Ť La plancha del Zócalo, convertida en gran pista de slam
Zapatismo, rock y desmadre... la noche le cumplió a la banda
Ť La Maldita Vecindad puso a bailar a todos y Miguel Ríos se unió Ť El concierto, sobrado de organización y controles
ROSA ELVIRA VARGAS Y JAIME WHALEY
La banda sabía lo que quería. Y lo encontró: zapatismo, rock y desmadre. La plancha del Zócalo como una gigantesca pista de slam y miles de gargantas sumándose a las consignas por el EZLN que lanzaban los grupos musicales y muchas, muchísimas manos alzadas para distinguir y distinguirse. Pueden haber sido 60 mil o más y, en algún momento, La Maldita Vecindad puso a bailar a todos.
Y Miguel Ríos también unificó. En lo que tuvo que ser una brevísima intervención, el rockero español de hace algunos ayeres provocó una rechifla y una lluvia de objetos mil sobre el escenario, algunos de los cuales pudo esquivar y otros de plano terminó fildeándolos él mismo. Apenas una estrofa del Himno de la Alegría y la manifestación previa de que el domingo, por la entrada de los zapatistas al Zócalo había vivido uno de los días más felices de su vida y... adiós.
Este concierto "Zapata en el corazón'' fue sobrado de organización y controles.
Todas las avenidas que confluyen a la Plaza de la Constitución
fueron resguardadas por policías de la ciudad y vallas metálicas
y brigadistas de la paz que ayudaban franqueando el paso previa revisión
de bolsos, mochilas, itacates y demás enseres que la banda carga
para cualquier lado que se mueve. Y se decomisaron botellas, envases, palos,
latas y cualquier otra cosa que pudiera resultar de peligro. Eso sí,
con los chubis al parecer no estuvieron muy estrictos porque de
aquello claro que abundaba.
Ausentes, el sub y Joaquín Sabina
Se corrió el rumor desde por ahí de las dos de la tarde que el mismísimo sub Marcos estaría presente y no faltó radiodifusora que lo diera por confirmado. Y el programa incluía también a Joaquín Sabina. El primero no llegó y el segundo, canceló, según se dijo ahí, debido a un malestar gastrointestinal. Lo cierto es que ellos se la perdieron porque hubieran disfrutado de una energía juvenil desbordante, contagiosa. Una noche de esas que, incidentes aparte ?que sí los hubo, mas no graves? fueron hechas para el baile y las rolas de Santa Sabina y la prendidísima Rita Guerrero y su breve vestido escarlata de terciopelo.
Con ella, la cantante, las chavas de las primeras filas todas de procedencia ceceachera, seguían puntuales, sin perder una estrofa, una línea, las rolas La garra, Azul casi morado, La daga, Labios mojados, Canción para Luis y otras que para los neófitos del tema eran, paradójicamente, absolutamente inéditas salvo Sueño con serpientes, del maestro Silvio Rodríguez, con la que cerraron los sabinos.
Pero para entonces, ya la sangre ardía y la urgencia se manifestaba en la generalizada petición ¡Maldita, Maldita! Habían pasado muchas horas de que la banda aguardaba por ellos pero por supuesto no le habían hecho el feo a Panteón Rococó que abrió la tocada y con los que empezó el slam y el desmadre.
Por el lado derecho del templete instalado frente a la Catedral, la prensa vivía su propia odisea en la búsqueda inútil de hacer entender a los cientos de coordinadores que debían franquearles el paso. Ante oídos sordos de aquellos, chavos solidarios ?y abusadillos? dieron portazo y tiraron las mamparas de madera.
En la cúspide de una pirámide humana, una muchacha intentó alzarse con un estandarte zapatista, lo cual no hubiera tenido nada de particular si no fuera porque ella estaba totalmente desnuda. Resbaló y no cumplió con su cometido. Fugaz momento que para la mayoría ?no para las cámaras de televisión? pasó inadvertido.
Marisol y Carmelita, que fueron de las privilegiadas del portazo, se convirtieron en espontáneas asesoras de rolas. Mientras esquivaban a los rígidos coordinadores de seguridad, traían su propio slam e ilustraban: El circo, El patineto, Solín y de nuevo para los neófitos, sólo una reconocible, claro, en otra voz: Ya lo pasado, pasado, no me interesa...
Y luego, ya casi a la medianoche a pincel hasta el metro Bellas Artes, pues no había ninguno antes abierto para esa banda a la que la noche le cumplió: zapatismo, rock y desmadre .
Entre descalabrados y desmayados, 239 personas fueron atendidas anoche por los servicios de salud del Gobierno capitalino, durante el concierto de rock , mientras cuatro personas fueron detenidas al pretender saquear una tienda de ropa y dañar una patrulla.
De acuerdo con la SSP más de 35 mil personas, en su mayoría jóvenes acudieron a la Plaza de la Constitución, pero la Dirección General de Protección Civil indica que el número ascendió a 90 mil.
De los heridos, sólo cinco ameritaron ser trasladados a centros de salud y a hospitales, puesto que la mayoría de los asistentes que requirieron atención médica presentaban heridas y contusiones leves ocasionadas principalmente por el baile.
Al concluir el concierto ?después de las 22:30? fueron detenidos cuatros sujetos que con un cincel rompieron el cristal de una tienda de ropa y dañaron la patrulla 14019, por lo que fueron remitidos a la agencia cuarta del Ministerio Público.