TOROS
Ť Sinkeuel, San Salvador, Santa Marcelina, ganaderías de abolengo en la península
Mientras la México hiberna, bulle la afición taurina en Yucatán
Ť Cumple 151 años la plaza de Tizimín Ť Auténtica rivalidad entre Motul y Mérida
LUMBRERA CHICO ENVIADO
Merida, Yuc., 25 de marzo. Mientras la Monumental Plaza México se embarca en el inicio de una nueva etapa de hibernación ?tras la clausura de la temporada menos chica 2000-2001?, en la península de Yucatán sigue a la alza la afición taurina. Así lo demuestran las actividades registradas en estos meses: cosos llenos hasta la bandera, polémicas en la prensa local y magníficos reportes de ventas de los ganaderos activos, entre los cuales Miguel Rodríguez, del hierro de Santa Marcelina, se llevó el gato al agua holgadamente.
Conocido
en el medio como El Magnífico, Jalil Xacur alquiló
la plaza Avilés de Motul, contrató al vasco Pablo Hermoso
de Mendoza y al potosino Rodrigo Santos, y pagó una campaña
publicitaria intensiva en El Diario de Yucatán, en la que
todos los días, durante dos semanas, insertó un anuncio de
media plana por demás llamativo, convocando a los aficionados de
Mérida a trasladarse a la pequeña y creativa ciudad que se
hizo popular en el mundo, gracias a los huevos motuleños, únicos
en su género.
La propaganda surtió efecto y el 1o. de enero, en punto de las tres de la tarde ?que a esa hora comienzan los toros en esta región del país, debido a la falta de iluminación eléctrica de los ruedos?, había siete mil aficionados en los tendidos de la Avilés de Motul.
También en Tizimín se cuecen habas
Seis días más tarde, el municipio de Tizimín vio reaparecer en el mismo solar comunitario de todos los años, una portentosa plaza de toros con cupo para tres mil espectadores, construida en su totalidad con tablas, ramas, cuerdas y palmas, que integraron un edificio de tres pisos, acondicionado con sillas de lámina, en el que se celebró el 151 aniversario del coso.
Como lo vienen haciendo desde 1850 ?lo cual se dice rápido?, los vecinos del pueblo sacaron, cada cual, el fragmento de plaza que guardan en sus domicilios por el resto del año, y procedieron a ensamblarlo con absoluta precisión, utilizando la misma técnica ancestral de los mayas que los indígenas zapatistas de Chiapas han empleado para levantar sus ahora mundialmente famosos Aguascalientes.
De obras como esta de Tizimín ?de las que existen otras versiones aquí en la península? había dado cuenta el videoasta Carlos Mendoza, hoy presidente de la Comisión Taurina del Distrito Federal, en un documental acerca de una plaza semejante a ésta, pero que se monta y se desmonta cada año en el estado de Colima durante febrero. Pero mientras los curiosos admiraban la joya de precaria arquitectura de los tizimeños, en el polo turístico de Tulum, el empresario hotelero Xavier Xacur daba una becerrada en un ruedo hecho también de troncos y ramas, a escasos metros del mar Caribe, creando una escena de indudable belleza surrealista.
Ganaderos de alcurnia
Si alguien duda de la acendrada afición taurina de los yucatecos, que revise la historia de las ganaderías de la península. Sinkeuel, la más antigua de ellas, fue fundada en 1896 por Rafael Peón Losa con vacas criollas de la región y un semental de Murube. A la muerte de ese hombre en 1925, sus herederos enqriquecieron su hato con sementales de San Mateo (1934), Rancho Seco (1954) y Jesús Cabrera (1968 y 1980). Hoy Sinkeuel está prácticamente inactiva, pero sus reses fueron los primeros ejemplares del toro bravo mexicano que lidió Manolete en 1946, cuando pasó de La Habana, procedente de España, en su viaje a la ciudad de México.
Hoy por hoy, la única ganadería yucateca inscrita en la Asociación Nacional de Toros de Lidia es la de San Salvador, fundada en 1972 por Alfredo Conde Ruiz, con 18 vacas y dos sementales de La Punta. Es un hierro evidentemente joven, pero de gran prestigio, que nunca ha enviado una corrida a la México pero abastece el mercado de Mérida y de Cancún, y de las incontables ferias taurinas que se realizan mes a mes en los diversos cosos de esta zona del sureste.
Pero de las tres vacadas yucatecas, la de mayor empuje, mejor clase e indiscutible casta es la de Santa Marcelina, fundada en 1975 por Miguel Rodríguez padre en el municipio de Temax, y sostenida con éxito y talento por su hijo del mismo nombre, que vende y renta anualmente más de cien ejemplares, entre toros, novillos y becerros, aunque no está incorporada a la asociación nacional, debido a que la inscripción cuesta 500 mil pesos, y además, dice Rodríguez, "para lo único que sirve es para lidiar en la México, siempre y cuando uno pertenezca al círculo selecto de Rafael Herrerías, y como nosotros ni lo conocemos ni nos interesa, pues entonces para qué".
Así, mientras la México duerme el injusto sueño que le impone su "promotor", enemigo de la fiesta, la afición taurina bulle, crece, se multiplica y se protege a sí misma en los rincones más impensados del país.