ű lunes Ť 19 Ť marzo Ť 2001

Marcos Roitman Rosenmann

La guerra infomativa contra el EZLN

En Europa occidental las elites políticas, sean socialdemócratas o progresistas-liberales, gustan dar su apoyo a movimientos de liberación nacional latinoamericanos débiles o en estado de desintegración. Si sucede lo imprevisto, triunfan o son reconocidos como sujetos políticos, caen inmediatamente en desgracia. Lo que en principio era simpatía se transforma en odio declarado. De la noche a la mañana se descubren conexiones y tramas internacionales con oscuros intereses destinadas a subvertir el orden y la paz mundial. Se construyen falsas biografías apoyadas en un supuesto periodismo de investigación. Está claro, la tolerancia se admite mientras sea políticamente ineficiente.

Las campañas de prensa para desprestigiar los procesos democrático-populares en América Latina han tenido un denominador común. Concebidas como estrategia marxistas-leninistas tildan de antidemócratas a sus dirigentes, con ello dicen descubrir intenciones ocultas. Acabar con las libertades públicas y privadas, imponiendo un orden totalitario. Para este fin utilizan todos los medios de comunicación social a su alcance: prensa, radio y televisión.

No hay proceso político democrático-popular en América Latina que escape a esta dinámica; el EZLN no iba a ser una excepción. Así por ejemplo podemos observar cómo en Francia y España, dos diarios de reconocido prestigio, El País y Le Monde, financiaron la edición de un espurio libro en 1998 sobre el EZLN titulado: Marcos: la genial impostura. Escrito por sus corresponsales en México, Bertrand de la Grange y Maite Rico, presenta una versión llena de imprecisiones acerca de la vida de Marcos, el subcomandante, su pasado político y personal, amén de una caricaturesca visión de las causas del levantamiento del primero de enero de 1994. Construido a partir de las mismas premisas defendidas por Carlos Tello Díaz en su libro La rebelión de las Cañadas (1995) no aporta nada. Lo verdaderamente importante consiste en ser presentado al lector como investigación de dos periodistas "imparciales", simpatizantes de las causas justas, pero veraces hasta el extremo de desenmascarar a los farsantes y manipuladores, rango en el cual se encontrarían Samuel Ruiz, el subcomandante Marcos, otros comandantes y los mas destacados responsables políticos del EZLN. No es extraño que la Gaceta de los Negocios, periódico económico de gran tirada en España, el 12 de marzo de 2001 tome dicho libro como referente para descalificar la marcha de la dignidad indígena concluyendo: "Marcos es el típico izquierdista primario que abunda en América Latina, fabulador y aventurero". Gracias a los periodistas Rico-Grange pudimos descubrirlo.

Esta estrategia de descalificación, iniciada a fines del gobierno de Salinas de Gortari, tomó forma durante la administración de Zedillo. No cabe duda, la marcha del proceso había dado un giro importante. Encuentros internacionales, apoyo social de gran parte de la sociedad civil mexicana a las demandas de autonomía de los pueblos indígenas, creación de organismos de mediación y diálogo (Cocopa) y propuestas ratificadas en los acuerdos de San Andrés.

Si la primera versión oficial del gobierno mexicano presentada al mundo fue relacionar al EZLN con el narcotráfico y el terrorismo internacional, esta imagen se deteriora rápidamente, a pesar de los esfuerzos realizados internacionalmente para su éxito. En España, Felipe González y Joaquín Almunia señalaron la similitud del EZLN con ETA y los posibles vínculos orgánicos existentes entre ambas organizaciones. Se trataba de hacer un favor a Salinas de Gortari para justificar la acción militar de aniquilamiento realizado los días posteriores al primero de enero de 1994. La movilización social del pueblo mexicano logró frenar esta política de exterminio. Ello provoca inmediatamente un vuelco, se hacía necesario reconocer a los insurgentes y aceptar la propuesta de diálogo del EZLN. Se cambió de estrategia, era imprescindible deslegitimar al EZLN para desgastar su fuerza política. El control de la información se convierte en un factor decisivo.

Hasta el momento de la marcha de la dignidad indígena (24 de febrero al 11 de marzo de 2001) las noticias sobre el EZLN, en España, por ejemplo, casi no existen. Las propuestas de paz, el incumplimiento de los acuerdos de San Andrés, el bloqueo y paralización del diálogo, la militarización y la ubicación de tropas, la detención y encarcelamiento, el aumento de la represión casi no son acontecimientos relevantes para los medios de comunicación social; total, son reivindicaciones de indios cuando no de pobres. México cobra importancia cuando el PRI pierde las elecciones en agosto de 2001. Desde ese momento, Vicente Fox y el PAN acaparan todo el espacio informativo.

