MARTES Ť 13 Ť MARZO Ť 2001

Ť Con tinta sangre del corazón, nuevo libro del escritor

Invité al lector a participar en una elipsis con significante oculto: Sainz

CESAR GÜEMES

Cada uno de sus libros es un acercamiento al estilo y a la disciplina. Para revisar la historia de México, particularmente el periodo independentista, Gustavo Sainz se propuso escribir un libro y para ello se documentó ampliamente durante varios años. Cuando estaba a punto de iniciar su escritura, se percató de que la novela de algún modo ya existía y decidió invitar al lector a que imaginara el texto a partir de un libro compuesto sólo por pies de página, uno tras otro, hasta sumar 551.

-Es un juego literario, Gustavo, no son citas meramente acumuladas.

-Claro. Hay una estructura narrativa que las une y les da sentido. Cuentan con varios hilos conductores que el lector puede seguir con relativa facilidad y aun con humor -dice el autor de Gazapo, su primera obra, a la que es preciso sumar otros 14 títulos y ahora Con tinta sangre del corazón (Plaza & Janés), motivo que lo trae a México en una breve estancia.

-ƑCómo llegas al método extremo de proponer un libro que no existe sino que se construye a partir de datos concretos, declaraciones e ideas como las que citas?

-Mediante varios caminos. Uno, que lo ejemplifica, es la ciudad de México vista desde el Anillo Periférico, con sus casas desiguales, unas horribles, otras decorosas, varias francamente presuntuosas. Un camino más es el periodismo contemporáneo que se apoya mucho en la entrevista y que ofrece cápsulas como respuestas. Lo que leo en la mañana, siete diarios distintos, no son reflexiones sino opiniones. Otro camino son los cambios que ha habido en la percepción durante el siglo XX: antes la realidad era un continuo, el cine viene a alterarla porque la convierte en el resumen que cabe en una hora y media, la televisión la cambia a media hora que es el promedio de un programa. A eso agreguemos el control remoto, que permite saltar de un canal a otro en un instante. Todos esos caminos nos llevan a un método de lectura de la realidad muy distinta del que se tuvo hace 50 años, por ejemplo.

''Me propuse hacer una novela sobre la Independencia nacional y realicé lecturas dirigidas durante muchos años. Pero a final de cuentas no podía escribirla porque seria gigantesca, desproporcionada. Entonces tomé datos de los libros que había seleccionado, mis propios subrayados. Y decidí invitar al lector para que a partir de esos datos hiciera la novela imaginaria, que aquí es una gran elipsis con el significante oculto. Desde luego que el lector ya tiene una idea del tema y puede reconstruirlo a partir de estos datos que van desde la historia estricta a la filosofía, del arte narrativo al trabajo de aprehender la realidad y al papel del escritor."

Sin trucos ni atajos

-Con tinta sangre... tiene como base una investigación amplia. ƑQué dejas a cambio del tiempo que dedicas a investigar?

-La vida social. Dedico mucho tiempo a la lectura y eso explica el resultado. No hay trucos, ni atajos. Y veo al menos una película diaria. En cuanto a la escritura, hago notas todo el tiempo, llevo un diario, y cuando ya no puedo más me dedico a escribir de manera obsesiva. Cuando escribo, es pretencioso decirlo, pero me siento atrapado por un texto que parece que sale de mí en vez de que lo escriba.

-ƑA quiénes descubres cercanos en la narrativa en castellano en el terreno de la disciplina?

-No tuve maestros en esto, es un asunto de carácter. Pero todo está dentro del goce, escribir para mí es una fiesta. José Revueltas me dijo un día que para él la hoja en blanco era una especie de condenación, mientras que para mí es un espacio de libertad, para llevarlo a donde quiera o pueda. Aunque también está el acto de fe, tienes que creer en lo que haces. Y luego ha de creer en eso mismo el editor y los lectores. No se puede tomar a la ligera. Claro, se trata de hacer algo con el lenguaje además de contar una historia. Ahora me descubro con muchas novelas en la cabeza y poco tiempo para hacerlas. Podría escribir una cada año, pero pobres de los editores.