VIERNES Ť 23 Ť MARZO Ť 2001
Ť Luis Angeles
ƑEducación con tecnología?
A la luz de la experiencia de universidades abiertas y altamente tecnificadas de otras partes del mundo, el dilema entre educación masiva y de calidad resulta falso, es decir, la utilización de alta tecnología para atender a los marginados no es un contrasentido.
Con el propósito de aumentar el acceso a los estudios superiores, reducir el costo y elevar su flexibilidad, las llamadas megauniversidades de otros países han debido incorporar métodos abiertos de enseñanza, inspirados en la Open University del Reino Unido, fundada en 1969. Gracias a la incorporación de tecnologías modernas de la información, millones de estudiantes tienen acceso a la educación universitaria e intercambian mensajes en todo el planeta durante las 24 horas del día.
La universidad de la ciudad de México, o como llegue a llamarse esa importante institución, habrá de estar al tanto de esas nuevas tecnologías aplicadas a la educación a distancia, pues de otra manera difícilmente estará en condiciones de garantizar el acceso masivo de alumnos y los salarios dignos para los académicos, como se ha prometido. Otras instituciones en nuestro país fueron fundadas con ese mismo compromiso y al cabo del tiempo lo perdieron y se homologaron con el resto.
Las megauniversidades han enfrentado los desafíos del acceso masivo, bajo costo y gran flexibilidad de una manera sorprendente. En países como China, Indonesia, Irán, y hasta España, Francia y Reino Unido, han hecho contribuciones a la expansión del sistema educativo de su país. Las instituciones Anadolu University de Turkía y China Tv University Sistem atienden, cada una, a 600 mil estudiantes; o la Indira Gandhi National Open University y la Universitas Terbuka, ambas de India, con una matrícula de 350 mil estudiantes cada una.
El costo anual por estudiante en esas instituciones promedia menos de 400 dólares, en comparación con los más de 10 mil requeridos en otras universidades convencionales del propio Reino Unido o de Estados Unidos. (Daniel, John. Megauniversities and Knowledge Media. Inglaterra: Kogan Page, 1996).
Son diversos los desarrollos tecnológicos que están permitiendo el éxito de la universidad abierta: el uso del cd, la teleconferencia por satélite, la masificación de las computadoras, el perfeccionamiento de las tutorías por medio del correo electrónico, las conferencias por computadora, el uso del World Wide Web, la transmisión por televisión, y el aprovechamiento de la tecnología en la logística y en la administración del sistema de aprendizaje, entre otros.
Las nuevas tecnologías de la información han puesto al alcance de los estudiantes cualquier cantidad de información, donde éste frecuentemente termina por perderse, distrayéndose en trivialidades sin encontrar su calidad y relevancia, y sin utilizar bien las herramientas y sin conseguir la motivación por el aprendizaje. Como las nuevas tecnologías, la educación a distancia ha sido sujeta de todo tipo de críticas: que el estudiante padece de problemas de soledad; que hay una carencia de comunidad que refuerce el proceso; que se carece de una ruta personalizada de aprendizaje; que las evaluaciones se despersonalizan y no ofrecen el reconocimiento motivacional; que muy poca de la información se convierte en conocimiento.
Son frecuentes también las observaciones de que en los medios virtuales se minimiza la función del maestro y de que la tecnología intenta remplazarlo, cuando lo que ocurre realmente es que la función docente cambia y que un buen maestro donde quiera enseña. También se argumenta que la pedagogía queda al servicio de la información; que esa educación no tiene enfoque comunitario alguno, porque puede diseñarse a solicitud del usuario y que el papel del estudiante pasa de pasivo a activo, mientras el del profesor de activo a pasivo.
Por supuesto, se señala que es un enfoque afín al libre mercado. Puede ser, pero en todo caso el mercado resulta insuficiente como guía y propósito, si finalmente los objetivos de la educación no son sólo los de generar un agente productivo, sino los de una persona creativa, realizada y defensora de los más altos valores de la convivencia humana.
Aunque para cada una de esas desventajas puede haber compensación, dado que el uso cotidiano de la telefonía, la teleconferencia, la tv, el video o el tablero electrónico en tiempo real, así como otros métodos interactivos, configuran una cultura del aprendizaje permanente.
El desafío de la educación universitaria está hoy, en cómo lograr atender la demanda sin disminuir más la calidad; en cómo dar acceso popular a la educación sin caer en populismos; en como abaratar procesos sin abaratar la calidad. En este mundo interconectado, la educación abierta con alta tecnología parece ser la única forma sustentable de llevar educación a las grandes masas: China e India -los países más poblados- lo están demostrando con su experiencia de alfabetización masiva.
Seguramente la adopción de estos instrumentos obligará cambios. En el uso de los presupuestos, por ejemplo, más pronto que tarde veremos una transferencia de fondos -públicos o privados- de las propias instituciones directamente a los educandos. En el Reino Unido se han diseñado tarjetas inteligentes para que el estudiante obtenga tanto dinero como necesite para adquirir tantos programas como sea capaz de cumplir.
Mientras los instrumentos convencionales de la educación como el libro o la película son bienes terminados, completos, los instrumentos más modernos son inacabados porque siempre están en proceso; son instrumentos donde se reduce la distancia que habría entre el autor y el lector, porque son interactivos, elementos de suyo participativos.
En todo caso, la versatilidad de los nuevos recursos significa una importante ventaja comparativa: el mismo contenido puede presentarse en papel, en pantalla, en audio, al convertir el material en producción digital para voz, o mostrarse en sistema braile, si el usuario así lo requiere.
Está demostrado que el uso pertinente -así sea parcial- de las nuevas tecnologías ofrece un potencial enorme para elevar la eficacia de los sistemas educativos con inclusión social. Lo que no hay es una tecnología para atender problemas mal definidos y peor comprendidos, adoptarlas sin la debida responsabilidad puede hacernos olvidar que la gente va primero y luego la tecnología, que la pedagogía no puede quedar al servicio de la tecnología, a no ser que el propósito sea conseguir que empeore la calidad de la educación.
Si la tecnología va a usarse responsablemente en la educación, atendiendo a la experiencia de otras latitudes y la nuestra propia, adelante, pero si no es así, será mejor seguir utilizando los más viejos instrumentos, finalmente la docencia es siempre la última profesión en adoptar la tecnología. En tal caso las mayorías estarán condenadas a tener acceso sólo a educación inflexible y de baja calidad.