SABADO Ť 17 Ť MARZO Ť 2001

LA MUESTRA

Ť Carlos Bonfil

La lengua de las mariposas


GALICIA, años treinta. Una escuela primaria es el microcosmos donde se afrontan el oscurantismo religioso y el espíritu republicano del gobierno de Manuel Azaña. Un maestro sexagenario, don Gregorio (Fernando Fernán Gómez), parece ser el último representante del humanismo y la tolerancia en una región destinada a sucumbir al fascismo franquista. La guerra civil está próxima. La lengua de las mariposas, de José Luis Cuerda, muestra sólo en su epílogo la insurrección derechista; todo lo que precede es el retrato intimista de Moncho, el ''gorrión" (Manuel Lozano, estupendo actor de ocho años), de su temprana formación moral a cargo de don Gregorio, y de su descubrimiento de la naturaleza -desde la fisiología misteriosa de las mariposas (metáfora central del filme: la lengua en forma de fuelle de reloj recolecta el polen de las flores, como las enseñanzas del profesor remueven la conciencia del pupilo), hasta el azoro infantil ante las faenas sexuales de los mayores, quienes se ''juntan y avientan", como los propios animales.

EL MAESTRO anarquista, lector de Kropotkin, inicia a su alumno en la lectura de Stevenson y La isla del tesoro. Paulatinamente descubrirá el niño el contraste entre el mundo de rectitud y belleza moral que le revela don Gregorio y las simulaciones y mentiras de su entorno familiar. La exposición es harto esquemática. Hay el hijo de un conservador prepotente, un cacique local ''con más poder que el propio alcalde", y muy poca información sobre el propio don Gregorio, figura patriarcal bonachona, una suerte de Gepeto republicano cuya máxima creación, el propio Moncho, se encamina hacia un horizonte donde predominará la mentira. Lo más interesante de La lengua de las mariposas es la observación mordaz de la futura sociedad rural franquista: la suficiencia de los notables de derecha, el orgullo de sus rubicundas esposas, manolas con peineta y abanico airado, la estulticia del cura reaccionario, el miedo de los habitantes que ante el cambio inminente ensayan el oportunismo para proteger sus magros intereses. El guión es del veterano Rafael Azcona, autor de las mejores sátiras del cine español en la época franquista. El origen del guión son tres relatos del escritor Manuel Rivas, reunidos en el libro ƑQué me quieres, amor?

LA MIRADA infantil juega un papel primordial: es barómetro, a su modo, de las bajezas morales de los adultos. El mensaje humanista se construye aquí a partir de la corrupción de esa mirada. El sacrificio de la inocencia produce sorpresa y desasosiego en esta crónica costumbrista, aunque es inevitable evocar retratos infantiles de mayor intensidad dramática, los del propio Carlos Saura en Cría cuervos, o, de modo espléndido, el de Víctor Erice en El espíritu de la colmena, donde una niña asiste azorada a la detención de un republicano por la guardia civil franquista. Con estos antecedentes, la película de Cuerda sugiere, casi 30 años después de aquellas obras, una reiterativa evocación nostálgica, valiosa por la calidad de sus actuaciones, muy a la zaga sin embargo de las mejores propuestas del cine español actual.