SABADO Ť 24 Ť MARZO Ť 2001

Ť El cardenal pidió al Vaticano acelerar el proceso

Dudas entre fieles, por la tardanza en la canonización de Juan Diego: Rivera

ALMA E. MUÑOZ

Ante religiosos de América Latina, el cardenal Norberto Rivera reconoció que el retraso en la canonización del beato Juan Diego propició dudas entre algunos católicos sobre la posibilidad de que les hayan contado mentiras en torno a las apariciones de la Virgen de Guadalupe al indígena, ocurridas entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531 en el cerro del Tepeyac.

Desafortunadamente, señaló el arzobispo primado de la ciudad de México durante la reunión plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina, realizada en Roma, Italia, que la canonización se posponga "por motivos de prudencia" nos hace preguntarnos: "ahora resulta que a nuestro pueblo nomás le hemos contados mentiras -parafraseando al Nican Mopohua (uno de los primeros textos sobre las apariciones de la Virgen, escrito en náhuatl, en 1649, por el vicario de la ermita de Guadalupe, Luis Lazo de la Vega)-, que nada más inventamos lo que le hemos siempre dicho, que sólo lo soñamos o imaginamos; que la aparición de nuestra Madre Santísima de Guadalupe no fue real, que no es por tanto verdadera su peculiar presencia entre nosotros, a través de la milagrosa imagen; que la enseñanza continua de los papas a través de siglos sólo era una manera de hablar".

El jerarca católico mexicano lamentó la situación, pues, aceptó, las "desafortunadas declaraciones del antiguo abad de la Basílica de Guadalupe (Guillermo Schulenburg, principal escéptico respecto a los milagros) hirieron profundamente la fe sencilla de los creyentes".

La reunión, celebrada durante tres días en el Vaticano, le sirvió al cardenal Rivera Carrera, apoyado por algunos otros religiosos, como el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, arzobispo de Guadalajara, para exaltar la necesidad de que se acelere la canonización del beato, detenida en diversas ocasiones por la labor de antiaparicionistas, encabezados por Schulenburg.

"Con las apariciones de María de Guadalupe al beato Juan Diego inicia el anuncio del Evangelio del Tepeyac, perfectamente inculturado para que lo apreciemos en nuestra sangre mestiza, en nuestra piel morena, en nuestro idioma. De ahí arranca la piedad y todas esas virtudes, sobre todo las familiares que ella, como Madre, sabe que nos acercan a Jesús".

Para el prelado, no obstante, la posibilidades de duda sobre los milagros son lejanas y esto se constata, a decir del propio religioso, en la beatificación que hizo del indígena Juan Pablo II, pero es necesario reforzar la fe de la población católica, quien hizo suya la imagen de la Virgen a lo largo de casi cinco siglos.

"El modelo de inculturación en nuestra patria y en los pueblos de América es Santa María de Guadalupe. Juan Pablo II nos dice: el rostro mestizo de la Virgen fue, desde el inicio, un símbolo de la inculturación de la Evangelización, de la cual ha sido la estrella y guía", resaltó.