SABADO Ť 24 Ť MARZO Ť 2001

Ť Nos deja una gran estela de cariño y respeto: Fuentes

En el adiós a Paulette Amor, la palabra venció al llanto

Ť Rojo y Monterroso, entre los asistentes a las exequias

MONICA MATEOS-VEGA

 La escritora Paula Amor Poniatowska, fallecida el jueves, ''nos deja una enorme estela de cariño y respeto", consideró Carlos Fuentes durante las exequias de la autora de la autobiográfica narración Nomeolvides, testimonio de vida de una mujer ''extraordinaria, inteligente, activa, vivaz, heroica", agregó Fuentes.
AMOR
La capilla donde se dio el último adiós a la madre de Elena Poniatowska se llenó de amigos y familiares sorprendidos por la repentina ausencia de Paulette ?como le llamaban?; y es que sus 92 años de edad nunca empañaron ni un instante su lucidez, su fortaleza, su gusto por disfrutar la vida; ''apenas hace quince días anduvo por las calles de la ciudad manejando su auto, se sentía muy orgullosa de todavía poder hacerlo", comentó una de sus hijas.

Rosas y muchas anécdotas acompañaron la despedida a la que acudieron, entre otros, Vicente Rojo, Augusto Monterroso, Bárbara Jacobs, Rosario Ibarra, Marta Lamas, Jesusa Rodríguez, Liliana Felipe, Susana Alexander, Pablo Ortiz Monasterio, María Luisa Mendoza y Maricarmen de Lara.

Escepticismo por los milagros

El autor de Gringo viejo recordó que Paula Amor formó parte de la Cruz Roja Internacional durante la Segunda Guerra Mundial, ''en apoyo de las fuerzas de la Francia libre contra los nazis. Paula tiene un historial personal de valor muy grande, era muy buena escritora y memorista".

Las nietas de Paulette leyeron fragmentos de Nomeolvides, en particular, compartieron con los presentes una anécdota que da cuenta de los momentos de escepticismo religioso que afrontó la escritora: ''En el seno de mi desesperación, llamé al Señor y él me acogió. Una noche que estaba particularmente desesperada, hice una oración. Le expresé a Dios mi deseo de regresar a él, de acercarme de nuevo a los sacramentos. Por desgracia, mi fe ya no era la misma y no veía razón para cambiar mi vida. Sólo un milagro podría transformarme y yo no creía en los milagros."

Elena Poniatowska recordó cuando su madre, en Francia, manejaba la ambulancia de la Cruz Roja y salvó de las bombas a un burro, metiéndolo como pudo en el vehículo. Paulette solía decir que la única vez que sintió nervios al manejar fue cuando su hija Elena estaba a punto de dar a luz.

''Contaba que Elena había ido a entrevistar a un 'solterón' estando embarazada de su hija Paula y que ahí le empezaron las contracciones. El entrevistado le decía, 'ya Elenita, ya váyase', pero ella seguía pregunte y pregunte hasta que llamó a su mamá para que fuera por ella. Y Paulette decía: 'entonces cuando llegué me la encontré sentadita en la banqueta y la subí al carro, el bebé casi nace a medio camino'".

Así, las lágrimas fueron vencidas por la palabra, signo de esperanza y permanencia en el ''hasta luego'' a Paulette.