MARTES Ť 27 Ť MARZO Ť 2001

ASTILLERO

Julio Hernández López

EL REVUELO del enfrentamiento Fox-Diego ha servido, entre otras cosas, para dar por sentada la especie que en su provecho usa la facción más conservadora del panismo, al asegurar que es inadmisible y vejatoria la pretensión zapatista de hablar en la tribuna de San Lázaro. El Congreso de la Unión estaría siendo rehén de un capricho o de una subsecuente condición que Marcos habría impuesto a los legisladores, alegan esos panistas de quienes es emblema el senador Fernández de Cevallos.

TAL VERSION es falsa: fue del propio Congreso, de modo concreto del grupo legislativo del PRD, de donde salió la propuesta de que voceros del zapatismo pudieran usar los micrófonos del salón de sesiones de la Cámara de Diputados.

UN BREVE recuento ayuda a situar mejor las cosas: el primer día de este mes, en La Jornada, el diputado Martí Batres hizo la primera mención en el sentido de que el EZLN pudiera hablar en la tribuna de San Lázaro. Cuatro días después, en conferencia de prensa, el coordinador de la bancada del sol azteca detalló la citada propuesta. Al siguiente día, en una reunión de mujeres perredistas, Amalia García se adhirió a la iniciativa. El 7 el propio Batres presentó formalmente la propuesta ante las juntas de coordinación de las dos cámaras; 24 horas después, el diputado priísta Eduardo An- drade apoyó la idea. El 12, ante la insistencia del PRD en las juntas de coordinación legislativa, PAN y PRI hicieron otra proposición. Y fue hasta el 13 cuando el EZLN asumió formalmente la idea de la tribuna.

LO QUE SIGUIO, entre la amenaza zapatista de retorno y la cerrada votación del 22, parece también estar confinado a un área confusa; en momentos pareciera que la derrota que sufrió el PAN se produjo de manera espontánea, natural, sin trabajo de construcción política. En realidad, en esos días intensos se estableció una alianza informal de fuerzas que podría tener una vida mayor a la de la coyuntura dada por el zapatismo y la tribuna de San Lázaro. Esa alianza informal podría ser una muralla contra las pretensiones foxistas en materias fiscal y energética.

PERO, Ƒquiénes participaron en esa tarea de silencioso tejido? De manera natural, el PRD, con Batres como figura más destacada (Martí ha ido ganando peso al interior del sol azteca, a grado tal que se le ve ya como un cuadro con presencia propia y se le va desligando de la sombra de bejaranismo que hubo en sus inicios políticos). No fue, sin embargo, tan sencilla la tarea de fijar una postura común de los legisladores perredistas, pues hubo también resistencias internas que, sin embargo, cedieron el paso al interés central del PRD de ayudar al zapatismo.

DEL LADO del PRI hubo dos figuras importantes. Una fue la de Jaime Martínez Veloz, quien ya había sido diputado integrante de la Cocopa original y ahora, al volver a San Lázaro, fue elegido de nuevo para formar parte de esa comisión. Martínez Veloz trabajó con intensidad en dos flancos: el interno de su partido, en el que impulsó a sus compañeros para que asumieran una postura favorable al uso zapatista de la tribuna y, en especial, en el de la Cocopa, donde José Narro, del Partido del Trabajo --quien igualmente había sido integrante de la Cocopa original-- también fue pieza de conciliación y apertura.

ELLOS DOS, Martínez Veloz y Narro, establecieron el primer contacto con Fernando Yañez, el comandante Germán, en una iglesia de Oaxaca, durante una reunión en la que se dice habría estado el gobernador Murat. Este, a diferencia de buena parte de sus colegas gobernadores, sostuvo una política de bienvenida y apoyo a los zapatistas. El 16, cuando subía de grado la oposición conservadora a que el zapatismo hablara en la tribuna central de San Lázaro, Murat hizo un llamado a las fuerzas políticas y sociales del país para que se manifestaran a favor de "romper las inercias" contrarias al desarrollo de las comunidades indígenas. "Este es el momento de iniciar un arduo trabajo y buscar poner fin a prejuicios y discriminación raciales en México", dijo el mandatario oaxaqueño, en postura secundada y promovida en San Lázaro por la mayoría de los diputados federales de esa entidad y por legisladores de otras latitudes que han participado en las batallas internas del PRI oponiéndose a maniobras del zedillismo y el labastidismo.

ESE PECULIAR frente plural fue el que logró, entre otras cosas, la apertura a que los diputados príistas votaran "en conciencia", y no por línea. Luego, por escasos votos, la multicitada tribuna de San Lázaro sería abierta a los zapatistas...

RIESGOS Y COARTADAS


LAS PRESIDENTAS de los dos principales partidos opositores (PRI y PRD) han alertado sobre el riesgo que entraña el hecho de que el PAN se esté negando a asumir la responsabilidad política que se deriva de haber llevado a Vicente Fox al poder. Peligros de ingobernabilidad, han advertido Dulce María Sauri y Amalia García.

LOS LLAMADOS de atención tienen especial e irónica relevancia en cuanto el gobierno presuntamente panista fue salvado de una crisis de resultados desconocidos justamente por priístas y perredistas que, en San Lázaro, votaron a favor de que el EZLN pudiera usar la tribuna legislativa e impidieron, así, el retorno a casa, sin nada en las manos sino el recuerdo de las armas, de la caravana de pasamontañas.

RIESGOS DE ingobernabilidad porque, de pronto, pareciera que el Presidente se ha quedado sin partido o, aún peor, con uno dispuesto a cobrarle caro desdenes ideológicos, desatenciones políticas, incumplimientos programáticos, calenturas de los Amigos de campaña, ausencia de panismo verdadero en el gabinete, falta de apego a las leyes y a la Constitución y, sobre todo, su pecado máximo, la laboriosa tarea de resurrección con que puso nuevamente en pie al zapatismo, al perredismo y al priísmo, encajonando al propio PAN en el casillero incómodo de los malos de la película, de los opositores reales al diálogo con los encapuchados representantes del movimiento indígena chiapaneco.

DIEGO, DIEGO, DIEGO, coreaban los miembros de la Asamblea Nacional del PAN mientras Fox trataba de hacerles creer que él, el Presidente de la República, es el panista más convencido, el más apasionado, el heredero de los ideales de los prohombres de Acción Nacional. Los panistas saben bien el truco foxista de decir ante cada audiencia lo que a ésta le gustaría oír, de tal manera que aunque el guanajuatense se esmeraba en tirarse oratoriamente desde lo alto del podio envuelto en la bandera blanca y azul, ellos resumían su postura gritando las cinco letras del nombre de su principal opositor, el coordinador de su bancada de senadores.

LA ENÉRGICA reacción de los panistas ante la conducta política de quien llegó al poder bajo sus siglas es proporcional al riesgo que han alcanzado a entrever para sus propios intereses partidistas y electorales. Fox les dijo en la citada asamblea que tiene un altísimo porcentaje de aprobación de los ciudadanos (89 por ciento) y les hizo ver la importancia de que juntos, en alianza, lleguen a los próximos comicios federales en los que los electores favorecerían candidatos panistas como resultado de la buena gestión presidencial.

PERO LOS jefes del PAN saben que Fox puede tener muy pronto problemas que podrían disminuir su popularidad y, por ello han preferido comenzar a desmarcarse, a tejer los pretextos del futuro, los atenuantes del mañana. El PAN pretende, cuidando a su clientela electoral conservadora y, oponiéndose a los desfiguros presidenciales, ver si en el 2006, al fin, puede ganar, de a deveras una presidencia de la República.

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