martes Ť 13 Ť marzo Ť 2001

Marco Rascón

ƑAdónde va esa nave?

La imagen del Zócalo lleno ha empezado a convertirse en una imagen gastada. La sociedad sigue recurriendo a la expresión pública en la plaza, pero esto no logra llenar los enormes vacíos que han dejado los discursos defensivos, las derrotas electorales y las metas pírricas, luego del desalojo del PRI de la Presidencia de la República. Desde hace un par de años ha sido recurrente llenar el Zócalo con entusiasmo y recibir con el sol a plomo la consigna afirmativa embargados de la nostalgia por lo que ya no encontraremos en el futuro.

El desprecio de los organizadores para incluir dentro de sus estrategias a la sociedad movilizada y sus expectativas pareciera generalizarse con todos los matices de la clase política, incluida la izquierda y ahora el mismo EZLN, de quien, por la amplia expectativa que despertó al paso de la caravana, se esperaba un discurso nuevo y avanzado, más allá del agradecimiento. No fue así. La distancia que la dirección zapatista puso frente al México, que él mismo convocó, es muestra de debilidad política y un severo error, pues a partir del lunes 12 de marzo el terreno de la guerra será otro; es irreversible y todo error o soberbia puede pagarse muy caro. En el último acto de la caravana, esa distancia hacia la realidad política y las expectativas comunes dejó entrever nuevamente la cola del sectarismo, incluso frente a quienes les apoyan incondicionalmente.

Por el otro lado, Vicente Fox ha esperado en aikido (técnica marcial que aprovecha la fuerza del adversario) el punto culminante de la caravana, porque a partir del lunes 12 Marcos entró al terreno pantanoso de las instituciones, la cotidianidad, la política y la volubilidad.

Hacia el futuro, los medios usarán cualquier escándalo o amenaza (el Popo, la caída de El Chapo Guzmán, etcétera) para tender un manto que borre el acontecimiento zapatista y el tema indígena hasta hacer de ellos una nota secundaria y rutinaria. A partir del lunes, la estrategia del gobierno es recibir en todos los tonos a la representación militar del EZLN, pues así da un mensaje al mundo: vinieron desarmados, dialogan públicamente en la sede del Congreso y eso es la paz.

Marcos mismo ha dicho a Julio Scherer que el nombramiento de Fernando Yáñez como su enlace ante el Congreso es un mensaje del abandono de la clandestinidad, lo cual significa que se ratifica la Cuarta Declaración de la Selva en la que se proponen convertirse en una fuerza política organizada en el país.

El punto de inflexión entre la movilización y los objetivos a conquistar en este momento son confusos, pues no se sabe en sentido estricto si la movilización y la estrategia tienen como aspiración la aprobación de la ley para los derechos indígenas solamente o ésta es el vehículo para tomar posición como nueva fuerza política.

Por eso, condicionar el regreso a la aprobación de la ley tiene 20 problemas más duros que la llegada, pues el gobierno podría corresponder a ese error alargando la aprobación a fin de obligar a Marcos y a la dirección del EZLN a permanecer en la capital acotados, trivializados, caricaturizados... esperando en un café de Sanborns...

La fuerza simbólica de la insurrección armada entraría en crisis; y si no se transforma con claridad, podría ser una derrota estratégica. ƑNo era mejor dejar la propuesta central clarificada ante los diputados y senadores al Congreso y después regresar con toda legitimidad a dar segundos pasos y a hacer juicios? ƑPara qué permanecer habiendo dejado un enlace autorizado? ƑAcaso no están claros los acuerdos de San Andrés o esto significará una segunda negociación?

Regresar conlleva grandes problemas, pero quedarse podría llevar a Marcos a convertirse en una figura como la del comandante Cero en Nicaragua --explotado entonces por las corrientes socialdemócratas internacionales interesadas en influir en el FSLN-- o al EZLN como el M-19 colombiano, que luego de la espectacularidad se anticipó a todos los acuerdos y terminó como fuerza política menor y casi olvidada en la Colombia actual.

En ese sentido, los peligros de una derrota estratégica son muy grandes, pues el gobierno y Fox están jugando en un esquema global que pretende trivializar las resistencias armadas y demostrar a sus aliados internacionales que México se ha recuperado ya de los errores y excesos del neoliberalismo priísta. Con esta estrategia, Fox vanguardiza el ajuste de cuentas contra los precursores incómodos del neoliberalismo latinoamericano (Menem, Salinas, Pinochet y Fujimori), que tanto hicieron por la globalización, pero que derramaron demasiada sangre, y sus patrocinadores imperiales no desean cargas.

El punto central es cuál será el contenido de la ley indígena que aprobará el Congreso y qué hará el EZLN con la fuerza que ha movilizado. De lo contrario pensaremos que qué bueno que vinieron, qué gusto tenerlos en la verdadera realidad, pero habrá que decirles también que si ése es el caso, llegaron tarde.

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