ANDANZAS
Billy Elliot, bailarín o mariquita
Colombia Moya
POCAS PRODUCCIONES HAN captado con tal fuerza, ternura y sutileza la inmensa problemática que plantea el florecimiento de una vida, de una criatura luminosa. La película, con el soberbio guión de Lee Hall y dirigida por Stephen Daldry, fue producida por la BBC Films y el Consejo para las Artes de Inglaterra, en una afortunada conjunción de talentos que han arribado a la creación de una obra verdaderamente impactante.
TODO ES IMPORTANTE: cada detalle, cada planteamiento
de las situaciones, nos va conduciendo a la estrujante realidad de la vida
de los obreros del carbón, apilados, mejor dicho formados en esos
barrios de trabajadores dentro de sus minúsculas casuchas, asfixiantes
y humillantes.
LA ESPERANZA ES casi imposible en uno de los países
más poderosos del mundo, especialistas en la educación opresora
de una sociedad egoísta y castrante, en la que la violencia y el
machismo son indispensables para sobrevivir. Y son los azares del destino
que hacen que Billy Elliot, un adorable muchachito de once años,
mientras su padre y su hermano, rudos trabajadores de las minas de carbón
al borde de la extinción, confrontan a un ejército de pulcros
y equipados policías en la huelga por sus derechos a la vida y el
alimento, cambie su clase de box por las de ballet. Esto sucede cuando
una criatura espléndida, la maestra de danza, interpretada por Julie
Walters, a quien se le ha permitido dar sus clases en el mismo gimnasio
de box, descubre en el muchachito, Jamie Bell (como actor), el talento,
el fuego y la pasión por la danza que esta peculiar criatura lleva
en el centro del alma. El parangón entre dos mundos tan diferentes,
el casi perfumado ballet, rosado y delicado, pulcro y educado, siempre
hecho para complacer a sus majestades y leales súbditos, con el
oscuro inframundo de las profundidades de la negra tierra, donde los obreros
son bajados apiñados como sardinas en un espantoso elevador, cuyo
sonido al cerrar sus puertas, metálico, duro e implacable, e iniciar
el descenso, es más que genialmente captado por el director para
mostrarnos, como en casi todas las escenas, el contexto de la vida en la
clase trabajadora en el otrora gran imperio colonialista de la Gran Bretaña,
hoy socio imprescindible de la banca y la guerra de quienes bien sabemos
intentan doblegar al mundo entero en provecho de su status of living.
BILLY ELLIOT, SU fragilidad y vulnerabilidad, así como su incontrolable pasión por el baile y la fuerza de su voluntad para defenderse de su padre y sus amigos, y el barrio entero, escandalizados todos ante el hijo "mariquita" de uno de sus más férreos huelguistas, así como por la ayuda importantísima de su maestra de ballet para que se presente a concursar por el ingreso a la sacratísima Royal Academy of Dancing en Londres, salir del hoyo, apostar por la esperanza, jugársela en el gran mundo, convierte a toda esta sufrida gente en sus aliados incondicionales para que Billy logre una oportunidad que merece.
Y LA MERECE porque más allá del planteamiento de la homosexualidad, está magistralmente logrado, por el coreógrafo Peter Darling, un encuentro genuino con la danza, su vertiginosa vitalidad y apasionada entrega.
BILLY ES UN bailarín natural maravilloso, es eso, y no importa si es hijo de mineros o fácil blanco de las preferencias sexuales de un mundo, como el del ballet, en el que los varones, al menos, son sospechosos de homosexualidad, aunque bien se aclara en la película que no todos los bailarines son mariquitas. Billy triunfa y rebasa la rasa superficie de su pueblo al final de la película a través de un alado salto como cisne macho que trasciende ya las fronteras de un mundo que promete dejar atrás los prejuicios y la asfixiante opresión que circunda el crecimiento de las criaturas nacidas en un medio difícil. Ejemplo que no difiere en mucho en la vida que llevaron los obreros de México, y los aspirantes a expresarse en la danza. Por favor, véala .