Es la decisión de marchar hacia el Distrito Federal lo que reactiva la política anti EZLN en los medios de comunicación internacional de mayor influencia en la opinión pública de sus respectivos países. Cubiertos bajo un supuesto manto de "neutralidad informativa" han caricaturizado y desfigurado el sentido de la marcha de la dignidad indígena.

Es lamentable que durante todo el tiempo que ha durado la marcha de la dignidad, la prensa española haya dedicado más tiempo a intentar descubrir la identidad que se esconde tras el pasamontañas del subcomandante Marcos que en dar a sus lectores una información acerca de las reivindicaciones y las propuestas de negociación y diálogo. No han mostrado ningún interés, sino más bien un desprecio absoluto hacia una información veraz. No han destacado ninguno de los discursos y actividades desarrolladas por cualquiera de los otros 23 dirigentes zapatistas. Estos no han existido. Sólo el subcomandante Marcos. Todo se ha centrado en la morbosa práctica de desnudar la "identidad verdadera" que se oculta tras un pasamontañas. En esta estrategia de descalificación y desinformación no hay lugar para la ética periodística. Se ha descontextualizado y ocultado el propio hacer de la marcha de la dignidad indígena. El lenguaje ha sido despreciativo y visceralmente anti EZLN. Han aceptado sin ningún problema los adjetivos calificativos emanados del flamante dirigente nacional de la Confederación Patronal de la República de México, Jorge Espina Reyes, en su discurso ante el presidente Fox: "demagogos, irresponsables, intransigentes, protagónicos, chantajistas, amenazantes de violencia... de ignorancia supina y perversidad mal disimulada".

Buenos periodistas hubiesen escudriñado la noticia. Como corresponsales hubiesen tratado de informar sobre el contenido de las reivindicaciones presentadas por el EZLN. Hubiesen penetrado en las entrañas de la marcha. Hubiesen sido capaces de investigar y comprender las raíces del problema. Se hubiesen preguntado: Ƒqué son los acuerdos de San Andrés?, Ƒqué es la Cocopa?, entre otras interrogantes. Pero no. Las informaciones se limitaron a seguir la estrategia de la descalificación. Aquella afirmación expuesta en el comunicado del Comité Clandestino Revolucionario y la Comandancia del EZLN el 24 de marzo de 2001 se hizo realidad el 11 de marzo: "Quienes son gobierno se esfuerzan hoy en hacer de esta marcha la marcha de la paz mentirosa. No están solos en la mentira quienes gobiernan. Con ellos van los pasos de quienes muerto quieren nuestro paso y muerto por siempre el color de la tierra. Con ellos van quienes no admiten otro color que no sea el color del dinero y su miseria". Y en otro párrafo: "Es la marcha de la paz, dice; y plantea convertir en mercancía nuestra historia". Cuánta realidad en dichas frases.

Para la prensa española la marcha de la dignidad indígena del 11 de marzo se conceptualizó como un día de comercio y bacanal circense. El País, diario independiente de la mañana, destacó: "El Zócalo fue ocupado por grupos de la izquierda radical, homosexuales y lesbianas... el resto decenas de miles de mexicanos acudieron atraídos por la curiosidad... fue un negocio, 150 mil pesetas por los balcones...". El Mundo: "fue una feria y un comercio". Para ABC fueron "folclóricos y marxistas". La razón, un periódico adjetivó Zapatours y encapuchados.

Triste es que así haya sido. La estrategia iniciada en 1995 ha tenido su clímax el 11 de marzo de 2001. Pero no hay que extrañarse, ya que expresa el racismo e intolerancia propios del imperialismo global. Es cierto, se han cubierto las espaldas publicando artículos de opinión y entrevistas al subcomandante. Pero se ha realizado una labor de desinformación donde el lector no ha podido sino concluir como el titular de El País el día que la marcha se detuvo en la tierra de Zapata: "Marcos: un pendejo". Luego aclaraba en letra pequeña: "según su nieto". No dijo nada de las palabras de sus hijos Diego y Ana María. Sólo interesó la voz de la descalificación. Sin comentarios.