LUNES Ť 12 Ť MARZO Ť 2001
Ť "Es como una panadería, donde hay de todo: conchas, panqués y pocas hojaldras"
A su máxima capacidad, Aguascalientes instalado en CU para albergar a simpatizantes del EZLN
Ť Originarios de varios estados e incluso de otros países arribaron a ese pequeño pueblito
KARINA AVILES
Muy tempranito, las calles Pedro Páramo, Utopía, Esperanza y La Realidad, que dan a la avenida Zapata, en la colonia Aguascalientes Espejo de Agua, en Ciudad Universitaria, ya registraban movimiento. Ahí no pasan los coches. Los pobladores atravesaban las calles con prisa; unos corrían a ganar las regaderas, otros un lugar en el comedor y unos más se apresuraban a vestirse, ya de plano sin bañarse. Todos tenían que irse pronto del pequeño pueblo para alcanzar aunque fuese un cacho de 20 centímetros en el Zócalo capitalino.
Sin lugar a dudas, el tránsito se localizó al final de la avenida principal de la colonia, en Zapata. El olor que salía de la cocina, como un hilo de humo, llamaba a los lugareños. No hay nada mejor que un buen café a las seis de la mañana. El desayuno también incluyó pan, arroz con leche, galletas de animalitos y, como en La Realidad y la realidad del país porque no hay para más, no podían faltar los frijoles.
Los comensales -la mayoría de ellos provenientes de Nuevo León, Sinaloa, Chihuahua, Veracruz, Zacatecas, Puebla, Durango, Tabasco, Coahuila, Guanajuato, Morelos y Yucatán, así como de Suecia, Italia y Estados Unidos- salieron de la cocina con el corazón contento, y no era para menos. En aquel pueblo, los cocineros no son improvisados. Tienen amplia experiencia, según dijeron, de las grandes cazuelas con comida que se hicieron durante la huelga estudiantil del 99. Incluso, por ahí había un par de "catadores oficiales": uno dedicado a probar los "verdes" y otro a comer los "rojos". Sin embargo, los tamales llegaron un poco tarde, ya cuando todos se habían ido.
Este pueblito al que le cayeron en un día (el sábado) 490 personas y ayer otras 400, más 200 de la Huasteca potosina y 100 que andan "sueltos" por ahí, entre ellos algunos franceses y españoles, fue construido por estudiantes de la UNAM de todos colores e ideologías -para ejemplificar, uno de sus arquitectos dice que es como en una panadería, en donde hay de todo: conchas, panqués, bísquets, banderillas y casi no hay hojaldras- para recibir a los acompañantes de la caravana del EZLN.
La avenida Zapata divide a las casitas que se ubican de un lado y del otro. El poblado tiene agua potable, pues hay un tinaco en el centro; para llevar la luz, se "colgaron" del Museo Universitario; 10 baños, y un número igual de regaderas que se ubican a unos cuantos metros de la Aguascalientes. También tiene servicios médicos las 24 horas del día, el apoyo de una ambulancia de la UNAM y el conecte para recurrir al Hospital de Xoco por "cualquier cosa" y un almacén donde guardan costales de arroz y de frijol.
Radio Sabotaje
También tiene una pequeña estación radial. Basta llegar al Callejón del Olvido para encontrarla. Se llama Radio Sabotaje y es operada desde hace varios meses por estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras, quienes por esta ocasión decidieron trasladar los aparatos -una computadora y equipo de sonido- a la Aguascalientes para transmitir desde ahí.
A las 10 de la mañana, el poblado se había quedado desierto. Y sólo se asomaban afuera de una de una de las casas, unos calzoncillos y un par de calcetines que se secaban bajo el sol. Todos estaban en el Zócalo, en donde las olas de miles de personas subían y bajaban de los cuatro puntos cardinales en espera de sentir a los zapatistas. Todos estaban en el Centro Histórico, a excepción de Yedra, de la comisión de enlace, quien se quedó en el poblado a recibir acopio de víveres, supervisar que todo fuera en orden y, de vez en vez, darle vuelta a los frijoles.
Pero la calma en la colonia Espejo de Agua sólo duró unas horas. Por la tarde-noche comenzaron a "caer y a caer más y más", a tal grado que el menú del desayuno de este lunes -tinga de pollo, arroz, frijoles y sopa- se dio de cena, además de la verdadera merienda que incluyó sopa aguada, frijoles y sardina. "Estamos a la máxima capacidad", dice Ariadna, y corre hacia la cocina para redoblar esfuerzos.