JUEVES Ť 22 Ť MARZO Ť 2001
Ť Fascistas de Italia y España y la CIA, implicados en la represión, acusa Pérez Esquivel
Acepta Alemania la querella por genocidio contra militares argentinos
Ť La sociedad civil, movilizada en vísperas del aniversario número 25 del golpe de Estado de 1976
Ť Juicios en cuatro países europeos y en Israel contra los responsables de 30 mil desapariciones
STELLA CALLONIŤ CORRESPONSAL/I
Buenos Aires, 21 de marzo. En vísperas de la conmemoración de los 25 años del golpe militar que derrocó al desgastado gobierno de Es-tela Martínez de Perón, el 24 de marzo de 1976, para imponer la más cruenta dictadura que conoció Argentina, el Ministerio de Justicia alemán aceptó hoy la querella por genocidio y crímenes contra la humanidad, en un gesto del gobierno de Berlín interpretado aquí como una señal de apoyo a las demandas de justicia de los familiares de los miles de detenidos desaparecidos.
Mientras prosiguen los juicios contra los responsables de alrededor de 30 mil desapariciones y otros crímenes en diversos países como Francia, Italia, España, Suecia y otros --a los que acaba de incorporarse Israel--, la decisión de la ministra de Justicia Herta Daeubler Gmelin al recibir la querella presentada por la Coalición contra la Impunidad, los familiares de los desaparecidos de origen alemán y del premio Nobel de la Paz 1980, Adolfo Pérez Esquivel, reabrió esperanzas en los organismos humanitarios de Argentina.
En el edificio histórico del Parlamento (Reichstag) de Berlín, re-sonó en toda su intensidad el verdadero sentido de la tragedia vivida, cuando rindió testimonio Elsa de Oesterheld, en cuya familia hay nueve desaparecidos, entre ellos su esposo el conocido caricaturista Héctor Oesterheld.
Este y otros testimonios conmovieron a la sala, dijeron telefónicamente a La Jornada los familiares de las víctimas presentes allí, los que destacaron el apoyo recibido en estas horas por el poder político alemán.
La presentación de la demanda coincidió con un simposio organizado en esa ciudad por el partido político Los Verdes, con motivo del vigesimoquinto aniversario del golpe de Estado.
Actos en Buenos Aires
Esta recordación ha movilizado a la sociedad civil en Argentina co-mo ningún otro acontecimiento de los últimos tiempos.
Cada día hay alguna actividad relacionada con la fecha, mientras se preparan al menos dos actos importantes en esta capital convocados por Madres Fundadoras de Plaza de Mayo, lideradas por Nora Cortiñas, Abuelas de Plaza de Ma-yo y organismos humanitarios, sindicales políticos estudiantiles y so-ciales que auguran una multitudinaria marcha, y otro acto de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo que lidera Hebe de Bonafini.
En un fuerte documento que firman alrededor de 200 organiz aciones se condena la impunidad, la falta de justicia y también los objetivos que tuvo la pasada dictadura castrense destinados a im-poner el actual modelo económico que, señalan, está produciendo un nuevo genocidio.
Varios organismos humanitarios denunciaron que las instituciones financieras internacionales, a las que atribuyen haber impulsado las dictaduras del pasado para impedir toda resistencia al modelo neoliberal, produjeron ahora un golpe de Estado "del mercado" para violentar la voluntad popular que se expresó en las urnas en 1999 en torno a un programa que ha sido ahora "sepultado".
Pero estas son horas de actos y recuerdos dolorosos en el país.
"Aquel 24 de marzo los argentinos escuchamos una vez más la famosa marcha militar y los primeros bandos militares. Acostumbrados a la sucesión de dictaduras desde 1930 y especialmente después del derrocamiento del general Juan Domingo Perón en 1955, cuando cumplía un segundo pe-riodo presidencial, todo el espectro político se preparó para la re-presión", recuerda el antiguo dirigente peronista Sebastián Borro.
