VIERNES Ť 30 Ť MARZO Ť 2001
Ť Critican en simposio internacional conceptos y procedimientos oficiales
Expertos y funcionarios señalan que para atacar la pobreza primero hay que estudiarla
Ť Sondeo revela que 16 productos de la canasta básica son innecesarios para 50% de consultados
ALMA E. MUÑOZ
Entre académicos, representantes gubernamentales y analistas de política social quedó claro que la disminución de la pobreza requiere de la detección, cuantificación, incidencia e intensidad del fenómeno para el diseño de políticas oficiales, donde se considere la necesidad de implementar acciones en su contra, pues su presencia, incluso, puede plantear problemas de seguridad nacional.
Lo anterior es resultado de los trabajos finales del simposio internacional Pobreza, Conceptos y Metodologías, en el que la parte oficial buscó unificar criterios para realizar un diagnóstico adecuado sobre quiénes son los pobres, dónde viven y en qué trabajan.
En ese marco, Julio Boltvinik dio a conocer los resultados preliminares de la encuesta Percepciones de la población urbana sobre las normas mínimas de satisfacción de las necesidades básicas, elaborado por el académico de El Colegio de México junto con miembros de la Universidad Iberoamericana y la Procuraduría Federal del Consumidor. Los resultados del sondeo aplicado en 2 mil 500 personas de 18 ciudades, en busca de sopesar el impacto de una canasta básica, reflejó que más de 50 por ciento de los encuestados considera como "no necesarios" 16 productos incluidos en la misma, mientras que 93.1 ubicó a la televisión como "necesaria", el 92.8 al refrigerador y 70.1 la lavadora.
Para académicos y servidores públicos, a México le falta un criterio común para medir la pobreza y es difícil, a partir de los diagnósticos presentados, ofrecer un panorama unitario respecto de la presencia de este flagelo dentro de la sociedad mexicana, pues las cifras pueden ir desde 14.1 hasta 91.2 por ciento, cuando se habla de pobreza moderada y en caso de la extrema, de siete a 60.5 por ciento de la población nacional. Tan sólo para el gobierno hay 44 millones de mexicanos pobres y 18 millones, en pobreza extrema.
Elementos oportunos
Una de las metodologías más criticadas fue la llamada "línea de pobreza", mediante la cual el Estado establece las políticas de atención inmediata, aunque no cuente, a decir de los especialistas, los efectos que sobre la incidencia tienen los bienes públicos y los distribuidos por el gobierno, como son los casos de educación y servicios de salud.
Rodolfo Tuirán, secretario del Consejo Nacional de Población, hizo énfasis sobre la ausencia grave de metodología para medir la pobreza y consideró que el momento oportuno para una redefinición entre el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática y los usuarios respecto al calendario de entrega, los productos que elabora y los conceptos para el diseño de fuentes de información, que ofrezcan elementos oportunos para el diseño de políticas públicas.
Según Enrique Hernández Laos, de la Universidad Autónoma Metropolitana, de los análisis presentados durante dos días de trabajo resaltan tres sugerencias para paliar la problemática:
Que la Secretaría de Desarrollo Social convoque a la formación de un taller de especialistas, donde converjan tanto académicos como funcionarios de los poderes Ejecutivo y Legislativo encargados de las políticas económicas y sociales para preparar una "metodología consensuada" que defina los estándares y los métodos más adecuados para medir la pobreza en el país, con base en los niveles de desarrollo y "nuestra propia realidad económica y social".
A partir de ello, el Presidente de la República encargue a un organismo descentralizado -que podría ser el INEGI- aplicar ese esquema bajo la supervisión de un comité compuesto por los especialistas y finalmente, esa entidad publicar un informe anual sobre la incidencia e intensidad de la pobreza en México, el cual serviría para evaluar los efectos de las políticas económica y social aplicadas en el país, así como la efectividad de las acciones orientadas para aliviarla.
En su oportunidad, Julio Boltvinik informó del inicio de una línea de trabajo que "ayudará a conocer mejor las normas que actúan de manera efectiva en la vida de la población, determinando lo que necesitan y no necesitan. Esto significa acercarse a la población para conocer lo que piensa al respecto".
Mediante la aplicación de la encuesta Percepciones de la población urbana sobre las normas mínimas de satisfacción de las necesidades básicas, el académico obtuvo:
Rubros de la canasta no considerados necesarios por unas mil 250 personas: calzón de hule (bebé), transporte de carga (mudanza), maquillaje, café, buró, artículos deportivos para adultos, bicicleta, manteca, audio casetes con música grabada, aretes y collares de fantasía, ir al cine, teatro o espectáculos, hacer fiestas o reuniones en casa, revistas para adultos, dulces, postres, refrescos y bebidas alcohólicas.
Aspectos no incluidos, que más de 50 por ciento de los participantes consideró necesarios, de consumo privado: automóvil, camioneta o similar; teléfono familiar, calentador de agua, televisión a colores (en vez de blanco y negro), ventilador (no sólo en climas cálidos), reloj de casa, sartenes con teflón, champú, agua de garrafón, pomada para rozaduras, hilo dental, sandalias o pantuflas, abrigo, pijama para hombres, pañuelos desechables, ropa para ocasiones especiales (adulto), impermeable (adultos y niños), paraguas (adultos), carreola para bebé, loción para después de afeitar, escritorio exclusivo para estudio o trabajo.
De consumo público o privado: atención a los hijos de mujeres que trabajan, exámenes médicos periódicos, lentes para los que no ven bien, aparatos ortopédicos, aparatos para los que no oyen bien, seguro de vida, invalidez e incapacidad, métodos anticonceptivos para las parejas, preparatoria como mínimo educativo, dos semanas como normas de vacaciones y dos días como norma de descanso semanal.