Y ahora, ¿qué sigue?
Las posibilidades de que el Congreso y luego el gobierno puedan llegar a acuerdos concretos con el EZLN no se ven al alcance de la mano, porque requieren no sólo de una gran vocación política de las partes, sino del necesario rompimiento de atavismos, tabúes e intereses económicos
Aunque la todavía oportuna decisión del Congreso, de ofrecer la tribuna al EZLN, constituye una victoria importante para los zapatistas y también para el Congreso y el Presidente mismo, cuya figura hubiera quedado en entredicho con la virtual cancelación del diálogo, no debemos ser desbordados por un optimismo ramplón, que nos lleve a pensar que por fin la paz y la reconciliación están a la vuelta de la esquina. No es el caso.
En primer lugar, es necesario percatarnos de que el EZLN no vino con el propósito de firmar la paz, sino de negociar el reconocimiento de los derechos y la justicia que la nación mexicana, en sus diferentes versiones, les ha negado durante 500 años; tampoco han venido para conformarse con escuchar promesas y buenos propósitos gubernamentales, con las vaguedades de que todas estas declaraciones suelen estar acompañadas, para diluirse luego en la nada. El establecimiento de la paz requerirá de acuerdos específicos, concretos y reales, tan reales y tan concretos como sus carencias mismas.
Por otra parte, las experiencias vividas durante las cuatro semanas que lleva ya la marcha zapatista, nos han dejado ver que junto al entusiasmo y el apoyo multitudinario que les ha brindado el pueblo de México más allá de toda duda, continúan vivas las mismas fuerzas oscurantistas y retrógradas, a las que debe México su actual estado de retraso y de pobreza, las cuales continuarán seguramente presionando, amenazando, argumentando legalismo, haciendo todo por impedir el diálogo, por trastocar y confundir a la opinión pública para salvar sus privilegios, o simplemente para agradar a sus amos.
Sí, lejos de vivir un proceso de transición a la democracia, a partir de los resultados del 2 de julio, el ambiente político se ha venido enrareciendo durante las últimas semanas con declaraciones exaltadas, violentas y amenazantes de gobernadores, empresarios, políticos, caciques y comentaristas de radio y tv, que aun representando a una minoría y siendo pequeños en valores e inteligencia, son poderosos y peligrosos por los intereses económicos que los respaldan.
Otro elemento que enturbiará más el proceso es la televisión y muy especialmente la de Salinas Pliego, cuya influencia es creciente. Su capacidad de manipulación y de alteración de la realidad parece hoy no tener límites ni pudor; su actuación en los próximos días y semanas es desde ahora previsible.
Las posibilidades de que el Congreso y luego el gobierno puedan llegar a acuerdos concretos con el EZLN no se ven al alcance de la mano, porque requieren no sólo de una gran vocación política de las partes, sino del necesario rompimiento de atavismos, tabúes e intereses económicos, que no deben ni pueden ser ignorados. Afortunadamente, en ambos lados de la mesa parece haber hombres dignos, con principios, y con el compromiso declarado de buscar el bien de la nación, como fin último.
Sin vinculación alguna con el tema tratado, aprovecho este espacio para invitar al paseo en bicicleta que haremos el próximo domingo, para celebrar la llegada de la primavera. La cita es en el Parque Hundido, en Insurgentes, a las nueve cuarenta y cinco de la mañana.