MIERCOLES Ť 21 Ť MARZO Ť 2001

Ť Equivocaciones, olvidos y retardos, la constante

Reinó la desorganización en el festival de cine de Mar del Plata

JORGE CABALLERO ENVIADO

Mar del Plata, Argentina, 20 de marzo. En el Festival Internacional de Mar del Plata se proyectaron 170 películas, lo mismo de Irán, Rusia, Italia que de Japón, Chile y por supuesto de Argentina. En los diez días de este banquete cinematográfico los marplatenses asistieron copiosamente a todas las funciones; participaron activamente en las pláticas que algunos directores y actores invitados daban al término de sus respectivas películas; los estudiantes voluntarios, encargados de atender al público invitado en las seis salas donde se proyectaron las cintas, no tuvieron falla.

Pero, siempre el pero, a pesar de que los organizadores pusieron todo su empeño en coordinar las conferencias de prensa, agendar entrevistas, tomar solicitudes de fotos, otorgar boletos para las salas de proyección y mostrar la mejor disponibilidad (la mayoría casi todos jóvenes), carecieron de la materia prima del festival: su falta del más mínimo conocimiento cinematográfico. Absolutamente todas las conferencias de prensa comenzaron retardadas, hasta una hora y algunas se supendieron por falta de quorum, no porque la prensa no tomara en serio a los participantes sino porque los horarios se empalmaban con las proyecciones de películas y otros actos pertenecientes al festival. Dejaron esperando en el aeropuerto de Buenos Aires a muchos de los invitados, entre ellos al cineasta mexicano Oscar Blancarte. La desorganización fue coronada con una pésima entrega de los Ombú la noche de la clausura: los conductores de la ceremonia se equivocaron en infinidad de ocasiones; no hubo traductores en los discursos de los premiados que no hablaban español y hasta repitieron un premio.

La ciudad Mar del Plata tiene 114 años de fundada, una población de 600 mil habitantes y una playa de 47 kilómetros. Algunos de sus edificios están permeados con aire francés y morisco; a los malls los llaman shoppings; la mayoría de los cafés lucen en sus increíbles vitrinas una buena cantidad de mezclas de este grano, nadie en Mar del Plata despierta del todo sin una buena dosis de café; los helados, casi artesanales y con una inmensa cantidad de sabores, resultan básicos para cualquier persona y a cualquier hora.

En la ciudad de Buenos Aires, además de los lugares comunes como la Plaza de Mayo y el obelisco, en el barrio de San Telmo se respira un ambiente estrictamente argentino; los viejos hablan con un acento exquisito; las alegres chicas argentinas lucen unas disminuidas mini faldas y se muestran cariñosas con los hombres que las acompañan; los elegantes comerciantes de las más diversas mercancias de vestuario, instrumentos, discos, playeras del Boca y River, accesorios de tango reciben a su clientela amablemente. Lástima que no lo pudimos constatar más de cerca, ya cortaron, a este tecleador, el crédito de esa tarjeta que se anuncia "no salga sin ella". Ni modo.