Ť Delegado del CNI asegura que los indios no quieren el poder, sólo ser reconocidos
"Que los gobernantes respondan al pueblo"
Ť Exigen se apruebe la iniciativa de la Cocopa para que "cuando esté escrito nos respeten"
RAMON VERA HERRERA
Entrevistado para La Jornada, Rómulo González Rebollar, comunero nativo de San Francisco Mihualtepec, mazahua "como todos los de allá", delegado del Congreso Nacional Indígena, afirma: "respondan al pueblo".
Recuerda que antes de que en el 94 se hiciera conocer el Marcos de la montaña, en donde se proyectan todas las voces, nosotros como organización, como pueblo, nos estábamos juntando para igualmente luchar por esas demandas, pero no teníamos una conexión común para saber lo que se estaba luchando. Ya con los medios de comunicación vimos que eran las mismas. ¿Qué hicimos? Unir nuestras fuerzas. No hay palabras: tiene que sentirlo el corazón.
No
estamos reconocidos en la Constitución. La Constitución nos
habla que es plural en cuanto a los pueblos indígenas, pero eso
es un paliativo. Queremos lograr que la iniciativa de ley de la Cocopa
se apruebe, que esté en la Carta Magna de nuestra República.
Esa ley, nosotros decimos, es una costumbre. Porque es para nosotros como pueblos indios nacidos en cada una de nuestras regiones. Porque la practicamos. Tenemos nuestro propio gobierno en la comunidad. Pero vale mientras estamos adentro de esa casa. Cuando salimos dicen: no pues no. Entonces ¿cómo para el gobierno sí vale todo? El sí sale de aquí y sale allá, eso sí vale. A nosotros no nos reconocen. Eso es lo que estamos luchando.
Lo que queremos lograr para nuestro pueblo es ora sí que nuestra mansión india, nuestra lengua, nuestra costumbre. Que no se muera la idea. Que no se pierda. No se ha muerto. Nos la cambiaron.
Pero siempre el indio ha sido blando. No quiere, pues, pelear. Pero llega el momento en que dices, no pues ya basta. No queremos ser el objeto.
Ya nos dimos cuenta de lo que hace el gobierno: separar a los grupos; darnos láminas, despensas, Progresa...
Es una forma de ir apartando a la gente, y de ahí decir que no funcionamos. Para eso nos hacen pelear. Porque la gente dice "yo no recibí, pero éste sí recibió y orita ni siquiera está en la comunidad, por qué recibió". Pero los del Progresa llaman a la asamblea para todos y le dicen, nomás a diez son los que vamos a apoyar ¿Y el resto? El resto estamos pintados.
Es por esto que nosotros nos enojamos, porque no comprendemos la palabra engañosa. No sabemos por dónde van a lanzar el mordisco. Primero nos juntan y después lanzan el mordisco. Es como una serpiente que nomás oímos el ruido y luego ¡pas! Nada más agarró a uno de los que íbamos ahí porque no alcanza para más su veneno. Eso es lo que hace el gobierno. No alcanza para más su veneno. No alcanzó sino para diez. Lo demás es lo de menos. Estamos apoyando a los indígenas, dicen. Estamos mandando dinero. Pero dinero no queremos. Queremos mirar el horizonte. El dinero es lo que nos hace envilecer. El dinero a lo mejor alcanza para mí, ¿y el resto? Eso es lo que no queremos.
El horizonte
Nunca nos dan la oportunidad. Hay una distancia enorme, que parecería un escaloncito, pero que está allá, al infinito. Ellos nunca se miran, nunca miran pa'bajo y nosotros muy difícil miramos pa'rriba. Eso es lo que ellos quieren. Pero hoy pensamos que ya es suficiente, queremos ya ser. Mirar un poco al horizonte, porque pensamos que el horizonte es la orilla. Pero cuando llegas tú allá, el horizonte está más allá, más, más: es una orilla que no tiene fin. Ya no queremos ver allá arriba.
No se encuentran las palabras de explicarlo, de decirlo, pero sentimos que hoy es nuestro día. Sentimos que hoy nacimos, que hoy revivimos.
Queremos que se apruebe la iniciativa de la Cocopa sobre los derechos y cultura indígenas, que estamos ejerciendo. Así, cuando ya esté escrito en la Constitución ?porque para ellos tiene que ser escrito?, nos van a respetar.
Y lo curioso es que para nosotros la palabra es lo que vale. Cuando en la comunidad decimos algo ?no hay una hoja, no hay una firma, nada?, lo hacemos. Para ellos no. Porque para ellos si me firmas, sí. Nos enseñaron que tenemos que firmar. Y firman ellos, pero igual no hacen nada.
Por eso hoy decimos: vamos a unirnos a nuestros hermanos indígenas. Igual estamos muy lejos, pero estamos muy cerca porque las necesidades que ellos tienen también nosotros las tenemos. Ese es el camino que estamos haciendo para que otros caminen. A lo mejor nosotros no lo logramos, pero va a ser un caminito. Y ese es el que van a caminar ellos. Esa es nuestra forma de pensar. Es muy importante.
Algo está cambiando. Algo vemos que se viene floreciendo, como en nuestra comunidad. Cuando estamos trabajando decimos que es una flor. Cada pétalo representa un mando, cada pétalo representa una faena, un colectivo, esa es nuestra organización. No la vemos, y cuando la sentimos decimos tú eres la cabeza, yo soy la mano, ese otro el cuerpo. Y todos nos necesitamos. Todos somos problema de toda la comunidad. Eso es lo que tratamos de rescatar.
