SABADO Ť 24 Ť MARZO Ť 2001
TIEMPO DE BLUES
Raul De La Rosa
primera llamada
"VENDRAN MAS, MUCHOS más y mejores, es nuestra herencia, herencia de siglos". Predijo Willie Dixon en una entrevista (El Sol de México, 13 de octubre de 1978) realizada durante el primer Festival de Blues en México, en el año de 1978. No se equivocó, desde entonces los mejores blusistas han sido convocados y han acudido para cumplir con una tradición de mas de 20 años.
NUNCA IMAGINAMOS QUE en esta ciudad hubiera tantos aficionados al blues cuando en ese día: 12 de octubre estabamos Marta, Gastón y el que teclea, parados fuera de la Sala Nezahualcóyotl y veíamos el flujo de gente que poco a poco llenaba la sala y al día siguiente cuando la raza sale de los hoyos fonquis para abarrotar el Teatro Ferrocarrilero para escuchar a John Lee Hooker y a Sunnyland Slim. Así comenzaron los conciertos que rebasaron por mucho nuestras expectativas. La interlocución que lograron estos artistas con el público mexicano, en su mayoría compuesto por jóvenes, fue inmediata, y ésta se reflejó en las entrevistas que varios periodistas realizaron y aquí damos cuenta de algunas de ellas:
"EL BLUES HIZO añicos la brecha generacio- nal", publicaba Francisco Hernández en El Sol de México del 13 de octubre. Comentaba que "no hicieron falta los atuendos vistosos ni contorsiones violentas para que estallara la locura juvenil".
"EL PUBLICO SABE cuando eres bueno: John Lee Hooker", decía el encabezado de una entrevista llevada a cabo el 15 de octubre por el que escribe y publicada en Melodía, a la pregunta de cómo había sido su impresión con el público mexicano: "šPreciosa!.. -respondió- aunque no es la primera vez que me presento ante un público que no habla inglés... la experiencia fue increíble, un público como pocos".
"CON LLENO TOTAL y el público con los puños en alto terminó el primer festival del blues en México". Era el título de la nota que Víctor Roura escribió para Unomasuno (18-10-78). El final de la nota : "Cuando un hombre de 61 años pone en pie a una multitud y la hace gritar y levantar los puños en alto, es porque en realidad dice algo". Olaf, el bajista mexicano que había grabado con John Lee Hooker cuando era integrante de Canned Heat, le dijo a Roura: "Hoy John Lee Hooker me ha dicho que este es el momento más grande de su vida, que hoy volvió a nacer".
Segunda llamada
AL FINALIZAR ESTE primer festival habíamos establecido una relación muy cercana con todos ellos, especialmente con Willie Dixon, cuyo liderazgo con los músicos era patente; esto nos permitió, cuando volamos a Chicago para contratar a los artistas que habrían de participar en el ya esperado segundo Festival de Blues, tener una relación cercana con algunos de ellos. A los dos días de haber llegado a Chicago nos informan de la invitación que el gran Willie -en ambos sentidos- nos esperaba para comer en su casa, sólo acertamos el Gastón y el que escribe a abrir los ojos sorprendidos. Nos pasa a recoger el mánager de Willie Dixon, personaje curioso, blanco, pequeño de estatura y que permanentemente traía consigo una botella de Coca Cola a manera de mamila, a cada rato le daba sorbos y la volvía a tapar, su nombre: Scott Cameron.
Tercera llamada
LA CASA UBICADA en un barrio negro no tenía nada de excepcional, cuando entramos a la sala me llamaron la atención dos cosas: una era la pared llena de reconocimientos, premios, discos de oro y uno que otro Grammy y en el otro extremo una de esas consolas Telefunken en cuya tapa había sólo una fotografia a color; era Willie sonriendo y abrazado por un conocido cantante, cuya sonrisa era del doble de la de Willie y fue tomada el día que -por fin había conocido a su ídolo, su nombre: Mick Jagger.
En el traspatio había un horno que el propio Dixon había construido: eran dos tambos uno encima del otro y dentro había unas costillas barbecue estilo sureño, esto es, picosísimas. Willie en playera y sin sombrero, nunca se lo apeaba, ahí estábamos el Gastón y el que narra, sentados, bebiendo y platicando con la familia Dixon, después de esa soul food llegan con cara de que andábamos por aquí y pasamos a saludarte, Koko Taylor y su esposo; todo estaba calculado, Willie quería que la escucháramos y así fue. Mencionóque en el piano estaba Butch, un hijo de Willie, un guitarrista y Billy Branch en la armónica, la jam session fue memorable y obviamente que ya teníamos a la primera mujer que asistiría a nuestro segundo Festival de Blues. Al día siguiente logramos algo insólito, según nos platicó Amy O'Neal: sacar a Willie Dixon de su casa y llevar- lo a un club para escu- char blues, el lugar se llama -todavía existe- B.L.U.E.S. Hubo gran sorpresa que se reflejaba en el murmullo de la gente conforme iban reconociendo a los integrantes de esa expedición punitiva, en el foro estaba tocando un trío a beneficio del baterista que al día siguiente regresaba a cumplir su condena en la cárcel, pues no podía con un programa especial, que consistía en salir durante el día y regresar a dormir a la cárcel, absurdo en un baterista de blues. Ahí mismo conocí a otra cantante que habría de venir tambien a México, estaba de mesera sirviendo cerveza y cuando todos estaban sentados alrededor de esa minúsculas mesas me ofrece un lugar en la barra, acepto; y fue genial cómo me hace el hueco en la barra, se pone de espaldas y moviendo sus enormes nalgas de un lado a otro abre un espacio. Todo esto lo hizo con seis tarros en ambas manos. Así conocí a Big Time Sarah. Todo mundo pasaba a saludar a Willie y a Marie su joven esposa, Gastón y yo estábamos cerquita del cielo azul un cielo blue, blue, blues.
Delarosa_raulhotmail.com