Ť El mánager está próximo a cumplir 81 años, pero aún forja campeones
No me gusta el boxeo, pero sí mi trabajo: Orteguita
Ť Lamenta que, sin excepción, sus pupilos brillantes se han ido sin darle ni cinco centavos
ABRIL DEL RIO
El próximo 24 de abril, Fidel Ortega Orteguita cumplirá 81 años de edad, pero la mitad de su vida ha sido preparador de púgiles, quienes en su gran mayoría sólo le han volteado la espalda cuando consiguen un triunfo importante. Ahora dice, con cierta resignación y coraje: "toda mi vida la he dado gratis, por pendejo".
En
un rincón del gimnasio Nuevo Jordán, donde guarda bajo llave
los arreos con los que enseña a sus alumnos, el maestro del cuadrilátero
dice que ahora se siente seguro de que su pupilo César Figueroa,
quien el sábado anterior se coronó monarca nacional de peso
pluma al vencer a Iván Feliciano, no sea tentado por las ofertas
que seguramente le van a llegar.
Hasta ahora, recuerda, en cuatro ocasiones se le han acercado promotores y managers para tratar de llevárselo, pero a todos les ha contestado que se siente a gusto con Orteguita, y por eso se ha mantenido a su lado.
"Ahora, lo que debe hacer es seguir escuchando los consejos que se le dan y si hace caso, seguramente será un campeón duradero", apunta.
Preparador de los campeones Rafael Tanquecito González, Mauricio Ortiz, Alfredo Castro y Romeo Anaya, entre otros, recuerda que hizo a varios de ellos desde que se iniciaron en el boxeo amateur, hasta que se coronaron campeones nacionales y mundiales, al menos en el último de los casos.
Sin embargo, señala que todos, sin excepción, se fueron sin darle nunca ni cinco centavos, seguros de que con su negocio de zapatos, que perdió por andar en el boxeo, no necesitaba de un sueldo extra.
"En los 40 años que tengo de preparar a la gente no tengo ni 40 centavos ahorrados", suelta sin pensarlo demasiado, y aunque ya no le gusta el boxeo, "simplemente sigo viniendo todos los días porque me gusta este ambiente, porque tengo confianza en la gente, pero sobre todo porque sé que habrá nuevos valores, como ahora Figueroa", puntualiza.
Sentado sobre un cajón de madera con hule espuma encima, acompaña cada palabra con lentos movimientos de su boca, con la cadencia que le impone cada recuerdo.
Narra que también fue mánager de Raúl Baby Juárez y de Ladislao Mijangos, quienes también emigraron sin darle ni siquiera las gracias, aunque tuvo el gusto de verlos como campeones nacionales. "Así es esto del boxeo", afirma sin pensarlo demasiado.
Con su 1.50 metros de estatura, su complexión gruesa y su sonrisa apenas perceptible, Fidel es acompañado diariamente al trabajo por su hija Guadalupe, quien se dedica a entrenar, aunque sin mayores aspiraciones.
El veterano preparador se abstiene de dar su opinión acerca del pugilismo actual y corta el asunto de los entrenadores que no tienen ni tres boxeadores, ya que no es su caso, y los demás deberán defenderse de las medidas que pretende adoptar la Comisión de Box Profesional del Distrito Federal, de retirarles la licencia.
Orteguita afirma enérgico que lo peor del boxeo es el desagradecimiento de muchos de los peleadores, sobre todo los suyos, pero lo mejor es ver cuando se coronan, porque sabe que su trabajo trascendió.
De esa forma observa que les dio lo mejor que tiene; sus conocimientos, pero insiste en que ya no le gusta el deporte, aunque dice que se mantendrá en el gimnasio hasta que pueda dar su último aliento para que haya gente ganadora.