En nuestras comunidades nosotros tenemos nuestras propias formas como barrios, como pueblo ?para nombrar a nuestro delegado, nuestro comisario de bienes comunales o de ejido, nuestra sociedad de padres de familia, el comité de agua? y las hemos estado practicando durante muchos años. Mucho más de antes de nuestros abuelos.Y se obedecían. Cuando hacemos un colectivo, sea cooperación, cuota o faena, lo mostramos trabajando con la comunidad.
Se habla mucho del mandar obedeciendo. En nuestra comunidad cuando nombramos un delegado, un comisariado, la máxima autoridad es la asamblea. Y manda obedeciendo. El nos obedece, pero a la vez él nos ordena, y nosotros también tenemos que obedecer. Cuando vamos a hacer un trabajo, una escuela, un camino, el delegado dice: ¿están de acuerdo? Sí estamos de acuerdo. Pues entonces vamos a trabajar todos juntos. Está mandando, pero está obedeciendo, porque finalmente quién va a hacer el trabajo, pues la misma gente, el núcleo de la comunidad.
Dicen que los comunales son inembargables, inalienables, inextinguibles y todas esas palabras que hoy se utilizan mucho por acá, que nosotros luego no entendemos, pero ya entendimos: que con ellos no se puede hacer negocio.
A nuestra región llega mucha gente con posibilidades de comprar. Entonces le vendemos. Porque estamos tan jodidos que vemos un montón de dinero, que son 20 y son 100, lo que sea, y es mucho para nosotros, pero es poco porque para nosotros la tierra, decimos, es nuestra madre; pero también decimos que es nuestra esposa, nuestra amante, nuestra amiga, porque nosotros le damos a la tierra y nos devuelve alimento. En la comunidad nos ayudamos, trabajamos y comemos todos.
Nuestra lucha de hoy es algo inimaginable. Nos tocó vivir nuestra época, nuestra historia. No la historia que nos dicen en la escuela. Nosotros queremos hacer nuestra historia. Organizarnos para saber cómo hacer, escribir nuestra historia, de nosotros, de los de hoy, de los que estamos aquí.
Nosotros estamos acá en este pueblo, se llama San Francisco, se llama San Miguel, San Antonio, que sí es México. Cómo es posible que hoy nos vengan a enseñar. Cómo es posible que algunos diputados digan que nosotros no sabemos. No sabemos porque nunca nos han dado la oportunidad de que nos escuchen. Ellos quieren que les escuchemos, pero ellos no se dejan escuchar. No nos escuchan. Abrimos este camino, buscamos la manera flexible, amable, no entienden. O a veces con grosería. Porque así nos enseñaron, no éramos así. Solamente así entienden ellos la palabra.
Con el sistema de educación del gobierno nos han ido apartando, nos han ido alejando de nuestra forma de organización y de lucha. Es un arma que el sistema del gobierno no va a decir que existe.
Ser ignorante es una palabra que trajeron ellos. En mi comunidad existe gente que no tiene nada de estudio pero si fueran ignorantes no se hubieran buscado una esposa, no hubieran formado su familia, no habrían hecho su casita, no estuvieran trabajando para que a su vez a sus hijos los mandaran a la escuela.
"Nos quieren erradicar"
Ignorancia: esa palabra debe borrarse. Existen cosas que desconocemos porque no somos telépatas para apadrinar lo que alguien está queriendo pensar. Pero nos quieren erradicar. Por eso dicen: son ignorantes, para que nos vayan erradicando, nos vayan apartando. O sea nos van formando conforme fuimos estudiando. Pero eso no es cierto, no te hace ser mejor. Más bien el aprender, el saber oír y ver, escuchar y sentir, eso es lo que te hace ser un verdadero aprendiz. Un verdadero maestro no hay. Un verdadero alumno, tampoco. Y nunca vas a saber. Nuestra mente es tan grande que no hay un límite. Es un infinito. A través de caminar vas descubriendo. Nadie nace sabiendo. Es un proceso que tienes que hacer y descubrir tu propia forma.
Entonces no puedes ser un ignorante. Porque sabemos medir el tiempo. Sabemos cuándo es la hora de sembrar, la época de cosechar. Todo eso sin tener una letra. Y eso no nos hace ser menos. Tampoco nos hace ser mejores. Somos eso nada más. Somos parte de esa tierra. Los estudiosos practican con sus libros. Los que no estudiamos practicamos con nuestra herramienta de trabajo. Eso es lo que sabemos nosotros. Entonces no hay ignorancia.
En los sistemas de la escuela nunca nos dicen aprende a leer y luego vete a tu comunidad. Enseña tu lengua y tu cultura, tu tradición, tu forma de trabajar, tu forma de pensar. Eso no nos dicen. ¿Quieres saber más? Ah, no. Tienes que ir a la secundaria. Y después vas subiendo, y ya saliste de los tres años de secundaria ora vas a la preparatoria. Y otra vez. Finalmente, cuando sales de ahí, no tienes espacio para que tú ejecutes eso que te enseñaron. Espérate, luego te damos. ¿Creen que es justo eso?
Por eso nosotros no queremos el poder. No queremos el poder que se maneja acá. Pero podemos. Somos. Por eso queremos la libre determinación. Nadie nos va a decir lo que tenemos que hacer. A nosotros nos ocuparon los gobernantes para estar donde están ahora, pero ahora les decimos que respondan al pueblo.