DOMINGO Ť Ť ABRIL Ť 2001

José Antonio Rojas Nieto

Petróleo y economía

La suerte de los ingresos y egresos fiscales de este año se juega en tres cartas: 1) el nivel de la actividad económica; 2) el precio que registre la mezcla mexicana de exportación; 3) el éxito en esa lamentable reforma fiscal impulsada por el nuevo gobierno. Sin alteraciones en el precio presupuestado para el crudo mexicano de exportación (18 dólares) y sin cambios en las leyes fiscales, los ingresos sólo dependen del nivel de crecimiento del producto. Pero las estimaciones de éste nivel -luego del primer trimestre del año- continúan bajo intenso debate, entre otras cosas porque aún no se resuelve la discusión sobre la profundidad del decaimiento económico en Estados Unidos y sus efectos para un economía mexicana abierta, en la que la suma de importaciones y exportaciones al vecino país ya representa más del 50 por ciento del producto, cuando hace veinte años -en pleno boom petrolero- apenas representaba poco más del 15 por ciento. Oficialmente no se ha modificado la estimación de 4.5 por ciento de crecimiento. Y, sin embargo, analistas y firmas de estudios macroeoconómicos ya hablan de 3.0 por ciento o aun menos, justamente por el menor dinamismo económico estadunidense y la baja de la demanda interna que pudiera venir si hay cambio fiscal en abril. Respecto ala economía vecina, las estimaciones más conservadoras de la desaceleración señalan tasas de crecimiento del producto para el año 2001 de apenas 1.5 a 1.6 por ciento, cifras muy bajas luego de cuatro años de más de 4.0 por ciento de crecimiento anual y -todavía más- de nueve años con una tasa media también anual del 3.8 por ciento.

Respecto a lo segundo - el precio del crudo - es útil indicar que, efectivamente, esta dinámica económica estadunindense podría conducir a pensar que el crecimiento de la demanda de petróleo en el vecino país será mucho menor a la registrada en el año que acaba de concluir. Y, sin embargo, las primeras estimaciones muestran algo distinto. Con un crecimiento de 5.0 por ciento en el producto nacional estadunidense en el año 2000, la demanda de crudo prácticamente se estancó. Hubo una respuesta casi inmediata al alto precio por lo que la demanda anual se mantuvo en un nivel cercano a los mismos 19 millones 520 barriles al día consumidos en 1999. Curiosamente se espera una mayor demanda este año, pues pese al bajo crecimiento de la economía, se estima un menor precio y -acaso algo más significativo- un mayor consumo vinculado al alto precio esperado del gas natural para este año, pues se prevé que algunosomuchos consumidores de gas que puedan cambiar a petrolíferos lo hagan, al menos durante los próximos doce o dieciocho meses.

Así, a pesar de que la desaceleración -o crisis, ya veremos- de los vecinos, pudiera representar un menor dinamismo económico para México, el comportamiento particular de la estructura del consumo de petrolíferos, gas natural y, en cierto sentido, de electricidad (con un consumo creciente de gas natural) permite pensar en un precio para la mezcla mexicana de exportación superior a los 18 dólares estimados en el presupuesto, siempre y cuando Pemex no abra irracionalmente las llaves, como lo hizo de diciembre a febrero (ya bajo este nuevo gobierno que presume de ser más cuidadoso y racional) cuando con una demanda estacional menor a lo esperado se elevaron las exportaciones 250 mil barriles al día, siguiendo el regresivo comportamiento que tuvo el gobierno anterior en noviembre. No en balde este viernes la mezcla mexicana cerró a poco más de 18 dólares por barril con lo que registró un nivel muy similar en marzo, inferior al de enero y febrero ( 21 y 20 dólares), para un promedio trimestral cercano ligeramente inferior a los 20 dólares. No obstante, si se cuida el nivel de la producción mundial, es decir si opera bien la reducción de la producción OPEP y si, efectivamente como parece ser, se efectúa el cambio en la estructura de la demanda de combustibles en Estados Unidos, podemos esperar un precio mayor en el año, no sólo al presupuestado sino al del primer trimestre. La OPEP sigue haciendo todo -y parece hacerlo muy en serio- para que su canasta no baje de los 22 dólares, lo que permite pensar en una tope mínimo para la mezcla mexicana de 20 dólares, aunque bien pueden ser ligeramente mayor. En cualquier caso es posible esperar ingresos presupuestales mayores a los estimados con 18 dólares por barril. Y esto a pesar de lo nocivo del hecho de excesiva gravación petrolera, como tantas voces comentan ya hoy en día.

Un breve comentario final sobre la tercera carta en la que se juegan los ingresos y egresos fiscales de este año, la de la reforma. Acceder a un volumen creciente de ingresos vía impuestos al consumo puede representar, efectivamente, mayores ingresos inmediatos. Pero no está claro que este cambio drástico en la práctica fiscal mexicana, puede constituir la anhelada reforma fiscal de fondo, como ya lo argumentan los personeros gubernamentales dedicados a las finanzas públicas, curiosamente apoyados por banqueros y empresarios que hoy se presentan como víctimas de los bajos ingresos fiscales, que los obligan a sólo prestar prácticamente al gobierno (70 por ciento este año).

No habrá reforma de fondo hasta que se graven las actividades especulativas, rentistas y financieras, y se desgrave a la industria petrolera dando oportunidad a que se refuercen financieramente las empresas estratégicas del Estado -petróleo, refinación, petroquímica y electricidad- y permitiendo con ello que no se debilite un Estado cuya fortaleza es imprescindible para negociar las mejores condiciones de inserción a una nueva economía mundial, en la que -como se nota fuertemente en el ambiente- pululan, sí, pululan rentistas y especuladores que buscan el control de áreas que prometan alta rentabilidad y ganancias extraordinarias durante un buen tiempo, precisamente las áreas estratégicas señaladas por la Constitución en el 27, convertidas hoy en claro objeto obscuro de su deseo. Claro porque no ocultan su ansiedad; y obscuro por aquello del color del petróleo. Ni más ni menos.

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