lunes Ť 26 Ť marzo Ť2001
Iván Restrepo
México no es franquicia
Durante su campaña electoral, el presidente Vicente Fox dijo que los asuntos ambientales ocuparían un lugar preferente dentro de su gobierno y que las actividades económicas no se harían más a costa de los recursos naturales ni del bienestar de la población. Resumió su oferta prometiendo a los chiquillos y chiquillas un país limpio, con biodiversidad, no un desierto.
Esos mismos compromisos los vienen expresando diversos funcionarios. Por ejemplo, los titulares de las secretarías de Turismo y de Medio Ambiente, licenciada Leticia Navarro y Víctor Lichtinger, respectivamente, y sus más cercanos colaboradores. En el caso de ambos secretarios, los compromisos surgieron luego de una gira de trabajo que a principios de año efectuaron por el litoral de Quintana Roo y durante la cual comprobaron los enormes desajustes ambientales y sociales que allí se registran.
Mas parece que la promesa de no más "desarrollo" turístico a costa de la naturaleza y la gente se la llevó el viento, pues el gobierno se apresta a repetir los errores del pasado con el aval del propio Fox, quien atestiguó recientemente en la ciudad de La Paz el inicio del magno proyecto Escalera Náutica del Mar de Cortés, con el cual se espera que decenas de miles de turistas náuticos visiten 22 puntos clave de la costa de las dos Baja Californias, Sonora, Sinaloa y las islas del Pacífico.
En el papel es un sueño de hadas: creación de empleos, impulso a diversas actividades económicas y servicios, ingreso anual de cuantiosas divisas, derrama de beneficios entre la población local en esos cuatro estados, gracias a la visita de los amantes del mar, la pesca y la navegación.
Pero ocurre que los habitantes de los sitios donde toca la escalera náutica desconocen el proyecto. Los científicos y estudiosos de la fauna y la flora del noroeste del país están alarmados porque no existen los estudios exigidos en estos casos a fin de garantizar que no habrá daños al ambiente. También alertan que en las dos Baja Californias hay crisis permanente de agua y que la salinidad está llegando a los mantos acuíferos de la costa del Pacífico por lo que cualquier actividad futura debe tener en cuenta estas limitantes y otros factores más. Agregan que atraer población a los lugares que tocará la famosa escalera náutica creará más demanda de servicios públicos cuando éstos hoy no existen o son deficientes.
Un atractivo de la escalera náutica es que se podrán trasladar por tierra yates y veleros desde la costa del Pacífico hasta el Mar de Cortés, evitando así bordear la península. Pero las vías de comunicación terrestre no aguantan el rodaje de grandes unidades de transporte. A excepción de las autopistas que unen a Tijuana con Ensenada y Mexicali, las demás carreteras son estrechas y frágiles. Nuevas vías rápidas afectarán áreas con una enorme y frágil riqueza natural que ha logrado conservarse precisamente por su aislamiento.
El presidente Fox aseguró en La Paz a sus colegas empresarios que la mesa está puesta para que inviertan en la escalera náutica y en otras partes de México, pues hay condiciones de confianza, seguridad, estabilidad política y económica. Será el gran capital el que aporte los dineros requeridos a través de franquicias y otras concesiones que darán el gobierno federal y los de las cuatro entidades citadas.
En la lógica oficial todo será perfecto, pero se le olvidó al Presidente, entre otros detalles, que la mayoría de los sitios que integran la escalera están en áreas oficialmente decretadas como protegidas debido a su enorme y única riqueza en flora, fauna y paisaje, reconocida internacionalmente por científicos, centros de investigación, organismos internacionales y defensores de la naturaleza. Realizar allí actividades exige el cumplimiento de normas sumamente estrictas ante el peligro de afectar los recursos naturales.
La dependencia responsable de la escalera náutica, el Fondo Nacional de Turismo (Fonatur), que depende de la Secretaría de Hacienda, asegura que no habrá daños al ambiente, pero sólo los funcionarios y los promotores privados de ese nuevo negocio creen tal cosa. Se trata de un proyecto moldeado durante la administración zedillista y que de realizarse tal y como está planteado, en vez de escalera náutica será en realidad uno de los desaciertos ambientales y sociales donde las franquicias harían de las suyas.