DOMINGO Ť 18 Ť MARZO Ť 2001
Ť Sergio Cárdenas estrena hoy Cuando alguna vez te pierda, basada en un poema de Rilke
El silencio, destino común de poesía y música
Ť La intersección de ambas artes no es una novedad en el director orquestal; ya había musicalizado 11 poemas de Octavio Paz Ť Correspondencia entre sonido y texto, el reto
ANGEL VARGAS
Si algo tienen en común la poesía y la música, considera Sergio Cárdenas, es que son lenguajes destinados al silencio.
El compositor y director orquestal tamaulipeco, nacido en 1951, apunta que uno de los grandes valores de ambas expresiones radica, precisamente, en aquello que no es explícito:
"Al final de cuentas, música y poesía son lenguajes que dependen de las vibraciones para comunicar, pero cuya esencia de lo aparentemente comunicado está en lo que no vibró o, en otras palabras, en lo que no sonó o no se dijo. Y ambos lenguajes tienen un destino común: el silencio".
Cárdenas, quien llegó hace unos días proveniente de Alemania, hace tales consideraciones con motivo del estreno mundial, este domingo, de su obra Cuando alguna vez te pierda, un adagio para orquesta de cuerdas basado en un poema del alemán Rainer Maria Rilke.
Su interpretación estará a cargo de la Sinfónica Carlos Chávez, bajo la batuta del propio Cárdenas, en la Sala Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes (Río Churubusco y Calzada de Tlalpan), a las 18 horas.
El programa, el cual será repetido el martes 20 en el mismo sitio, pero a las 20:30 horas, tiene como vértice a la poesía, pues incluye también la pieza Manantial de soles, que Manuel Enríquez creó a partir del poema Eje, de Octavio Paz.
La intersección de música y poesía no es inquietud poco frecuente en Sergio Cárdenas, sobre todo en su faceta creativa, y como ejemplo menciona que ha musicalizado 11 poemas de Octavio Paz y que muchas de sus composiciones han tenido como punto de inspiración pasajes poéticos de la Biblia.
Considera que el reto principal al musicalizar un texto son las posturas diversas del factor tiempo que se perciben en cada una de esas dos disciplinas artísticas: "Por ello mucha gente no puede soportar la ópera, pues argumentan que el realismo temporal del texto no es correspondido por la música".
Acerca de su obra Cuando alguna vez te pierda, el director y compositor indica que es resultado de la admiración que profesa por el trabajo poético del alemán Rainer Maria Rilke, que lo ha llevado a traducir al español más de 80 de sus poemas, así como a musicalizar dos de ellos.
"En Nürnbberg (Alemania) se estrenó mundialmente el año pasado mi musicalización de su poema Was wirst du tun, Gott, wenn ich sterbe? (Ƒqué vas a hacer, Dios, cuando yo muera?). Su poema Canción para dormir (Schlaflied) me inspiró primero a escribir una pieza para coro mixto a capella, y después, esta misma pieza me llevó a ampliarla y elaborarla en lo que resultó una nueva obra, muy expresiva, para orquesta de cuerdas, a la que di el título del primer verso de este poema: Cuando alguna vez te pierda...".
De Manantial de soles, describe que Manuel Enríquez no se propuso hacer las funciones de un espejo y simplemente reflejar o repetir el poema paciano. "Lo que hace es asumir una verdadera postura estética ante este contundente poema de tan alto contenido erótico: parte de sus imágenes y simbolismos y traslada su esencia a la riqueza sonora que le proporciona el aparato orquestal, al que trata, como pocos, con consumada maestría. La música es ora íntima y acariciante, ora explosiva y apasionada, ora perfumada e inasible, ora telúrica y entera. Y agregaría: como la poesía paciana, profundamente mexicana".
Esta es una obra que Enríquez compuso en 1984 por encargo del Festival Cervantino para celebrar el 70 aniversario de Paz. Cárdenas la conoce muy bien, pues la grabó en 1991 al frente de la entonces Filarmónica del Bajío (hoy Filarmónica de Querétaro) y con la participación solística de Margarita Pruneda y José Antonio Alcaraz.
En el par de conciertos de la Sinfónica Carlos Chávez la soprano Silvia Rizzo y el propio Alcaraz serán los solistas. Completarán el programa dos obras de Manuel Esperón: la obertura México 1910 y un arreglo del bolero Amorcito corazón; así como los arreglos orquestales que Enríquez hizo de los valses mexicanos Tristes jardines y Sobre las olas, de José de Jesús Martínez y Juventino Rosas, respectivamente.