MIERCOLES Ť 28 Ť MARZO Ť 2001
ENTREVISTA
Lucio Gutiérrez
Cuando se generaliza la desesperación, los pueblos explotan como un volcán
La cúpula castrense traicionó la revolución indígena-militar, acusa el ex coronel, ahora candidato a la presidencia ecuatoriana
KARINA AVILES Y MIGUEL ANGEL VELAZQUEZ
Coronel de rebeldes --militares, civiles, in-dígenas--, Lucio Gutiérrez, hoy candidato a la presidencia de Ecuador, antes, apenas hace un año, jefe de la revolución "traicionada" del 21 de enero del 2000, empuja su amargura hasta el borde del consejo y advierte que los que no quieren dialogar "deben tener presentes dos cosas: primero, que los pueblos tienen un límite para su tolerancia, y segundo, que cuando la desesperanza se generaliza, de manera natural ex-plotan como un volcán y nada ni nadie lo puede evitar".
En el momento de las decisiones "no se puede confiar en nadie. No se debe creer en quienes dicen que llevaran a efecto los cambios porque siempre nos engañan, por eso lo que hoy grita Marcos en México es muy simple pero terrible: ya basta".
Lucio Gutiérrez recuerda aquel 21 de ene-ro de hace poco más de un año, fecha que lleva marcada como la mayor gloria porque estuvo, junto con un indígena y un juez, a punto de "cambiar" la historia de su país, pero en un acto de contrición política resume: "Me duele en el alma que por mi confianza en los camaradas de armas, por mi credulidad y mi inocencia se perdió la oportunidad histórica en Ecuador de realizar los cambios profundos, porque posiblemente no hubiéramos dado paso a la dolarización, no hubiéramos permitido las privatizaciones salvajes como están ocurriendo actualmente y le hubiéramos dicho no a la impunidad".
Durante los primero días del 2000, gente de todos los sectores montaron un cerco al gobierno del presidente Jamil Mahuad y luego de movilizaciones, paros y bloqueos la presidencia cayó, y el 21 de enero entraron al palacio nacional indígenas, militares y la representación de la sociedad civil. Es-taban en el poder, pero el sueño duró unas horas. Los rebeldes fueron traicionados.
"Infiltraron en el movimiento a tres coroneles que nosotros creíamos, cuando se presentaron en el Congreso, que venían a apoyar a nuestro movimiento, y más tarde cuando yo estuve preso por las acusaciones de estos coroneles --de quienes no da el nombre--, dijeron que ellos no temían ser juzgados porque habían estado en la rebelión por cumplir una orden superior".
Habla con los labios fruncidos, como que no quiere dejar que alguna palabra fuera de lugar se escape: "Cuando estuvimos en el palacio de gobierno luego del primer contacto con la cúpula militar, fue muy duro, tardó horas y horas. Los indígenas tacharon de traidores a los generales y yo les recordé (a los militares) que les había entregado en sus manos sendos documentos para que buscaran alguna solución con el gobierno, a través del diálogo, a la situación de crisis económica, social y, especialmente, ética.
"Entonces los coroneles me llamaron para hablar y luego de tres o cuatro horas me pi-dieron que aceptara las recomendaciones porque los comandantes de la fuerza aérea habían ordenado bombardear un sector del palacio de gobierno y afuera en la plaza ha-bía entre 10 mil y 15 mil ecuatorianos que apoyaban nuestra acción. También me dijeron que los infantes de marina salían rumbo a Quito y que se iba a dar un gran conflicto armado con muchos muertos.
"Bueno, pues eso sí incidió en mi decisión y yo les dije que el pueblo lo que quiere es cambio para convertir a Ecuador en un país más justo, más democrático, más digno más honesto, más humano, y al pueblo en definitiva ya no le importaba el nombre de la persona que liderara los cambios.
"Yo me resistía mucho y dudaba que el general Carlos Mendoza fuera a tener el coraje y la decisión para llevar adelante los cambios, porque nada iba a ser fácil e iba a tener muchos problemas, y advertí que así como estamos viviendo es prácticamente una muerte lenta. Hay muchos ecuatorianos que nada más comen una vez al día, hay mucha desnutrición, hay niños que no toman leche, mientras que los que se robaron el dinero --se han llevado alrededor de 7 mil millones de dólares-- están en el exterior, en la más ignominiosa impunidad, porque tienen la complicidad de las autoridades del gobierno.
"Pero volviendo al caso de los coroneles, ellos me insistían en que el general Mendoza iba a llevar adelante todo ese cambio, que a la gente se le iba a devolver el dinero que los banqueros habían congelado, que se iban a cambiar las cortes de justicia que están llenas de corrupción y que se iba a cambiar definitivamente la situación de exclusión en contra de los indígenas, con los negros, con los montubios, con las mujeres, porque son excluidas actualmente en Ecuador.
