DOMINGO Ť 25 Ť MARZO Ť 2001
Carlos Monsiváis
Del secretario "de una nación oficialmente atea"
No siempre les toca a los grandes acontecimientos revelar los niveles de avance o de retroceso de una sociedad. Algunos hechos menores pueden ser muy demostrativos. Por ejemplo, el discurso en ocasión del Día Internacional de la Mujer, pronunciado el 14 de marzo por el secretario del Trabajo, Carlos Abascal Carranza. En su intervención, el licenciado Abascal evoca un encuentro de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) en Ginebra, y nos hace una revelación: tras un debate, presumiblemente a fondo, los asistentes llegaron a un acuerdo: la mujer no es inferior al hombre. Tras el rayo cognoscitivo, Abascal le exige a la mujer (obligadamente en singular, encargada del aseo y de la cocina, sólo hay una) que si quiere evitar la desvalorización (sic) de la sociedad, permanezca en el hogar, sea siempre femenina y nunca se masculinice. Para él, los conceptos son eternos y su definición jamás cambia. Desde el principio los tiempos, los hombres y las mujeres siempre se han vestido y comportado igual.
El eje de la discusión está a la vista: ƑLe corresponde a un secretario de Estado predicar desde su púlpito? ƑSu función es administrativa o doctrinaria? ƑEstá en su pleno derecho de funcionario, el licenciado Abascal, al enunciar sus juicios o sus prejuicios como doctrina oficial, ya que sus palabras fueron emitidas en un acto público? La controversia al respecto ya cuenta con numerosos episodios significativos. El primero es la obtención de las 11 cuartillas del discurso, con anotaciones de puño y letra del secretario (Reforma, 22 de marzo de 2001). El texto contiene dos puntos críticos. El primero, Abascal, como si hiciera falta, aboga por la religión católica que las madres mexicanas deben transmitir a sus hijos (La fe por el pecho empieza) y se inventa una nación que nadie, hasta ahora, ha conocido. Habla ex cátedra: "En especial ha de ser ella (la progenitora) la primera educadora en la fe, en una nación oficialmente atea que ha expulsado a Dios de la vida pública y de la educación. El gobierno suprimió hasta la enseñanza del civismo. Si ellas no hubieran educado, la crisis ética de la sociedad sería mucho mayor".
En la segunda andanada, don Carlos ataca el feminismo, causante, según nos dice, de una catástrofe moral. "Esta rebelión contra el sexo femenino, contra su naturaleza de mujer, contra su condición de regazo natural del hombre y de toda la humanidad no puede producir más que desastres morales y sociales. Es un ataque al fundamento de la sociedad civilizada, tiene graves consecuencias en los niños, afecta las relaciones interpersonales, alienta el llamado amor libre, la homosexualidad, la prostitución, la promiscuidad, el aborto y, en fin, la destrucción de la familia... Para el feminismo abortar será un derecho porque un intruso invadió el cuerpo de una mujer".
En unas cuantas líneas, don Carlos se las arregla para difamar a millones de mujeres, a un movimiento, a una tendencia interpretativa y a una corriente social. De acuerdo con su diagnóstico, el horror moral y social surge de la idea de la independencia de las mujeres. ƑDe qué manera se justifica esta acusación? ƑSe puede atacar un movimiento que no se toma la molestia de definir, y llamar al feminismo "rebelión contra el sexo femenino, y contra su naturaleza de mujer?". ƑY puede un secretario de Estado calificar al sexo femenino de "regazo natural del hombre?". Todos los éxitos definitorios de Abascal palidecen ante ese logro verbal y filosófico: "la mujer es el regazo natural del hombre", esto es, una al-mohada, un colchón, la mano que acaricia la nuca antes de mecer la cuna. Pero lo más curioso es la metamorfosis del feminismo en el enemigo número uno de la cristiandad. Así se explica que las feministas busquen convertir a los embriones en alienígenas.
Abascal no tiene velos en la lengua y combate al Satán del feminismo con las armas de la invocación retrospectiva. Todo tiempo presente fue peor. Según él, no puede cambiarse el concepto de sexo femenino por el de género femenino, por alterar esto las premisas de la familia. Son la ideología y la técnica marxista, los responsables del desprecio hacia el trabajo en el hogar...". Así que, si existe todavía la lógica, ya había marxismo en el principio de los tiempos y lo más seguro es que del siglo I de la era cristiana al siglo XVIII, el libro más leído fuese El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, de Federico Engels. Eso explicaría el desprecio hacia las tareas hogareñas de los coetáneos ideológicos de don Carlos (siglos I al XIX).
