VIERNES Ť 23 Ť MARZO Ť 2001
Ť La medida recuerda los tiempos de la guerra fría, responde Vladimir Putin
"Correcta", la decisión de expulsar a 50 diplomáticos rusos, sostiene Washington
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 22 de marzo. La relación entre Rusia y Estados Unidos, desde la perspectiva del Kremlin, vive uno de los peores momentos de los últimos 15 años, a raíz de la decisión de la administración de George Bush de declarar persona non grata a cuatro diplomáticos rusos y de exigir que otros 46 abandonen su territorio antes del próximo 1o. de julio.
Para los rusos se repite una situación que se creía ya superada y que no se había reeditado desde 1986, cuando 80 diplomáticos suyos corrieron igual suerte, apenas tomó posesión de la Casa Blanca Ronald Reagan, teniendo como vicepresidente a George Bush padre.
Todavía el jueves, el presidente Vladimir Putin, en una entrevista publicada por varios periódicos locales, opinó que hay "buenas señales" de Washington.
Pronto se hicieron añicos dichas señales y detrás de este nuevo enfriamiento de la relación bilateral, el gobierno de Rusia ve una clara intención política, que "hace recordar los tiempos de la guerra fría y empuja a los dos países a una peligrosa confrontación".
Estados Unidos, por su parte, trata de restar importancia al incidente y, en palabras de su presidente George W. Bush la "decisión es correcta". Al referirse a la expulsión de los diplomáticos rusos, el inquilino de la Casa Blanca afirmó en Washington que dicha acción "habla por sí misma" y se mostró confiado en que no afectará la relación entre los dos países.
"Confío en que podremos mantener buenas relaciones con los rusos, ya que hay áreas en que es posible seguir trabajando juntos", puntualizó Bush.
Los rusos no están muy convencidos de ello, como hizo saber el canciller Igor Ivanov a su contraparte, Colin Powell, en una áspera conversación telefónica sostenida la noche del jueves, el primer contacto directo de alto nivel entre ambos gobiernos, según se informó aquí.
Reportes llegados a esta capital desde Washington dieron cuenta de que Powell al referirse a la conversación con Ivanov dijo que "discutimos sobre esto de manera muy detallada y le aseguré que consideramos el asunto como cerrado".
En el fondo, Moscú considera "injustificada" la expulsión de medio centenar de diplomáticos como consecuencia de la detención, en febrero pasado, del ex agente del FBI Robert Hanssen, acusado de espiar a favor de la URSS y, luego, de Rusia.
El propio Ivanov, en alusión a dicho caso, dio a entender que Estados Unidos no quiso utilizar los procedimientos habituales para resolver las controversias entre servicios de espionaje. Dicho de otra forma, en la ya larga historia del espionaje recíproco, la neutralización de un topo presupone el fin de la misión de varios enlaces con cobertura diplomática, entre cuatro y seis por lo común, sin que muchas veces trascienda.
Por ello, la drástica medida de expulsar a 50 diplomáticos fue calificada aquí de "inamistosa y lamentable" y provocó una enfática protesta del Kremlin, que anunció que su respuesta será "adecuada" y se dará a conocer "muy pronto".
Esta respuesta, según fuentes de inteligencia locales, no tiene que ser necesariamente la expulsión de igual número de diplomáticos estadunidenses y podría ser "proporcional" al "perjuicio causado", toda vez que la cantidad de funcionarios acreditados en cada país difiere.
De acuerdo con un entendimiento entre Moscú y Washington, ninguno de los dos países puede acreditar más de 350 diplomáticos en su embajada y dos consulados generales. Salvo el presupuesto de cada uno, no hay límite, en cambio, para el personal auxiliar y administrativo, que muchas veces son ciudadanos del país receptor.
Todo parece indicar que la irritación de Rusia se debe a que la expulsión de 50 diplomáticos es un duro golpe, habida cuenta que tenía acreditados sólo 190 funcionarios, sin llegar a cubrir su cuota permitida, acaso por no necesitarlo con un espía como Hanssen.
Estados Unidos sí acreditó los 350 diplomáticos que puede y, además, el personal auxiliar y administrativo a su disposición suma casi 800 personas.
Visto así, no se excluye que la respuesta "adecuada" de Moscú sea expulsar un número mayor de diplomáticos estadunidenses, o bien, limitarse incluso a menos, pero prohibiendo que los ciudadanos rusos laboren en las representaciones diplomáticas de Estados Unidos, como ya ha sucedido en otras épocas, paralizando prácticamente su funcionamiento.
Moscú no circunscribe el deterioro de su relación con Washington únicamente a este caso. Inscribe en la misma tendencia negativa, creciente desde que Bush llegó a la Casa Blanca, el anuncio de que un alto funcionario del gobierno estadunidense, por lo menos "con rango de subsecretario de Estado adjunto", según se reveló, recibirá esta misma semana al ministro de Relaciones Exteriores del gobierno rebelde de Chechenia, Ilias Ajmadov.
La nota oficial del gobierno ruso, previa al escándalo de las expulsiones, asienta con dureza: "Sorprende francamente con qué tenacidad, digna de mejor causa, establece el gobierno de Estados Unidos contactos con emisarios de los terroristas chechenos, que hacen explotar edificios de viviendas, matan rehenes y secuestran aviones".
Al mismo tiempo, voceros oficiosos del Kremlin tratan de vincular la expulsión de los diplomáticos rusos con el interés de Estados Unidos de "distraer" la atención de la situación en Macedonia ya que, acusan, "son responsables de haber armado a los rebeldes albaneses y la situación está a punto de derivar en una nueva guerra en los Balcanes".