MIERCOLES Ť 28 Ť MARZO Ť 2001
Alejandro Nadal
Así en la guerra, como en el mercado
Los generales se preparan para una guerra futura pensando que será igual a la última. Invariablemente, son tomados por sorpresa. Del mismo modo los economistas pronostican la próxima recesión con el modelo de la última crisis. La fascinación ideológica por el modelo neoliberal y la globalización les impide atender las señales de advertencia.
La economía estadunidense ha sufrido once recesiones desde 1948 y en todos los casos la desaceleración fue precedida por fuertes presiones inflacionarias. Invariablemente, la Reserva Federal incrementó la tasa de interés para enfriar la demanda y controlar la inflación. Dicho ajuste fue seguido de una nueva fase de expansión. En vista de que este patrón se repitió tantas veces, muchos economistas conciben el actual episodio de desaceleración de la economía como una repetición de dicho ciclo.
Es muy posible que la desaceleración que hoy sufre la economía estadunidense conduzca a una recesión. Si eso sucede, las diferencias con las recesiones anteriores serán notables.
En primer lugar, la actual desaceleración no estuvo precedida de fuertes presiones inflacionarias. Aunque los expertos del Fondo Monetario Internacional y de la Reserva Federal no estén de acuerdo, las presiones inflacionarias en esa economía durante los últimos años han sido tenues. Y como la inflación se mantuvo bajo control, los aumentos en la tasa de interés impulsados por la Reserva Federal entre 1998 y 2000 fueron modestos.
En consecuencia, una recesión en Estados Unidos no será inducida por presiones inflacionarias y altas tasas de interés. La causa principal será el exceso de inversión y el endeudamiento excesivo de consumidores y empresas.
En segundo lugar, la caída en la demanda está vinculada al colapso del precio de los activos financieros. En Estados Unidos las familias son propietarias de activos financieros equivalentes a 180 por ciento de su ingreso disponible. Esos activos financieros se mantuvieron sobrevaluados durante toda la década, pero en el último año han sufrido una depreciación importante. Por ejemplo, el índice Nasdaq (de empresas de alta tecnología) ha experimentado una caída de 60 por ciento, y el Dow Jones de alrededor de 20 por ciento. El pronóstico de todas las corredurías es que habrá más ajustes a la baja en los próximos meses.
Esta caída en el precio de los activos financieros afecta de manera dramática la demanda y la confianza de los consumidores. Ya los pasivos de las familias equivalen hoy a 106 por ciento de su ingreso disponible. La depreciación de activos financieros agravará el sobre endeudamiento y desahorro neto de las familias.
La reducción de la tasa de interés no será la medicina para sacar rápidamente del letargo la demanda y la inversión. Frente al desplome de los precios de los activos financieros y el sobre endeudamiento de las familias y empresas, es difícil que mayores reducciones en la tasa de interés fortalezcan rápidamente la confianza y estimulen la demanda. Por eso la economía estadunidense ha reaccionado lentamente frente a las reducciones en la tasa de interés impulsadas por la Reserva Federal (1.5 puntos porcentuales en este año). El corolario es que la recesión puede ser más profunda y larga de lo que muchos esperan.
La expansión económica de la última década llevaba la semilla de su propio agotamiento. Provocó un falso sentido de confianza que condujo a desequilibrios profundos en los patrones de endeudamiento y de inversión. Las expectativas optimistas alimentaron la especulación y la sobrevaluación de los activos financieros. Ahora que se presenta un ajuste a la baja, el efecto sobre la demanda está siendo devastador.
La evolución de inventarios, la caída en los activos financieros y el recorte en los planes de inversión de las empresas indican que Estados Unidos no escapará de una recesión. Aunque no se sabe cuál será el impacto en la economía mundial, el pronóstico no es optimista. La economía japonesa persiste en su estancamiento de más de diez años y su sistema bancario sigue en una crisis profunda. La economía europea no podrá aislarse completamente de la recesión estadunidense, sobre todo si se acompaña de una depreciación del dólar. Y para los llamados mercados emergentes, el flujo de capitales estará acompañado de episodios de volatilidad más frecuentes y de mayor amplitud.
Se dice que en la guerra y en los mercados las víctimas nunca ven a sus verdugos. Es cierto. Aquéllos que sufran la destrucción de inversiones, el desempleo, la pobreza y hasta la muerte nunca conocerán los detonadores de la crisis.