JUEVES Ť 22 Ť MARZO Ť 2001

Más de un millón de personas reciben la primavera en Teotihuacán


Espiritualidad a la carta

MARIA RIVERA ENVIADA

Teotihuacán, 21 de marzo. La espiritualidad a la carta tiene cada día más adeptos. Millón y medio de personas asistieron hoy a Teotihuacán a una celebración donde se entremezclan ritos prehispánicos, tibetanos y new age con elementos de religiosidad popular, como el guadalupanismo y el culto a San Judas Tadeo. Los hijos de la crisis no dudaron en esperar tres horas para ascender hasta lo alto de la pirámide del sol. Desde el pequeño espacio que lograban disputar a codazos, se cargaron de energía para continuar la lucha por la vida. Asoleados, empolvados y exhaustos, bajaron dejando atrás la conciencia del desamparo y dando paso a la esperanza. Qué mayor milagro se puede pedir.

ceremonia-teotihuacan-2 Los más informados llegaron el 20 de marzo por la mañana para celebrar la entrada oficial de la primavera. Pero la mayoría tuvo que esperar hasta el día feriado para encaminarse hacia la ciudad de los dioses. El fin del invierno estaba todavía presente en la fría madrugada, cuando se empezó a formar el río humano hacia las pirámides. De riguroso blanco, con alguna banda o prenda roja para concentrar la energía solar, sectores populares y medios se prepararon para este ritual, que cada quien realizó mirando de reojo a sus vecinos, por si resultaban más avezado en esos menesteres. Al final todos terminaron poniéndole algo de su cosecha. Sin oficiantes ni testigos de calidad, aquí todo se vale, incluso cargarse de energía torta en mano.

En este ritual confluyen elementos de religiosidad popular con new age, explica Bernardo Barranco, analista de temas religiosos. En su primera vertiente se expresa la religiosidad de los sencillos, donde la gente, más que explicar su fe, la vive. Aquí lo mismo está el catolicismo que se manifiesta en la Villa de Guadalupe o Iztapalapa, que la versión prehispánica, con el regreso de los concheros, la magia y los chamanes, donde la dimensión simbólica es muy fuerte. Mientras el new age, que el investigador considera una especie de coctel espiritual y religioso que conlleva una actitud profundamente consumista e individualista, es más propio de los sectores medios que han pasado del agnosticismo a las búsquedas espirituales. Alejados del catolicismo institucional, van de un grupo religioso a otro. Un día la respuesta está en uno ecológico y al día siguiente en aquel que se enfoca a la superación personal o a la meditación. Lo característico es su temporalidad; no son religiones para siempre, sino desechables. Por ahora, pueblo y clase media se han cruzado en Teotihuacán.

A media mañana el tianguis de la fe está en su apogeo. Si la oferta parece infinita, la demanda también. Trabajo y amor parecen ser los principales problemas que agobian a los mexicanos, según esta consulta popular. Los amuletos en sus múltiples variantes tienen gran demanda. Desde los "preparados" especialmente para cada cliente -que incluyen oraciones, perfumes, monedas y polvos mágicos- hasta los cuarzos que según el color cumplen un cometido específico. Ojo de tigre para la inteligencia, rosa para la amistad, morado para el dinero. Pero los más populares son los de reminicencias prehispánicas, como pirámides, flechas, máscaras o caballeros águila que protegen del mal de ojo según las piedras de sus escudos. En un rincón, un solitario chino de utilería, más cercano a Fumanchú que a un adivino, ofrece "papelitos a peso" que contienen mensajes con interpretaciones abiertas. Por ejemplo: "cuida tu porte que la suerte llegará".

También hay filas para hacerse limpias, que algunos denominan desalojos. Por cooperación o cuota fija, "hermanitas", concheros o chamanes alejan la mala vibra mediante aceites perfumados, sahumerios o ramas de pirú, al tiempo que advierten sobre enemigos, posibles enfermedades o conductas desviadas, y ofrecen consejos y amuletos para regresar al buen camino.

A mitad de la Calzada de los Muertos los reginos despliegan una manta que anuncia su nuevo sitio en Internet. Esta creencia, que tiene como columna vertebral el culto a Regina, "reina de México" -aquella edecán asesinada la noche del 2 de octubre en Tlatelolco y a la que consideran la rencarnación del último emperador azteca-, cobra día a día más adeptos. Algunos incluso los ven como los iniciadores de este boom teotihuacano, que en sólo 15 años compite con manifestaciones religiosas de tanta tradición como la peregrinación a la Villa de Guadalupe, el 12 de diciembre, o la Semana Santa en Iztapalapa.

A mediodía el lugar donde los hombres se convierten en dioses está atestado y el aire impregnado de aroma a copal. No se escucha otro sonido que el de los instrumentos indígenas que acompañan a decenas de danzantes. Algunos venden folletos sobre el significado de la danza solar mexica, donde explican que ésta es un medio para alcanzar un nivel de conciencia superior acerca del origen y destino del hombre y del universo, por lo que debe ir acompañada del aprendizaje de la filosofía de Anáhuac. Con citas de Miguel León-Portilla, Jaques Soustelle y uno de sus clásicos, Romero Vargas, autor de Los gobiernos socialistas del Anáhuac, hablan de la necesidad de vencer el individualismo para llegar a convertirse en "funcionarios de la colectividad".

El ritual convoca lo mismo a amas de casa y empleados que a estudiantes universitarios y profesionistas. Una de las danzantes más entusiastas es Nancy, estudiante de Derecho de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Mientras se prepara para celebrar la llegada de Tonatiuh a lo más alto del cenit, cuenta que en los tres años que lleva practicando la danza ha aprendido a conocerse mejor a sí misma. Su explicación tiene espacio para lo mágico. "Ahora han empezado a cobrar sentido algunos hechos que anteriormente me parecían producto del azar", explica convencida. Está próxima a recibir, en una siembra (ceremonia similar al bautizo) el nombre con el que se identificará ante su grupo de ahora en adelante.

Acompañada de su hermana y sus hijos, Alicia Martínez levanta los brazos al Sol cuando un caracol anuncia que son las doce del día. Durante cinco años ha venido a Teotihuacán para celebrar el equinoccio de primavera. "No me puedo quejar, ahora me va bien: tengo trabajo y mis hijos continúan estudiando. šQué más se puede pedir!", afirma. Su hermana Carmen asiente. Hace dos años se hizo cargo de una cocina económica y le ha ido muy bien, comenta. También le atribuye le buenaventura a la energía positiva que obtiene en estas fechas. Ambas se reconocen como católicas practicantes y su creencia en las pirámides la ven como complementaria.

Con la cara enrojecida por las tres horas que lleva esperando bajo el sol para subir a la pirámide, Andrea Guerrero,cuenta que es la primera vez que asiste a la ceremonia. Sus amigas telefonistas la convencieron de venir porque tiene un problema "muy gordo". No explica de qué género, pero cuenta que ya trató de resolverlo por otros medios sin conseguir resultados. "A ver si ahora", susurra. Tras ella cientos más esperan en ordenada fila, dando paso a la esperanza.

Así cada 21 de marzo estos rituales clandestinos, que el resto del año permanecen a la sombra, emergen, aparece una espiritualidad más compleja de lo que las religiones institucionales quieren reconocer. Contra viento y marea, la instintiva búsqueda de respuestas muestra otro rostro.