"Tuve que hacer frente a la situación de un supuesto ataque militar contra la gente y yo creí en la palabra de estos tres compañeros porque pensé que estaban conmigo, y es así como subió el general Mendoza en mi remplazo y cuando yo salí del palacio de gobierno, como a las 12:30 de la noche, sentía que la revolución ya había triunfado y se iban a producir los cambios.
"Al día siguiente, cuando salí de mi casa, a las seis de la mañana fui perseguido por dos vehículos, me interceptaron, se bajaron de una camioneta ocho personas armadas con fusiles, me obligaron a bajar y me llevaron detenido a un cuartel donde me tuvieron incomunicado tres días. Después cuando me soltaron me enteré del desenlace de la situación, porque durante mi detención no me enteré de nada y no sabía lo que había sucedido realmente, por eso me duele en el alma haber confiado".
Lucio Gutiérrez, no obstante haber sido separado del ejército, donde tenía una carrera sólida, decidió continuar al frente de un grupo de ecuatorianos que lo quieren en la presidencia de su país y con los que formó el partido político Sociedad Patriótica 21 de Enero, que pretende competir en las próximas elecciones de Ecuador.
Y en la preparación para esta nueva tarea, Lucio Gutiérrez pasa por el Primer Foro So-cial Mundial celebrado en Porto Alegre, Brasil, y después llega a México y es observador en la marcha zapatista.
Dice que desde el partido político que lo postula se tratarán de agotar las posibilidades de diálogo, porque "queremos que los que detentan el poder, el poder económico sobre todo, entiendan. Ya le dijimos que las ciudades no se pueden amurallar, no puede haber un gran emporio de riqueza en las ciudades y en los alrededores miseria, porque en algún momento la gente va a explotar y se va a lanzar contra las ciudades y esto va a ser como un barco, si se hunde se hunde to-do. No se van a salvar los ricos...
"En Ecuador se intentó de muchas maneras que el presidente de la república escuchara a los indígenas, y no lo hizo. Los militares, por nuestra parte, enviamos mensajes; yo mismo entregue dos comunicados escritos y firmados con mi nombre, el primero un año antes del levantamiento y el otro tres meses antes. No hubo ningún cambio ni en la cúpula militar para tratar de conseguir cambios en el gobierno, y el asunto empeoró y luego explotó.
"Para evitar esto es que yo insisto tanto en el diálogo, porque si bien es cierto que la última alternativa es la lucha armada, la-mentablemente se ha comprobado a lo largo de la historia que quien muere en esas circunstancias es siempre la gente inocente, y en muchas ocasiones los causantes de las crisis, por el poder económico que tienen y por sus enlaces políticos, se van a otro lugar a otro país y nunca les pasa nada. Sin em-bargo no podemos quedarnos quietos, algo tenemos que hacer".
Entonces habla de su experiencia en Porto Alegre y señala que "por eso el mensaje que se lanzó al mundo es que hay muchos habitantes del planeta que no están de acuerdo con los que creen que el neoliberalismo es la solución, y que con las demostraciones, co-mo la de Davós, lo que se les dijo es que lo que están haciendo está causando mayor pobreza en el mundo.
"El primer mensaje para todos los ciudadanos del mundo es para que dejemos de estar inmóviles y ser espectadores de la destrucción de nuestro planeta. La destrucción en todos los ámbitos, en lo económico, en lo social, en lo ecológico, es decir dejemos de ser espectadores antes esta destrucción y empecemos a ser protagonistas de nuestros destinos y del futuro de las generaciones que vendrán".
--El diagnóstico esta hecho, las inteligencias se han reunido para decirnos lo qué está pasando, Ƒpero cuáles son las armas para en-frentar al poder del neoliberalismo?
--Los mensajes ya se dieron en Venezuela, en Ecuador, donde los militares decidimos unirnos a la gente pobre y dijimos no, no estamos de acuerdo con este sistema, y uno de los principales mensaje es el que sale de México con las demostraciones del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
"Ellos están reclamando que se les tome en cuenta en las decisiones. Eso mismo dijimos en Ecuador y por eso mismo estamos luchando. Los que tienen el poder no quieren dialogar, quieren imponer y eso demuestra la debilidad de lo que ellos están haciendo. Cuando algo se impone es cuando surge la rebeldía del pueblo.
"Pero incluso la gente del neoliberalismo, los globalizadores, ya han prendido sus fo-cos rojos y se empieza a hablar de repartir algo, que hay urgencia, como que empiezan a sentir miedo, miedo de que esto pueda ex-plotar de otra manera".