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México, D.F. jueves 29 de marzo de 2001
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Editorial
 

SEÑALES DE PAZ EN EL CONGRESO

SOLLa participación de los comandantes zapatistas y representantes del Congreso Nacional Indígena (CNI) en la Cámara de Diputados, que no es otra cosa que la casa del pueblo, abrió finalmente la posibilidad real de restablecer el diálogo para alcanzar la paz con justicia y dignidad en Chiapas. 

"A una señal de paz, no responderemos con una señal de guerra", afirmó la comandante Esther en una clara señal de que los zapatistas no han soslayado las acciones de quienes, como el presidente Fox y los partidos políticos, con excepción del PAN, han demostrado creer en el camino del diálogo como única vía de pacificación.

Desde el primer día de enero de 1994, cuando el EZLN se levantó en armas, no se había logrado un avance tan significativo para resolver el conflicto y mucho menos se abrió un espacio tan importante para la reflexión y el análisis de la problemática indígena nacional.

Como ejemplo, a unas horas de haber concluido el encuentro en San Lázaro, se llevó a cabo el primer encuentro formal entre Fernando Yáñez, designado correo oficial de los zapatistas, con el comisionado para la paz, Luis H. Alvarez, quienes acordaron reiniciar las conversaciones para programar un posible viaje a Chiapas para certificar el repliegue del Ejército de las siete posiciones de influencia y verificar el proceso y cumplimiento de las otras dos señales solicitadas por el EZLN que aún se encuentran pendientes: la liberación de todos los presos zapatistas y la aprobación del proyecto de reforma constitucional en materia de derechos y cultura indígenas. 

Lo sucedido ayer en el Congreso, donde los indígenas hicieron uso legal de la tribuna para defender la iniciativa de la Cocopa, y el encuentro subsecuente entre Fernando Yáñez, comandante Germán, y Luis H. Álvarez, debe ser entendido como un triunfo indiscutible de la voluntad política de quienes realmente quieren poner fin a la guerra. 

Es también una victoria de la sociedad mexicana que ganó un espacio de expresión que nunca debió habérsele negado. Es una oportunidad para comprender y resolver la cuestión indígena, hecho que requiere la madurez legislativa y social para reconocer a los indígenas como mexicanos y como pueblos indios que son, en especial su derecho a la autodeterminación.

El encuentro de ayer sienta un precedente para el análisis y debate de otros problemas de fondo que históricamente han sido ignorados o simplemente se han postergado en las agendas legislativas. Ayer se abrió una nueva posibilidad para la participación y presencia de la sociedad. Se trata, pues, de un nuevo vínculo entre la sociedad y los poderes del Estado, de un acercamiento a la democracia participativa. 

Este logro se lo debemos en buena parte a las acciones de un Presidente que desde su toma de posesión anunció su voluntad por resolver el conflicto y que a la fecha ha mantenido esa postura, y, por otra parte, a la representatividad social alcanzada por el EZLN y la determinación y firmeza de su lucha que radica en la legítima búsqueda de la justicia y dignidad para los indígenas. 

El camino del diálogo está puesto, ahora es el tiempo de canalizar los logros hacia el camino de la paz.

 

 

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