MARTES Ť 6 Ť MARZO Ť 2001
La vida como videoclip
Fabrizio León
La transmisión del concierto masivo por la paz en Chiapas, organizado por Televisa y Tv Azteca, se oyó mal, pero la consepción de imagen tipo videoclip que tienen estas televisoras sobre los indígenas se difundió fuerte, tanto, que están autoconvencidos de que la realidad es como ellos la mandaron pintar.
Si consideramos la transmisión en cadena nacional, a mansalva, lo que ya no logran ni los informes presidenciales, más los canales internacionales que también difundieron la señal, el alarde de capacidad técnica fue un éxito y seguramente la celebración final de los organizadores fue relevante. Miles de trabajadores se esforzaron para hacer del mayor escenario en México, el estadio Azteca, la escenografía digital que tendría la mayor audiencia en los últimos años. Los créditos finales de este magno concierto, que aparecieron en la pantalla al concluir la transmisión, fueron generosos. Pero el sonido que llegó a las pantallas caseras fue de mala calidad. Lástima.
Al frente de la coordinación de producción estuvo Luis de Llano, tal vez el más experimentado organizador de festivales populares para televisión. Del Llano fue quien hace 30 años produjo el primer festival de rock importante en México, nada menos que en Avándaro, y ha creado, con gran facilidad, a todos los grupos musicales juveniles nacionales que posteriormente, con la misma facilidad han desaparecido.
Quienes siguieron el concierto por cadena nacional se percataron de la cantidad de canales en poder de una sola opción. Y aunque fueron dos televisoras, su visión estética para interpretar la realidad es muy similar. Con un elenco probado en la parte musical y con un alarde digital para controlar la iluminación y el sonido, podríamos decir que la técnica de la televisión mexicana es de vanguardia, pero en varios momentos, el sonido de la señal llegaba a los televisores mal ecualizada, se cortaba o se distorsionaba, lo cual no es cosa menor, ya que el concierto musical era tan importante como la edición de imágenes y el mensaje que se quería transmitir. Los camarógrafos dieron una lección de control del oficio, y la dirección de cámaras seguramente fue la parte más divertida de la producción.
Tal parece que a los organizadores poco les importó si el elenco musical gustaría o no, pues de todas formas no había otra opción en la programación, salvo en los canales 11 y 22, que por fortuna no se vieron inmiscuidos en este propósito masivo "por la paz".
Quienes han contratado Cablevisión o Multivisión, y no les importaba esta convocatoria por la unidad nacional, tuvieron la oportunidad de monitorear otros canales, cuando las canciones del grupo Jagu ares aburrían, o la cantaleta de Maná les hastiaba.
Por ejemplo, el canal 40 transmitió a las 21:00 horas un documental sobre la comunidad de Chenalhó, en la zona del conflicto chiapaneco, además de otro sobre un concierto super hippie, en los setenta, donde Jimmy Hendrix, The Who y otras lindezas se daban vuelo. Esta competencia hizo más divertida la transmisión y el esfuerzo por conseguir la paz, según ellos.
La paz Azteca según Televisa
Cuando el grupo Maná cantaba Hechicera, en el canal 40 un viejo brujo curandero era entrevistado y hablaba de su pobreza. Cuando Saúl Hernández, de Jaguares, hacía su mejor esfuerzo, en el otro canal Jimmy Hendrix daba cátedra. Mientras Javier Alatorre arrebataba la sonrisa a Joaquín López Dóriga, en el canal 40, Víctor Trujillo aleccionaba los humores de Ciro Gómez. Quienes no tenían la opción de ver la televisión por cable, se tuvieron que soplar la visión de videoclip que tienen Televisa y Tv Azteca de la realidad indígena o le apagaron.
Cientos de imágenes que muestran a los indios bajo una óptica antigua. Códices con artesanía, monumentos y pirámides con cielos estrellados. Barrocos colores que mimetizan a hermosas mujeres, producto del casting de la televisora del Ajusco.
Para ellos, la paz está en las alas de las palomas blancas. šAhš, cómo les gustan las palomas y sus ojos rojos. Seguramente no han leído la Süskind, porque ven en las palomas todo. Palomas por aquí y por allá. Muchas pinches palomas y atardeceres. Los eclipses que se convierten en bolas de fuego, y éstas se hacen juegos de pelotas que llegan a ser cabezas de viejos pensativos, indígenas que ven el futuro. Padres cariñosos que enseñan a leer. Animales exóticos con sonidos autóctonos al estilo de Tomita. Ojitos tristes con sonrisas colgate. Muchas sonrisas y bailables.
Paz en Chiapas, con disolvencias en cada corte técnico, mientras se preparaba el grupo musical alternante. Y al final del maratón musical, como cereza en el pastel, la reflexión de Zona Abierta sobre el tema de Chiapas. ƑCuál guerra?, se preguntaban los diputados y senadores.
Todos hablan de los indios, pero ellos no aparecen en ninguna parte. Para qué, si aquí estamos para interpretarlos y decir lo que quieren. Para eso está nuestra televisión, para opinar sobre lo que nunca creyeron y ahora les parece una buena idea para unirse y cantar a todos los vientos que este país ha cambiado.
Mucho alarde técnico, pero se oía mal. Por eso, muchos sectores de la sociedad no les creen ya, pero a ellos no les importa, porque su monólogo está autofinanciado, gracias a que el gobierno les da la concesión de la comunicación masiva de la realidad, según su propio sueño de videoclip.
Ya la realidad nos pondrá en la realidad. A lo mejor los indios son tan insoportables como nosotros, pero ellos no han llegado todavía, apenas andan por el estado de Michoacán.