MARTES Ť 6 Ť MARZO Ť 2001

Ť Reconocida con el Premio Planeta por su reciente novela Mientras vivimos

Plantear tramas y personajes sin interponerme, leitmotiv de mi literatura: Maruja Torres

Ť Vengo de las mujeres con un destino marcado y contra las que me rebelé, dice

Ť ''Por exceso de seriedad, quizá ahogaba el humor propio de mi ser''

torres-maruja Pasa por la ciudad de México y viajará en seguida a Guadalajara y Monterrey, luego regresa por breve tiempo y partirá a Caracas. Y así ha andado desde hace varios meses, luego de que obtuvo con su más reciente novela, Mientras vivimos, el Premio Planeta 2000. Ahora Maruja Torres, catalana, está aquí para acompañar la salida del volumen al mercado, un texto que en su bibliografía tiene el antecedente de Ceguera de amor, Un calor tan cercano, Amor América y Mujer en guerra, trabajos que van de la ficción al periodismo, del humor a la necesaria mesura.

Adolescente ''trascendental''

-ƑDe qué mujeres vienes, a cuáles vas?

-Vengo de mujeres de todo tipo. De las de mi familia, que tenían un destino marcado y contra las que me rebelé porque no quería ser desgraciada por el solo hecho de ser mujer. Cuando era pequeña se decía que la mejor suerte para una era casarse con un hombre que no golpeara a la esposa y que no se emborrachase. No había más perspectiva. Vengo también de las mujeres del cine de los años cincuenta, aquellas que me hubiera gustado seguir. Vengo de Carmen Kurtz, que ganó el Planeta en 1956, quien en aquel entonces tenía un consultorio sociológico, muy avanzado para la época. A ella le envié una carta sobre el tema de la emancipación femenina, la leyó y me invitó a escribir para el periódico La Prensa, en Barcelona. No era el mejor diario, tenía resabios franquistas, pero un periódico siempre ayuda en la formación para escribir.

-ƑManejabas el humor desde entonces?

-No, qué va. El humor tardó. Fui una niña solemne, triste, una adolescente ''trascendental", muy Ingmar Bergman y Sartre, marcadísima por el existencialismo francés. Ya veía, en todo caso, al cine como puerta de salida. Por eso comencé a trabajar en la revista Fotogramas. Ahí tuve una maestra magnífica que ahora es como mi hermana, Lisenda Nadal, que sencillamente me decía que escribiera. Pero cómo, le replicaba yo. Pues como hablas, me aclaraba ella. Hablamos de 1966 y poco más adelante. Esa era una publicación moderna y contracultural, pese al franquismo. A mí me correspondía hacer textos de humor, y me di cuenta que quizá por exceso de seriedad había estado ahogando el humor que había en mi personalidad. Fue entonces cuando Manuel Vázquez Montalbán me invitó a escribir para una nueva publicación de humor político. Me quedé de una pieza. Pensé que al escribir sólo cumplía con mis instrucciones, y no: estaba aprendiendo.

-Mientras vivimos, en sentido contrario, no tiene el humor de tus anteriores libros ni de tus artículos. Es una Maruja Torres casi desconocida.

-Quise desaparecer estilísticamente hablando en este libro. Para mí lo importante era contar la historia con el tono requerido. Si me pongo chispeante las cosas me son muy fáciles, pero no deseaba entretener al lector con divagaciones humorísticas ni líricas, sino hacer que la historia fuera transparente y se desarrollara con fluidez. Eso es lo que busco en literatura, plantear tramas y personajes sin interponerme.

Alejarse del dogmatismo

-ƑEn que se parecen la periodista que se inicia en La Prensa y la que consigue el premio Planeta?

-Desde el punto de vista estilístico, en nada. Era pomposa. He releído cosas mías de entonces y tenía todo el estilo típico de cuando se es muy joven. Escribía ''demasiado" bien, era ampulosa. Me parezco en que soy una persona que va hacia delante, en que mi lucha nunca ha estado terminada, siempre tengo curiosidad y deseos de avanzar. Pero claro, son muchos años de distancia. Por eso no soy similar en el dogmatismo que tenía en esa época. La vida me ha hecho más flexible, más tolerante en algunas cosas y más intolerante en otras. Ya sé lo que no tolero y no toleraré por mucho que cambie la situación. Hoy tengo más sentido del humor y al mismo tiempo más amargura. El mundo que tenemos ahora no me gusta.

-El caso es que era necesario mantenerte a raya de tu forma cotidiana de escribir para acercarte a los personajes de la novela.

-Lo detuve. Tenía inclinación a reírme de Regina, porque no me gusta cómo vive. Pero a un personaje hay que evolucionarlo, y si desde el inicio uno lo marca con sadismo, luego no podrá caminar solo. Hay un poco de chispa en las conversaciones de Regina con Blanca, pero eso está deliberadamente puesto para dar respiro a los momentos dramáticos. Después de la historia del personaje Teresa, que es difícil, se precisa de un poco de solaz para el lector.

Tener una casa de muñecas

-No sería la primera vez que en tus textos de ficción aparecen datos de autobiografía, Ƒlos hay aquí?

-Toda novela es autobiográfica. Cuando uno escribe le vienen ideas, señales, guiños que se me han quedado de las vivencias diarias y que ni siquiera sabe uno que están ahí. Luego, autobiográfico en cuanto a los hechos, bueno, el impulso de la personaje Judit, que quiere salir de su barrio, podría haber sido el mío. Sólo que en mi caso deseaba sobrevivir y no estancarme, mientras que ella se ve muy influida por el estilo de vida que mira en la televisión. En cuanto al personaje de Teresa, bien podría ser Carmen Kurtz, que a mí me enseñó mucho de lo que sé, pero es distinta del ser real que vivió hasta los 87 años, feliz con la existencia. En cuanto a Regina, espero que no exista, es un ser antipático, me costó darle humanidad. A mí me pasa lo opuesto: si voy a tomar un café trato de saberme la vida y milagros de todo el mundo, a diferencia de ella. Me tomo ese papel en plan de escritora y de periodista. Nada más lejano de mí que la forma de actuar de Regina. La que más soy, puestos a ver, es Teresa: cuando reflexiona sobre la literatura acepto que era yo quien lo hacía. Por ejemplo, cuando dice que hacer una novela es mantener una pasión, es porque así me estaba pasando.

-Con el premio y la aparición del libro habrá cambiado tu cotidianidad. ƑTu vida laboral y de escritora era así de ajetreada?

-El premio es una oportunidad única para aumentar lectores tanto en España como fuera de ella. Ahora sé qué novela quiero escribir, me limito a tomar notas sobre ella, pero hasta mediados de junio, cuando termina la feria del libro en Madrid, no podré pensar más que en lo hecho hasta ahora y en mis artículos puntuales. Por suerte el Planeta se concede cada año, así que el próximo ganador eclipsará mi premio y eso me permitirá trabajar en el nuevo libro, que implica un viaje a Oriente Medio. En cuanto al método estricto de escritura, te diría que cambio de habitación para ser periodista y para ser escritora. Es un método muy sencillo que retomé de Juan José Millás, quien dice que hacer una novela es como tener una casa de muñecas: sólo uno sabe lo que hay en ese mundo secreto y a él se entra para desarrollarlo y se sale para seguir con la vida de todos los días.