DOMINGO Ť 11 Ť MARZO Ť 2001
Ť La paraestatal decide liquidarlo porque considera que ''no está apto para laborar''
Pemex despide a un empleado del área de seguridad por ser portador del VIH/sida
Ť El médico de la empresa, luego de revisarlo, abrió sus ventanas y puso el ventilador a todo lo que daba
ANGELES CRUZ
Ernesto Pérez Tobías trabajó durante 17 años en el área de vigilancia de Pemex. En julio de 2000 supo que es portador del VIH/sida, y aunque su buena salud le permite continuar con su actividad normal, sus jefes decidieron ''liquidarlo'' y como una ''regalía'' pagarle la totalidad de su contrato temporal, pero no volver a renovarlo porque ''no está apto para laborar''.
En este tiempo -e igual que ocurre en la iniciativa privada- Ernesto ha sido víctima de discriminación por parte de los responsables de recursos humanos de la Unidad de Servicios de Protección y Seguridad, y de los médicos en diversos hospitales de la paraestatal. Al enterarse de que es seropositivo, el jefe de grupo en la planta de Gómez Palacio, Durango, un capitán de apellido Vázquez, se encargó de empacarle sus pertenencias y no permitirle el acceso a las instalaciones.
Los médicos ''me tratan bien, pero una vez olvidé hacer una pregunta al especialista y tuve que regresar al consultorio. El doctor había abierto las ventanas de par en par y tenía encendido el ventilador a todo lo que da... Ƒeso es discriminación, no?".
Algunos otros galenos en Pemex le confirmaron que tenían la ''orden superior'' de ''tronarlo''. Le dijeron: ''Nosotros también somos asalariados y aunque queramos, no podemos ayudarte''.
Para Ernesto lo peor es que ni siquiera se siente enfermo y está convencido de que se violan sus derechos humanos porque en octubre de 1999, y a consecuencia del VIH, tuvo tuberculosis. Durante ocho meses contó con incapacidad médica, pero al término del tratamiento -y ya recobrada su salud- los médicos dictaminaron que estaba apto para reincorporarse a su empleo. Y así ocurrió a partir del 10 de julio de 2000. Fue adscrito a la ciudad de Gómez Palacio, Durango.
En ese entonces, Ernesto desconocía que era portador del VIH/sida. Se enteró porque al poco tiempo le aparecieron ronchas en la piel. Hasta entonces los médicos de Pemex le practicaron la prueba de detección de sida. El dictamen se acompañó de la leyenda ''no apto. Debe continuar protocolo en su centro de adscripción''. A partir del 1o. de agosto de ese año, Ernesto fue enviado al servicio de Medicina Pericial del Hospital Regional de Reynosa, donde permaneció internado por 15 días para practicarle diversos estudios. Al final, el diagnóstico fue: ''No apto permanentemente para laborar''.
Por esos días su esposa Francisca cayó enferma y los médicos del Hospital Juárez de la ciudad de México detectaron que también estaba infectada.
Al salir del nosocomio, Ernesto ya no tuvo oportunidad de ingresar a las instalaciones de Pemex. El capitán Vázquez ya le había empacado sus pertenencias y le entregó una orden por escrito para que se presentara a las oficinas centrales de la paraestatal en la ciudad de México.
Ahí habló con Pablo Vázquez Cruz, del área de recursos humanos, quien informó a Ernesto que no estaba apto para trabajar, por lo que ''como una regalía'' Pemex le pagaría el salario por el tiempo que durase su contrato temporal. En diciembre pasado le pagaron su aguinaldo y el mismo funcionario le dio a firmar un documento, en el que Ernesto solicitaba ''voluntariamente'' su liquidación y seis meses de servicio médico, aunque en ningún lado se especificaba que es portador del VIH/sida.
Vázquez dijo que Pemex le estaba haciendo un favor y que lo aprovechara. Ernesto se negó a firmar el documento, porque consideró que puede continuar trabajando. No está enfermo y ahora también sabe que ser seropositivo no lo limita para realizar ninguna actividad, y menos aún si está bajo tratamiento médico.
Además, Ernesto es el único sostén de su familia. Tiene dos hijos, estudiantes universitarios. A partir de que el padre perdió el empleo, los jóvenes dejaron la escuela y tuvieron que conseguir empleo: la mayor, que estudiaba el octavo semestre de ingeniería industrial, trabaja en una tienda de autoservicio. El hijo menor cursaba el tercer semestre de ingeniería civil. Ahora es albañil.
Desde 1996, Ernesto firmó contratos temporales con Pemex, siempre para desempeñarse como agente en la Unidad de Servicios de Protección y Seguridad. El último tuvo una vigencia de seis meses, del 10 de julio de 2000 al 9 de enero de 2001. En las pláticas que sostuvo con Pablo Vázquez, le solicitó su reinstalación, o en su defecto, un par de empleos para sus hijos que les permitieran ser autosuficientes y poder continuar sus estudios. El funcionario de Pemex condicionó el apoyo a la firma del documento señalado, y ''recomendó'' a Ernesto que no iniciara ninguna acción judicial.