Lunes en la Ciencia, 19 de marzo del 2001
ƑLa instrucción virtual será eficaz ante el rezago real? e-educación Alejandro Canales Hace algunas semanas, el presidente Vicente Fox puso en marcha el programa denominado e-México con la inauguración del primer Centro Comunitario de Informática y Comunicaciones en El Salto, Durango. El programa tiene un componente educativo, la e-educación, y es, de hecho, una de las pocas acciones anunciadas en este ámbito en estos primeros meses de gobierno. El mandatario explicó que a través de este programa se podrá ofrecer educación a distancia, puesto que ya no será necesario un "edificiote" o llevar maestros a puntos remotos para ampliar las oportunidades escolares; se podrá saltar etapas y se logrará "en un año o dos la cobertura total, el acceso a la universidad, a la preparatoria, a través de esta conectividad, de esta e-educación". No hay duda de la importancia de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información para los procesos educativos; tampoco de su notable desarrollo y la contribución que podrían ofrecer. Sin embargo, debe reconocerse que es casi imposible pensar un incremento abrupto de los servicios educativos en el corto plazo -ya no hablemos de una cobertura total. Además, debe tenerse presente que las nuevas tecnologías no sólo brindan oportunidades, también plantean desafíos al sistema escolar. Actualmente, la cobertura educativa en los distintos niveles escolares es muy desigual. Mientras que para la primaria ha dejado de ser un problema y en secundaria podría dejar de serlo en poco tiempo, en educación media superior cinco de cada diez jóvenes que deberían cursarla no lo hacen y en el nivel superior son ocho de cada diez los jóvenes del grupo de edad que no tienen acceso al servicio. Atender la demanda potencial en educación media superior significaría sumar una cifra similar a la matrícula actual (2.9 millones) y en el caso de educación superior el reto sería mayor todavía. La ANUIES calculó que a lo largo de esta administración se podría incrementar en alrededor de un millón la matrícula de licenciatura -mantuvo reservas respecto al modelo virtual-, para alcanzar cerca de 3 millones al final del sexenio; aun así la cobertura no alcanzaría a duplicar su porcentaje actual. Probablemente en el caso de la secundaria, con la experiencia acumulada de tres décadas en la modalidad de la telesecundaria, habrá un mayor énfasis en la utilización de las opciones de educación a distancia para cubrir la demanda, pero se ve difícil un aumento sustantivo en el resto de niveles en uno o dos años. El problema mayor, sin embargo, está en la forma en que se articulará la e-educación con las diferentes iniciativas de esta administración y con el sistema escolar mismo. En primer lugar, es pertinente señalar que a pesar de que ya es un programa en marcha, debe aguardar los tiempos de elaboración del Plan Nacional de Desarrollo y del programa sectorial para proyectar el ejercicio de los recursos financieros, definirse y avanzar realmente. En el gasto educativo para este año está aprobada una partida de 978 millones para fortalecer la infraestructura que permita atender la demanda creciente en los niveles medio superior y superior, también otros 524 millones de pesos para el programa denominado Educación apoyada en la tecnología (ahora e-educación) y otros 200 millones de pesos para el programa de educación permanente -una de cuyas líneas es ofrecer alfabetización tecnológica. Un aspecto a resolver es la suficiencia y prioridad de los recursos para el impulso a la e-educación de forma sostenida y otro, no menos importante, es qué instancia de la administración pública se responsabilizará de su instrumentación y coordinación. La SEP es la autoridad competente y tiene un programa de educación a distancia de tiempo atrás. Sin embargo, el presidente del Consejo de Educación para la Vida y el Trabajo -y también rector del ITESM-, Rafael Rangel Sostmann, ha expresado en diferentes ocasiones las bondades y potencial de la educación virtual para abatir el rezago educativo e incrementar la matrícula. De hecho, como rector del ITESM ha impulsado ampliamente el modelo virtual y recientemente acaba de firmar un convenio con la OEA para la creación de programas de educación a distancia (el Portal Educativo de las Américas). Decidir cómo y quién instrumentará el programa tiene importancia no sólo para el ejercicio de los recursos, también para el alcance y la forma de coordinación con otros programas. La articulación de la e-educación con el sistema educativo existente es otro asunto clave. Los problemas que se pueden presentar son múltiples y un ejemplo se tiene en la polémica de hace unos meses entre el rector de la UNAM y el hoy presidente del Consejo de Educación para la Vida a propósito de la educación virtual y presencial. La experiencia internacional muestra que cuando la educación a distancia permanece separada del sistema formal de enseñanza, puede ser subvalorada, subutilizada y/o generar serias resistencias para su aceptación. Los términos y los mecanismos en que se daría la articulación; sin embargo, no es sencillo de resolver, puesto que implica definir las formas de coexistencia, cómo aprovechar las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías para el conjunto de modalidades educativas y cómo responder al desafío que representan para la escuela y los maestros. Las tecnologías de la información y la comunicación (internet, computación, red satelital, videos, teleconferencias, discos compactos) pueden jugar un importante papel para ampliar las oportunidades de acceso escolar, pero no se debe olvidar que finalmente son instrumentos que no resolverán por sí mismos los problemas y que en buena medida su invocación tiene algo de seducción y ficción. Ojalá el salto de la e-educación no sea virtual; un salto para caer en el mismo lugar. El autor es investigador del Seminario de Educación Superior, CESU-UNAM |