CERVERA PACHECO, PROVOCADOR
El aún gobernador de Yucatán, Víctor
Cervera Pacheco, exhibió ayer, en la residencia oficial de Los Pinos,
su desacato impune a la legalidad y persistió en presentarlo como
un supuesto conflicto entre el Tribunal Electoral del Poder Judicial de
la Federación (TEPJF) y el congreso yucateco. En esa lógica
de distorsión --porque es claro que el cacicazgo cerverista controla,
mediante la mayoría priísta, el Legislativo-- el mandatario
estatal fraguó, el sábado pasado, una maniobra de distracción
orientada a presentarlo como flexible y negociador: hizo aprobar una reforma
legal con la pretensión de insertar, en el Consejo Estatal Electoral
constituido por el TEPJF, a los "consejeros electorales" espurios por él
designados y desconocidos por la máxima autoridad del país
en asuntos comiciales.
El cacique buscaba, así, mantener el control de
las instancias electorales locales a fin de disponer de margen suficiente
para desvirtuar el sentido del voto ciudadano en los próximos comicios
estatales. Pero, como cabía esperar, los consejeros designados por
el TEPJF se negaron a ser cómplices de la maniobra y la confrontación
volvió a su punto de partida: a diez semanas de las elecciones que
deberían efectuarse en Yucatán --y cuya realización
se torna cada día más incierta--, el priísmo gobernante
local sigue empeñado en desconocer a las autoridades electorales
legítimamente constituidas.
El cerverismo está jugando varios juegos peligrosos
al mismo tiempo: por un lado, amaga a los poderes federales con exacerbar
regionalismos y aun separatismos peligrosos e indeseables; por el otro,
apuesta al descrédito y al desgaste del máximo tribunal electoral
del país, una institución imprescindible en el México
contemporáneo; asimismo, el cacique yucateco sabe que el imponer
la legalidad mediante la fuerza pública conllevaría, para
el Ejecutivo federal y para el país, un enorme costo político,
y no cesa de provocar a las autoridades centrales para inducirlas a adoptar
una determinación en ese sentido.
Acaso Cervera Pacheco y su grupo, así como el PRI
nacional, que de manera tan irreflexiva e incondicional se ha solidarizado
con sus correligionarios yucatecos, logren obtener réditos de plazo
inmediato alimentando este conflicto que pone en entredicho la gobernabilidad
en el entorno democrático --es decir, pospriísta-- del México
de hoy. Pero, a fin de cuentas, el empecinamiento del gobernador yucateco
no hace sino evidenciar ante la sociedad que el partido tricolor no aprendió
la lección del 2 de julio del año pasado y que sus militantes
siguen y seguirán aferrándose, a contrapelo de la razón
y de la legalidad, a las posiciones de poder que aún conservan.
De perseverar en tales actitudes, el gobernador y sus diputados contribuirán
al desprestigio definitivo de su partido y a la cancelación de sus
perspectivas de sobrevivencia como una fuerza política significativa
en el actual escenario político. |