LUNES Ť 12 Ť MARZO Ť 2001
JAZZ
Antonio Malacara
La Orkesta de los 13 Zalbajes
Entre la bastísima producción fonográfica de Germán Bringas resalta irremediablemente este nuevo proyecto La orkezta de loz 13 zalbajes; es el más grande en cuanto a los músicos participantes (por cierto que la orkezta no es de 13, sino de 17 zalbajez) y el más intenso por el poder de cohesión y comunicación entre todos los involucrados.
Ellos acaban de presentar un disco con booklet de madera, con olor a humo, con siete tracks que "encierran" la mágica autoridad de Germán Bringas en esto de las búsquedas y los encuentros en el macrocosmos de la libertad musical. Bringas es el director, pero cada uno de los músicos convocados pone su montaña de arena para complementar en la mejor de las formas el concepto.
Emociones no aparte, aquí encontramos piezas de monumental poderío (El barko de la muerte) o delicados ejercicios que atisban en el cercano oriente (Rajaf), donde la banda todavía tiene como invitado a Francisco Bringas en la tabla. Pero como el espacio de esta Jornada no nos deja improvisar todo lo que quisiéramos, preferimos detenernos en un solo track.
El segundo tema es interminable, se inició allá a finales de los años cuarenta del siglo pasado, en algún congal anónimo, donde cierto grupo todavía más pasado encontraba la forma más pura y antigua del sonido y la filtraban a través de la dinámica del jazz. Desde entonces, este ritual se ha ido repitiendo, es una pieza de ene movimientos que cada determinado tiempo es retomada y rebautizada por diferentes agrupaciones de todos los rincones del planeta.
La orkesta la presenta ahora con el título de Improzalvage. Aquí se van al extremo, la improvisación es absoluta, a ultranza, cayendo incluso en esa dejadez que muchas veces sirve como coladera para sacar del concierto a quien no deba estar ahí; los graznidos de los metales en este tipo de improvisaciones son casi casi arquetípicos, se sueltan la faja y soplan con la libertad de un eructo, las percusiones se aporrean, las cuerdas son jaladas sin recato, las voces gritan sus miedos y placeres, a nadie le interesa ni la armonía ni el contraste ni el encuentro, cada quien en su viaje, cada cual aprovechando sus dos minutos de egocentrismo colectivizado. Una rola que te orilla ya bien a una sabrosa catarsis, ya mal a maldecir tus oídos, pero después de su corta presencia no puedes permanecer impasible.
Ya lo comentábamos: mientras muchos todavía confunden la moda con la vanguardia, o creen que el acid jazz es lo nuevo en cuanto a propuestas sonoras, músicos como Germán Bringas nos entregan un muestrario de conceptos contemporáneos, hurgan en un aparente vacío que les nutre de nuevas imágenes, un "vacío" desde el cual este tecladista-saxofonista-trompetista de la colonia Portales estructura y desarrolla una música sin adjetivos, una música que dignifica el quehacer artístico mexicano alrededor del sonido y el silencio, de la improvisación que atraviesa sin sobresaltos la furia de un riachuelo para pernoctar en la tranquilidad de la próxima tormenta.
Es una suerte de encantamiento. Después de una sesión con la música de Germán Bringas, te queda un agradable sabor de boca y una irremediable sensación de libertad. Sabes que estuviste frente a ella (la libertad) y que ahora es parte de tí, aunque no quieras. Y feliz, cargas con la paradoja.
La orkesta la integran: Julio Ayala (guitarras acústica y eléctrica), Sergio Espinosa (guitarra y procesos), Ernesto Olvera López (guitarra y procesos), Francisco J. Palacios (guitarra acústica), Mauricio Sotelo (guitarra), J.C. Yanajara (bajo), Mariano Espinosa (bajo y procesos), Alejandro Vargas (ruidos), Alejandro González (sax alto), Adla Cano (flauta, clarinete y kalimba), Ramsés Luna (clarinete), Germán Bringas (sax tenor y trompeta), Jesús Domínguez (batería y percusiones), Eliceo Cervantes (batería), Héctor Torres (batería eléctrica), Víctor León (percusiones) y Mario de Vega (sampler). Salud.