"Viví una dictadura tras otra. Buena parte de mi tiempo estuve gambeteando (esquivando) a militares y muchos de los que eran te-nientes en el 55 después eran los mismos generales que nos persiguieron en el 76. Para ellos era imprescindible liquidar al peronismo más progresista que avanzaba hacia otro movimiento que hubiera sido indestructible en conjunto con la izquierda. Había que cortarlo de raíz . Sin ese genocidio no estaríamos hoy bajo este mo-delo económico y no nos hubieran degradado como lo han hecho", añade Borro.
Adolfo Pérez Esquivel fue llevado a los llamados "tubos" de la policía y torturado, y también es-tuvo detenido en Brasil y otros países sudamericanos.
"El esquema parecía el mismo: el cierre del Congreso, las radios en cadena. Pero había en esta ocasión algo que nadie podía desconocer. Cada dictadura había significado un aumento paulatino de la represión y de elementos desconocidos de la misma. Pero ésta que llegó en el 76 estaba precedida por la tragedia de la aparición de los escuadrones de la muerte de la Alianza Anticomunista Ar-gentina (Triple A), cuando el pa-ramilitarismo estuvo en su apogeo entre 1974 y 1975 asesinando a por lo menos 2 mil personas", re-cuerda el ex dirigente peronista.
En ese periodo gobernaba Isabel Perón, viuda del presidente Juan Domingo Perón, de quien "heredó" el poder, que en realidad estaba en manos del ex oscuro cabo de policía José López Rega.
Este, quien se había metido bajo el ala de Perón desde su exilio en España, había hecho amistad allí con el embajador estadunidense Robert Hill, ligado a los generales que crearon los escuadrones de la muerte en Guatemala, quien en la época era considerado un "halcón de la CIA".
No casualmente Hill fue trasladado a Argentina, cuando Perón volvió a este país y finalmente re-gresó por tercera vez a la presidencia de la república.
"Con López Rega llegaron los fascistas de Italia y de España y otros mercenarios del mundo. También está ya en claro la relación de todos ellos con la CIA estadunidense. Ese poder oculto y temible montó el escenario donde habría de crecer la dictadura del 76", dice Pérez Esquivel.
Señal de fuego
En septiembre de 1975 el gobierno firmó el decreto que ordenó la actuación de las fuerzas armadas en todo el país, "hasta aniquilar el accionar subversivo". Fue la señal de fuego para los que ya estaban preparando la instauración de la dictadura militar.
"Se trataba de "aniquilar" a las fuerzas guerrilleras, surgidas después de años de sucesivas dictaduras que habían cerrado todas las puertas a la democracia y también a toda la posible resistencia contra las nuevas imposiciones económicas. Estados Unidos consideró que había que ajustar a Argentina. Para imponer el modelo necesitaban miles de tumbas", señala un grupo de sindicalistas.
"Los hombres de la Triple A, y sus contactos policiales y militares --eran todos los mismos-- prepararon listas, infiltrándose y espiando en sindicatos, universidades y en sectores gremiales y políticos. Cada nombre de las listas que pasaban los informantes eran derivados a las diferentes áreas de inteligencia y los dictadores encontraron una buena parte de su trabajo hecho", explicaba el ex capitán José Luis D'Andrea Mohr, recientemente fallecido y a quien la dictadura militar separó de su cargo.
"Como todo ciudadano cuando hace sus documentos debe poner su dirección, la de todos sus hermanos y familias, ellos tenían así todo el mapa familiar. Era fácil. No necesitaban inteligencia sino informantes baratos y siniestros", dice el ex militar, quien realizó un notable trabajo de investigación sobre la dictadura.
ŤLa serie de notas que hoy co-menzamos a publicar fue preparada con entrevistas a integrantes de las Madres, a víctimas de la dictadura, a sindicalistas, periodistas, profesionales y dirigentes de organismos humanitarios.