MARTES Ť 20 Ť MARZO Ť 2001

Ť Hay que ser fuertes y no dejarse engañar, dijeron en su recorrido por Milpa Alta

Nos van a acusar en los medios de ser los intransigentes, advierten comandantes rebeldes

Ť "Es el Legislativo el que cerró las puertas y no quiso escuchar nuestras demandas"

BLANCHE PETRICH

Las comandantas y comandantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) expusieron que a pesar de que a lo largo de su marcha por 12 estados, desde Chiapas hasta el Distrito Federal, cientos de pueblos indios les entregaron sus bastones de mando, y con ello expresaron que "el pueblo de México nos apoya", el Congreso de la Unión les cerró las puertas "y no quiso escucharnos".

Desplegados en cinco grupos que recorrieron los rincones rurales del valle del Anáhuac, en pequeñas plazas, en actos públicos notables por su sencillez, los jefes zapatistas advirtieron que en los medios electrónicos "van a decir que somos nosotros los intransigentes, que somos nosotros los que no queremos dialogar. No se dejen engañar --pidieron--, son los diputados y senadores los que no nos dejan subir a la tribuna del Congreso".

El comandante Filemón lo expresó así en San Pablo Oxtotepec, delegación Milpa Alta: "Hay que ser fuertes para no dejarse engañar". Ahí mismo, el comandante Gustavo reflexionó ante su pequeña audiencia: "Hasta aquí llegamos los pueblos indígenas, aprendiendo a usar la conciencia y el oído". En la vecina comunidad de San Salvador Cuahutenco la comandante Yolanda señaló que los legisladores "no oyen, no miran, son como ciegos". Y en cada sitio el comandante Antonio pedía al despedirse: "Por favor, no olviden estas sencillas palabras".

El despliegue de los cinco grupos zapatistas, con cuatro integrantes de la comandancia general cada uno, empezó a las 11 de la mañana. Una tras otra, cinco caravanas salieron de la Escuela Nacional de Antropología e Historia hacia distintos rumbos. Cada delegación fue acompañada por un grupo de integrantes del Congreso Nacional Indígena (CNI) que apoyó como cinturón de protección. Nadie lo mencionó en ese momento, pero los encuentros programados eran también una despedida.

El grupo cuatro, con Yolanda, Filemón, Antonio y Gustavo, se dirigió hacia Milpa Alta. Primero paró en la capital del mole, San Pedro Actopan.

En la plaza no eran más de un centenar los congregados. Un dirigente local recordaba el pasado zapatista del antiguo pueblo, el papel estratégico que jugó la comunidad como base de los campamentos de caballería del Ejército Libertador del Sur, después del rompimiento que se produjo entre Madero y Zapata en 1914. Con la victoria de las tropas huertistas, las familias zapatistas de San Pedro tuvieron que salir desplazadas al vecino estado de Morelos.

Con el mismo esquema que se siguió a lo largo de la trayectoria entre Chiapas y la ciudad de México, en cada mitin participó, junto con los delegados zapatistas, un representante del CNI para difundir las resoluciones del tercer congreso, el de Nurio, Michoacán. En Actopan tomó la palabra Mariano Estrada, un joven tzeltal de la organización Xi Nich, quien señaló que después de estas jornadas el movimiento indígena está "concretando más sus experiencias y sus esperanzas y está demostrando tener fuerza".

En San Pablo fue Juan Peñate quien subrayó que junto con el EZLN el CNI también rechaza la propuesta de formato que la Cocopa planteó el pasado 12 de marzo: "Nos quieren arrinconar y ya no es tiempo. Con esa propuesta nos dicen que no valemos, y sí valemos".

Eran las tres de la tarde y hubo una pausa para comer. Los comandantes y los delegados del CNI desaparecieron por la puerta de la Quinta Axayopa, la Casa de la Cultura del Pueblo. Cuando la caravana reanudó la ruta, el escenario había cambiado. En la ENAH, el subcomandante Marcos anunció que ante las puertas cerradas de la Cámara de Diputados la delegación del EZLN regresaría a Chiapas en cinco días más. Los radios de los automóviles multiplicaban los comentarios de media docena de locutores que hablaban del "fracaso de la marcha del EZLN" e ironizaban: "Marcos no quiere hacer cola". Pocos se referían a la oportunidad histórica que parecía escaparse de las manos. En unos minutos más cada una de las estaciones con barras informativas lanzarían al aire la tronante voz del senador Diego Fernández de Cevallos. "Intransigentes", les dijo a los zapatistas. Tal y como habían adelantado los comandantes en sus discursos anteriores.