DOMINGO Ť 1Ɔ Ť ABRIL Ť 2001
Ť Esperan hoy el arribo de la caravana a San Cristóbal
La llegada de zapatistas a Juchitán se convirtió en un asunto de todos
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
Juchitan, Oax., 31 de marzo. En su discreto y casi inesperado paso por esta ciudad istmeña, la caravana zapatista fue recibida con flores y aires de fiesta en la casa donde se hospedarían los comandantes. No hubo recepción oficial, mitin ni nada parecido, pero toda la ciudad se enteró. Era sábado, así que la plaza central estaba circundada de vendedoras de flores. Las patrullas de caminos, autobuses y carros de periodistas y sociedad civil cruzaron rápidamente el centro y llegaron a la Casa de la Cultura, donde "aquí van a quedar", les dijeron.
Los 300, y algunos más, delegados del Congreso Nacional Indígena, estudiantes y una variada sociedad civil que acompañan la caravana desde el Distrito Fedral, quedaron en la iglesia contigua. Del campanario blanco de San Vicente Ferrer caía una larga manta que llegaba al suelo, con los 24 nombres de la comandancia zapatista que visita Juchitán por segunda ocasión en menos de un mes.
Con movimientos discretos, los integrantes de la marcha por la dignidad indígena se instalaron en los alrededores del templo, que por hoy quedó cerrado al público. Su atrio sería en la noche lugar de baile y celebración. En la tarde fue sólo de ajetreo.
En la radio Binni'gulasa, que transmite en la plaza central, "por un mundo socialista y humanista" en este municipio que gobierna la izquierda, es decir la COCEI, se saludaba a los "hermanos zapatistas" y ponía música para los niños que salieron a pasear. Durante el día, esta misma estación (independiente del ayuntamiento coceísta-perredista) transmitió completos los discursos de los zapatistas y el CNI en el Congreso de la Unión.
El estado de Oaxaca quedó tocado por el zapatismo. Juchitán es sólo el extremo de la mecha. Pero hasta el centro del poder estatal llega el impacto. La radio estatal transmitió a lo largo del día spots con la voz del gobernador José Murat exaltando las obras de su administración. Una cosa "muy suelta, de ciudadano a ciudadano", como estilan ahora entre los políticos de la era foxista, aunque sean del PRI, como en este caso.
"Nadie tiene derecho de continuar postergando la solución a los problemas de los más de 10 millones de indígenas", decía Murat, no obstante que cuando asumió el Ejecutivo estatal intentó echar atrás la legislación en materia indígena que, incompleta como es, significa un logro del movimiento indio oaxaqueño, y no una concesión graciosa del gobierno anterior.
Todas las organizaciones indígenas independientes del estado, que en su conjunto representan la mayoría de los pueblos indios, pertenecen al CNI. Ya nadie puede gobernar aquí sin tenerlo en cuenta.
Y no sólo eso. Murat se jactaba en la radio de haber estado presente en la "histórica" sesión en San Lázaro, "donde la comandancia zapatista hizo escuchar a los legisladores las demandas indígenas". Todavía hace pocos meses hubiese sido impensable escuchar a un gobernador priísta, y no precisamente de los "blandos", presumir que él también estuvo con los zapatistas. Y de paso arremetía contra "los retardatarios que se niegan a reconocer a quienes llevan la bandera del progreso". Vivir para oír.
La llegada de los zapatistas a Juchitán era asunto de todos, por simpatía o curiosidad. La noticia se extendió en minutos. Una joven que atendía una nevería salió del establecimiento y preguntó a unos periodistas que íbamos pasando: "ya está aquí Marcos, Ƒverdad? ƑY saben ustedes dónde lo van ba hospedar?". Cuando saliera del trabajo, pensaba darse una vuelta. Y así como ella, muchos juchitecos se dejaron caer esta noche a celebrar el éxito de la marcha "del color de la tierra", que también es de ellos.
Este domingo se espera que la marcha sea recibida en su punto de partida, la ciudad de San Cristóbal de las Casas, a un día de aquí por carretera. El atardecer rosa y amarillo de Juchitán brindó pues el penúltimo cobijo a los viajeros indígenas. Para los juchitecos, que saben de luchas y resistencias, y también de triunfos, empieza a volverse costumbre encontrarse con los zapatistas, que en sus viajes por México han descubierto que muchas casas son su casa. Juchitán, por ejemplo.