domingo Ť Ť abril Ť 2001

Rolando Cordera Campos

Las horas de Midas

El país tiene que salir, y pronto, de las ligas menores fiscales, en las que se ha mantenido a lo largo de los años, para por lo menos instalarse en las intermedias, donde juega América Latina

Consolidación y desarrollo: bajo este lema se reunieron los banqueros en Acapulco, rindieron honores al gobierno, apoyaron al secretario de Hacienda y dieron fe de su fe en México. Todo por nada, sin intereses.

Vale la pena usar el lema de esta reunión anual de la banca para preguntarnos por lo que pasa con la política, con los nuevos intereses y activos que también ahí se mueven. En lo político, consolidación debería querer decir hoy concierto; no unanimidad ni consenso a diario, pero sí disposición para deliberar, acordar y actuar luego en consecuencia. Las pruebas inmediatas para que podamos creer en esta consolidación están a la vista, sin que se pueda decir que será aprobadas.

De una parte, tenemos la iniciativa de reforma constitucional de la Cocopa, a la que ya podemos empezar a llamar así y no "ley Cocopa", entre otras cosas porque eso vendrá después y será ahí donde irrumpan los detalles del diablo. No tiene caso comer ansias, pero las consecuencias de una reforma como la propuesta siguen en el horizonte y será en los estados donde se vea sus implicaciones últimas. Nada está escrito por adelantado, salvo el conflicto inevitable por la propiedad, la tenencia y la equidad social...y de género.

En el otro flanco, como se anunció en Acapulco, está la reforma fiscal, que no necesita cambiar de nombre. El país tiene que salir, y pronto, de las ligas menores fiscales, en las que se ha mantenido a lo largo de los años, para por lo menos instalarse en las intermedias, donde juega América Latina. Nada se hará en la construcción de una ciudadanía y un orden democrático con una fiscalidad grotesca como la actual. Sin embargo, como no se dijo ni admitió en Acapulco, en materia de equidad y pobreza seguimos en el sótano y desde ahí vendrán reclamos y renuencias que el argumento financiero no puede ignorar, pero para el cual no ha podido esbozar respuesta alguna creíble y aceptable. El mal año para México que pronosticara el secretario de Hacienda, puede serlo también para él si no se esmera y asume que los trucos del arcón hacendario necesitan ya de un buen recambio.

En la política, el desarrollo que buscan los señores del dinero debe querer decir partidos maduros, capaces de agregar y representar intereses y de estudiar y normar una realidad que no acepta tranquila la normalidad que se insiste asociar con la democracia incipiente con que México cuenta. Algo de esto se asomó en estas semanas intensas, al calor de la cuestión indígena, pero para celebrarlo sin festinarlo todavía hay mucho trecho. Ni la buena voluntad civil, ni la habilidad de los políticos mostrada en la Cámara de Diputados, son suficientes para remover los diques mentales de un racismo y un clasismo que está hoy a flor de tierra, bajo el pasamontañas del rigor jurídico.

Más allá de sus propios méritos y activos, el desarrollo y la consolidación políticos requieren de una evolución económica sostenida y robusta, que ofrezca empleo e ingresos. Y de esto no hay hoy, y en el pasado ha habido poco, muy por debajo de lo que se requiere para acumular para las vacas flacas.

Y es aquí que volvemos con los émulos de Midas. Una economía como la que ha surgido en México en los últimos lustros, necesita de una voluntad de riesgo y de cooperación entre los actores económicos y sociales que es inconcebible sin la banca. Su papel es crucial e insustituible, salvo a costa de crecientes dislocaciones en las finanzas nacionales y de cargas abusivas sobre las cuentas externas del país. Y es por ese camino por el que hemos andado ya por mucho tiempo.

En Acapulco quedaron tendidas en la playa muchas preguntas sin respuesta. Por ejemplo: ƑCuándo habrá una banca cuyas ganancias provengan del crédito que otorga y no de la deuda pública? ƑCuándo una banca comprometida con la industria pequeña y mediana y no sólo con "unos cuantos", como reconoció Rangel Domene, que hoy ocurre?

Si la política despeja incertidumbres, como con el EZLN o Yucatán (aunque ahí vienen de nuevo los pejes), habría que decir que la pelota está ya en la cancha de la economía. Lo que no hay que olvidar es que no habrá buena economía, consolidada y en desarrollo, sin banca y banqueros potables. Y eso todavía está por verse. Los buenos lemas no hacen verano. Ť