martes Ť 13 Ť marzo Ť 2001

José Blanco

Tiempo de innovar

Marcos centró su cantiga evocativa del Zócalo sobre dos puntos: la aprobación del proyecto de ley Cocopa, trayendo a la memoria de los escuchas los nombres acaso de todas las etnias del país --que clamarían por tal aprobación--, y el mensaje-juramento al gobierno de Fox de que él es gente de una sola palabra: se le debe considerar confiable. "Reveló" también su séptima clave: el poder del guerrillero se origina "en ustedes": novedosísimo.

En el segundo punto la congruencia política de Marcos brilla por su ausencia. El guerrillero cree que el gobierno debe dar "señales" concretas para ser digno de crédito, pero él mismo debe ser digno de crédito --faltaba más--, tan sólo por sus lindas alocuciones. Marcos debiera ser consciente de que algunas de sus afirmaciones van en sentido contrario a otras suyas, frente a sus interlocutores. No se puede sin más demandar confiabilidad cuando, por ejemplo, afirma rotundo que, frente al EZLN, es lo mismo un gobierno de derecha que de izquierda. Lo que de fondo eso quiere decir es: estoy contra el sistema. Es su asunto, por supuesto, tener la postura que le venga en gana frente al sistema. Pero como interlocutor político del gobierno, la confiabilidad padece: elevar a rango constitucional los derechos de los pueblos indios, firmar la paz, adquiere visos de coartada. Como coartada ha sido siempre la democracia para la izquierda revolucionaria.

No obstante todo ello, el gobierno (Ejecutivo y Legislativo) debiera permanecer anclado al objetivo fundamental: la incorporación plena de los pueblos indios a la sociedad global. Es un asunto de justicia social, en primer lugar; pero es también un asunto de potenciar en grado mucho mayor el desarrollo socioeconómico nacional general; es también dar solución a un problema político frente a sus interlocutores tal como éstos son. Y para ello es necesario avanzar resueltamente. De paso: ya es hora de que los empresarios profundicen seriamente en tales asuntos; el botipronto ideológico de los empresarios mexicanos ha sido por lo común bárbaramente miope. No contarán gran cosa en la construcción del futuro si no son capaces de ir más allá de sus intereses y adquirir una visión de nación, una visión que tiene en cuenta los intereses de todos.

El pasado 2 de diciembre el presidente Fox recibió "con alegría" las nuevas noticias de Marcos y el 3 aseguró que buscaría cumplir las tres demandas del EZLN para reanudar el diálogo. Probablemente después surgieron algunas dudas de confiabilidad respecto a Marcos y el gobierno decidió administrar el cumplimiento de esas demandas, esperando a su vez "señales" de parte de Marcos. Estas nunca llegaron más que en discursos: créanme, soy confiable. Fue apresurado haber contestado por la afirmativa y sin condiciones como lo hizo el gobierno, pero en este momento, tal como están las cosas, lo más conveniente políticamente es cumplirlas en el más breve plazo.

Los legisladores debieran tener presente que el único referente con viabilidad política de solucionar el conflicto es el proyecto de ley Cocopa. Las otras tres iniciativas que yacen en el Congreso no hacen ningún sentido en términos políticos. Ese proyecto, de otra parte, suscita dudas genuinas a diversas voces, entre ellas a algunos legisladores, respecto de su solidez real para sentar las bases del desarrollo real de los pueblos indios. Parece ya muy tarde este momento para intentar consensuar con el EZLN cambios significativos que mejoraran realmente esas bases. Los avatares ocurridos en relación con el proyecto, como era de esperarse, no han hecho sino reforzar enormemente el apoyo otorgado al mismo por las comunidades indígenas y por el EZLN. Cabe en todo caso dejar constancia, por los interesados, respecto de los mayores problemas advertidos en el proyecto, a efecto de que una evaluación en el futuro permita mejorar los posibles errores del mismo.

Para los indígenas, la autonomía no es sino el reconocimiento de su identidad cultural. Esta comprende diversos rasgos provenientes de su ascendencia histórica, entre ellos la lengua. La especificidad de la identidad de una comunidad indígena dada es absolutamente inexplicable sin el conjunto de los atributos y características del territorio que ha habitado por todos los años. La autonomía, por tanto, o incluye al territorio, o no hay tal reconocimiento de su identidad cultural. La negación inútil y contraproducente de la misma continuaría. Hacer compatible este asunto con el sistema político administrativo de estados y municipios, es el punto fundamental que debe resolver en corto plazo el Congreso. La negativa, apoyada en alegatos sobre técnica constitucional, está destinada al fracaso. En 1917 hubo tales alegatos y el constituyente hubo de innovar. Hoy es tiempo de innovar.