MARTES Ť 6 Ť MARZO Ť 2001 Ť

Ť Recepción multitudinaria a zapatistas en Zitácuaro, pese a campaña desinformativa

Fracasa la maniobra de caciques contra la caravana

JAIME AVILES ENVIADO

De Uruapan, Mich., a Toluca, Mex., 5 de marzo. A pesar de sus caciques y autoridades, que se levantaron temprano para impedirlo, Zitácuaro se desbordó este mediodía para recibir a los delegados del EZLN. La gente salió a esperarlos, apostada a la orilla de la carretera que viene de Morelia por la sierra de Mil Cumbres. Los grupos de simpatizantes formaron vallas en las banquetas, en las ventanas y en los techos de las casas, a lo largo de la avenida central, quizá porque no había ya un solo espacio libre en la glorieta donde los rebeldes fueron ovacionados.

La apoteosis de Orizaba (martes de la semana pasada) se repitió hoy en la última ciudad importante de la ruta por Michoacán. Niños, jóvenes, adultos, viejos, mujeres al por mayor, choferes de combis uniformados de amarillo, maestros frenéticos de entusiasmo, pero también, y sobre todo, muchos, muchos indígenas purépechas con flores y paliacates intervinieron en la fiesta. Después de la pausa del fin de semana en Nurio, la bola de nieve volvió a rodar y siguió creciendo y creciendo, como horas después lo veríamos en Toluca.

En torno del templete, al que únicamente subieron Marcos y los comandantes Tacho, David y Zebedeo, así como Fernando Yáñez, enlace del zapatismo con el Congreso de la Unión, había mantas cargadas de efusión y explosividad combativa: "šAquí no se raja nadie!", "šLos indígenas queremos ser mexicanos!", "šUnidad popular sí! šNo al gobierno neoliberal!", "šLos maestros con el EZLN!", y los gritos no se quedaban atrás, por ejemplo el siguiente:

-šGracias Marcos por despertar a Zitácuaro!

Patéticas triquiñuelas de un edil

A sólo tres días de su ingreso al territorio del Distrito Federal y a seis de su llegada al Zócalo, los 23 comandantes y el subcomandante fueron despedidos de Nurio con un agasajo; después, aunque no abrigaban muchas esperanzas, fueron sorprendidos por las multitudes que los acogieron en Morelia y luego se enfrentaron a la bellísima flora de Mil Cumbres, por un camino estrecho y desolado de cuyos cerros habían caído a la cinta asfáltica tremendas rocas al amanecer.

Pero mientras ellos desayunaban en Nurio, se alegraban en Morelia y probablemente se mareaban como sus miles de seguidores en las mil curvas de Mil Cumbres, en Zitácuaro se desarrollaba una sorda guerra planificada por los caciques del PRI -Ascención Orihuela, precandidato al gobierno de Michoacán, y Wilebaldo Carmona, comerciante y acaparador de tierras pertenecientes a los indios del rumbo- y ejecutada por el achichincle de ambos, Armando Ruiz Santana, el presidente municipal.

De acuerdo con testimonios entregados espontáneamente por algunos pobladores de Zitácuaro, Ruiz Santana se levantó más temprano que nadie y comenzó a llamar a las radiodifusoras locales para "recomendar" que la gente no saliera a la calle ni interrumpiera sus actividades cotidianas, porque "de última hora", dijo muchas veces, le habían comunicado que la caravana del EZLN no se detendría en la ciudad.

Ruiz Santana incluso se atrevió a decir que los zapatistas -en palabras de varios radioescuchas-, tal vez ni siquiera pasarían por Zitácuaro. En tono coloquial, el alcalde insistió en que "no valía la pena" perder el tiempo y exhortó a maestros y alumnos a observar su programa normal de clases, y a los trabajadores los animó "a echarle ganas" y a "hacer cosas de provecho".

El público que oyó sus patéticas triquiñuelas reaccionó de inmediato y se comunicó a las estaciones que tenían programas de teléfono abierto para contrarrestar la campaña de desorientación del edil. Y el resultado fue que, al filo de la una de la tarde, desde la entrada a la ciudad los simpatizantes del EZLN y los antipatizantes de Ruiz Santana comenzaron a congregarse en la vía pública y a levantar sus cartulinas con letreros de apoyo y bienvenida.

Cerca de la glorieta donde se llevaría a cabo el mitin, al ver el tamaño del gentío, personas no identificadas se dedicaron a distribuir sudaderas blancas con la leyenda "Di sí a la paz", que les fueron prontamente arrebatadas por las niñas y los niños del Centro de Estudios Tecnológicos Anahuac, mismos que se las pusieron antes de pintarrajearlas con nuevos mensajes de aliento y solidaridad para los zapatistas.

Cuando el autobús de los rebeldes llegó al pie del templete, la multitud se compactó para asimilar la presencia de los que venían corriendo tras el vehículo y, en ese clima de euforia colectiva, descendieron Tacho, David, Zebedeo, Marcos y Yáñez, en ese orden, pero sólo tomaron la palabra el dirigente tojolabal y el subcomandante. Breves en sus mensajes, ambos honraron la memoria de Zitácuaro, que fue quemada tres veces durante la guerra de Independencia, y exhortaron a todos sus vecinos a acompañarlos en su marcha al Distrito Federal.