Espejo en Estados Unidos
México, D.F. sábado 17 de marzo de 2001 
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Editorial
  
CONSEJOS (INTERESADOS) A LOS OBSOLETOS

SOL La Cámara de Comercio estadunidense aconsejó al gobierno mexicano que abandone la defensa de su soberanía --que los empresarios del vecino país consideran obsoleta-- y que permita la libre inversión de los capitales extranjeros en la industria energética. Sin mucha sutileza, esa cámara sugiere que, si no fuese escuchada, los capitales estadunidenses podrían escoger otro país más dócil para depositar sus inversiones. 

Es realmente difícil decidir qué es más ofensivo, si la brutalidad de la amenaza --apenas velada-- de dejar de sacar provecho de México y de los mexicanos para doblegar así al gobierno nacional y dejar sin valor la Constitución y la historia de nuestro país que obligan a los ciudadanos a velar por la soberanía, o el cinismo y el descaro que campea en la declaración de los mercantes, según la cual la mundialización ha convertido a los gobiernos de los Estados-nación en meros subordinados del capital inversionista y ha barrido con las leyes no sólo de los países dependientes, sino también con la misma legalidad internacional. El lenguaje torpe y prepotente parece especialmente inventado para estimular la protesta de los llamados globalifóbicos en el momento en que la misma crece en las calles de la capital bajo la forma del vasto apoyo popular que están recogiendo los zapatistas. 

Muy flaco favor le hacen al gobierno --compuesto por empresarios fieles y partidarios del neoliberalismo-- y a la verdad quienes sustituyen los argumentos por los consejos despreciativos a sus supuestos inferiores y por las amenazas. En efecto, los mercantes estadunidenses le dicen al ocupante de Los Pinos que si México no abre su industria energética (léase privatización de la electricidad, léase privatización del petróleo) a la inversión extranjera, podría sufrir una crisis semejante a la californiana, cuando todos sabemos que la industria eléctrica de ese estado norteamericano está en crisis precisamente porque se encuentra en manos de capitales privados que se preocupan más por cosechar aumentos tarifarios en un mercado cautivo que por invertir en mejoras del servicio (como, por otra parte, ha sucedido también en Chile, para citar sólo un ejemplo). 

Habría que recordarles oficialmente a los señores de la cámara en cuestión que la soberanía no es sólo una moda que puede llegar a ser anticuada, sino que forma parte de la identidad nacional y, además, tiene efectos económicos concretos al defender los recursos fundamentales y las palancas esenciales para el desarrollo mexicano de quienes no piensan en el país y en sus habitantes sino sólo en el lucro que pueden extraer de un territorio ajeno hasta que el mismo deje de ser interesante desde el punto de vista de las ganancias.  

Las trasnacionales, en efecto, pueden venir y pueden retirarse, pero los mexicanos están obligados a permanecer en su país y a defenderlo, aunque eso pueda parecerles "obsoleto" a quienes, sin embargo, ponen el grito en el cielo ante la supuesta amenaza de pequeños países como Irak nada menos que a la seguridad nacional de Estados Unidos para justificar su intento de control sobre los recursos petroleros de todo el Golfo Pérsico. 
  

 

 

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