En su odisea, Abascal ha conocido las resonancias de su pensamiento. De inmediato protestó la presidenta del Instituto de la Mujer, luego, mujeres priístas y perredistas, dirigentes sindicalistas y una panista distinguida, la diputada Maria Elena Alvarez de Vicencio, afirmó: "El discurso feminista, por lo que se refiere a la participación de las mujeres en los puestos de toma de decisión, sigue siendo de igualdad, pues la mitad de la humanidad son mujeres". (Reforma, 2 de marzo de 2001.)
Algunos defensores ha tenido don Carlos. Margarita Zavala, secretaria de Promoción de la Mujer, en el PAN, anuncia: "Las declaraciones de Abascal no son para tanto, y él pronunció una frase que no tuvo malas intenciones" (La Jornada, 24 marzo). A ver quién encuentra esa frase entre tantas. Interviene también don Víctor García Lizama, antiguo zar del Monte de Piedad, que no admite el calificativo de "misógino", enderezando contra su amigo:
Las mujeres tienen derecho a prepararse y a saber tanto como los hombres; y tienen derecho a trabajar en condiciones humanas y acordes a su condición biológica, haciendo uso pleno de sus capacidades y dentro de sus limitaciones naturales. En esta última afirmación radica el quid del tema. (Excélsior, 21 de marzo de 2001).
Las limitaciones naturales de la mujer... ƑQué otro quid? Y García Lizama no se detiene: "No estamos en contra de que la mujer trabaje, si lo hace por vocación; pero nos parece indeseable que lo haga por necesidad, sobre todo cuando necesita dejar a un lado la sublime responsabilidad que tiene de la educación, más que instrucción, de sus hijos menores. Mas cuando la mujer trabaja no queremos que pierda su feminidad y adopte poses de masculinización. Estas la degradan y afean...". No estamos en contra... ƑQuiénes hablan? Por supuesto, los del sexo masculino, al frente de los discursos como Dios manda.
A la apología de García Lizama la complementa otra aún más heroica. El hermano de Carlos, el asambleísta del PAN, Salvador Abascal Carranza, desfasa entuertos, o algo así, y juzga exageradas las críticas a "la declaración" (No, fue algo más, son seis cuartillas leídas). En la sesión del 20 de marzo de la Asamblea Legislativa del DF, don Salvador defiende a su carnal, aunque aclara: la del secretario del Trabajo no es ni su posición ni la del PAN. Y divulga su doctrina sobre las féminas:
Nosotros (los panistas) entendemos perfectamente bien cuál es el papel de la mujer, y el papel de la mujer es trascendente y fundamental para la sociedad...
Introduzco un poco de suspense para anunciar la posición del partido que, según don Salvador, es el mejor amigo de la mujer:
"El papel de la mujer es el de completar el mundo que el hombre no entiende".
La función complementaria se esmera en poner los manteles y Salvador Abascal insiste en lo habitual en los panistas, y no sólo en ellos: hablar exclusivamente a nombre de los hombres. Les resulta inconcebible compartir el nosotros con el sexo femenino, eso que quiso ser género hasta que lo descubrieron. Y Salvador Abascal es sentencioso:
Nuevamente digo que para nosotros la mujer no es solamente eso que tradicionalmente se ha entendido como el sustento de la vida, sino que tiene un trabajo doble; aparte de ser eso, puede ser extraordinaria como empresaria, como trabajadora, como mujer de la política, aparte de todo ello que el hombre no sabe ni puede hacer.
No se le dé vueltas. Para nosotros (los panistas) la mujer no es solamente la trabajadora doméstica de la doble jornada. Es también, con las excepciones anotadas, la que guisa, cose, reza en las noches cuando todavía no llega el señor de la casa, lleva a los hijos a la escuela, asiste los domingos a misa a primera hora para salir corriendo a preparar la comida, se asila en la cocina y cada nueve meses da a luz. Todo lo que el hombre no sabe ni puede hacer.
Carlos Abascal no desdeña la science-fiction: la perspectiva del feminismo llevaría al país a un desastre demográfico. Imagino la secuencia diabólica. Menos hijos es más comida, más comida es más colesterol, más colesterol es más dieta, más dieta es renuncia a los placeres legítimos de la carne. Resultado: desastre demográfico. O como diría esotéricamente don Carlos, "en porcentajes poblacionales, necesitamos evitar la polarización de la lucha dialéctica de la lucha de las mujeres contra los hombres". Resultado: despoblamiento demográfico de la zona donde las declaraciones se comprenden.
Ante la amenaza de un extrañamiento en la Cámara de Diputados al secretario Abascal, los panistas (171) y las panistas (29) se unieron como un solo Concilio de Trento y evitaron la que les parece, sin duda alguna, un crimen ideológico. Aleguen lo que aleguen, se solidarizan con el discurso del arraigo domiciliario. En el regazo de la patria, Carlos Abascal está a salvo. Según dice, se le cita "fuera de contexto" y no está en lo justo. Citarlo "fuera de contexto" equivaldría a ver en su discurso elementos de racionalidad democrática.