MARTES Ť 13 Ť MARZO Ť 2001
Ť Exhibirá seis cuadros, en una galería de su natal Dublín, a partir del día 26
El quehacer pictórico no debe ser introspectivo sino más bien abierto, sostiene Phil Kelly
Ť Propone la entrada gratuita a los museos y que los artistas donen obra
MERRY MAC MASTERS
Si hay quienes dicen pintan con el alma, el irlandés Phil Kelly lo hace con el estómago. Esto puede resultar ''menos estético", pero más con los pies en la tierra, es decir, en los bares, el jazz, la ciudad, en fin, en la cotidianidad. De hecho, Kelly no sólo pinta con los pies en la tierra, sino suele hacerlo de rodillas sobre el piso -últimamente su espalda ha protestado-. Esta postura le permite voltear una y otra vez sus telas y papeles. Además, el piso es más resistente. También trabaja con los dedos. ''Me da flojera limpiar pinceles", reconoce.
A veces asiste a talleres de dibujo con Boris Viskin o Luciano Spano, pero por su forma de trabajar, dice, ''soy mal portado y anárquico", no le permite salir a pintar con otros. Prefiere estar ''solito" en su taller de la colonia Cuauhtémoc, en medio de ''instalaciones" de tubos vacíos de pintura, montones de libros, periódicos y discos compactos, puede entregarse a su proceso creativo consistente en ir de aquí para allá, tirar cosas o sentarse por horas a pensar.
ƑParís o México?, un volado
Kelly apenas concluyó una exposición en la Galería Kin, donde siempre hay obra suya. Realizó las ilustraciones para el libro de reciente aparición, Sobre las nueve olas. Leyendas irlandesas (CNCA, 2000), de María Heaney, esposa del Nobel de Literatura. Una creación suya figura en la portada del libro Viendo visiones (CNCA, 1998), de Seamus Heaney. A partir del 26 de marzo, en la Galería Frederick, de su natal Dublín, Kelly exhibirá seis cuadros de pequeño formato en una colectiva, porque allá las casas son ''más chicas".
Hijo de un arquitecto, que no entendió su deseo de ser pintor, Kelly llegó a México en 1982 por un ''volado" -era aquí o París- y se quedó hasta 1985. Cuando se descubrió pintando a Londres y el río Támesis, con taxis amarillos y palmeras, decidió regresar en 1989. La venta de los cuadros de una exposición le alcanzó justo para un pasaje de avión. ''El día siguiente compré el boleto, cerré mi departamento como si me hubiera ido al bar y tomé el avión con una maletita", dice.
-ƑQué te da la ciudad de México?
-Todo, en una gama que va desde lo más hermoso. Te sientes como vivo. Llegué aquí y tuve la sensación de la vitalidad de la música, del encanto de cada día, y aparte están los amigos y todos.
-ƑTocas algún instrumento?
-No. No tengo ninguna habilidad, pero he tenido muchos amigos músicos. Son más interesantes que los pintores.
-Tú pintura es más bien de línea clásica.
-Sí, clásica, formalista, pero ya sin límites. Es como la comida. La prefiero de buen sabor, simple, fuerte, más que la nouvelle cuisine.
Para Kelly la esencia de un buen pintor, y que lo mantiene vivo, es que siempre se descubre algo nuevo en su obra. A su trabajo trata de ponerle ''música, movimiento y lo táctil".
En 1992 preparó una exposición en la Casa del Lago. Por la rapidez no todos los cuadros se secaron. Atraídos por las gruesas capas de pintura, los visitantes, entre ellos, algunos niños, se acercaban a tocarlos y se manchaban las manos, mismas que limpiaban en la pared. "Esa es la esencia que quiero en mis cuadros. La pintura en vez de ser introspectiva, tiene que ser más abierta".
El artista discrepa de la tendencia actual de algunas galerías, donde hay que firmar antes de entrar y el personal de seguridad revisa a los visitantes. ''La pintura es un espacio abierto, los museos deben ser gratis y los artistas deben donar cuadros''.