo Santa Rosa dedica la siguiente a todas aquellas parejas que estén en su primera cita que, a juzgar por los brazos alzados, no son muchas y ya canta ''sólo te pido que salgas conmigo''.

Los giros dancísticos retornan con la conocida Que manera de quererte, que manera... y así se van desgranando las creaciones del boricua que fue nominado para el primer Grammy latino; en tanto que los del ojo crítico o la mirada criticona centran su atención en atractiva dama de aspecto nórdico, ya madura como fruta lista para devorarse, ataviada en pantalón y breve playera que no le cubre su bronceado torso que no deja de bailar con destreza y se hacen preguntas sobre su origen y tristemente descubren que es francesa al momento que se quedan como el perro de las dos tortas pues ya llegó un intrépido que sin mayor cuestionamiento ya se la llevó a la pista.