Ť Sencillo y distinguido, recorrió 10 años de carrera
Sanz comenzó pisando fuerte su serie de conciertos en el Auditorio Nacional
FABIOLA MARTINEZ
Alejandro Sanz empezó, por cuarta vez, una ronda de presentaciones en el Auditorio Nacional, donde sin mucho aspaviento el madrileño demostró el éxito que se puede alcanzar con un peculiar estilo que combina aire flamenco, romántico y voz cortaita envuelta, eso sí, en la socorrida mercadotecnia.
Para estar en onda con la campaña por la paz, de
las televisoras, claro, Sanz felicitó varias veces a México
"porque es muy bonito ver a un pueblo unido por la paz, ¡vamos a
gozarlo!" y hasta interpretó una rola ad-hoc, el Himno
a la alegría, como la que más tarde se escucharía
en el Estadio Azteca.
El cantautor empezó pisando fuerte y con inmueble
atiborrado, en la primera de sus 10 presentaciones que dará en el
Auditorio; todavía con el sabor de las gaviotas de oro y plata que
hace unos días le otorgaron en el festival de Viña del Mar.
Después de cantarle a chilangos ?así dijo? se presentará
en Monterrey y Guadalajara.
Ya nada queda de aquel chavo que en 1991 llenaba a medias los lugares promocionando su disco Viviendo de prisa y la canción con la que más o menos se empezó a dar a conocer en nuestro país, Pisando fuerte. Tampoco queda nada de aquél que, con notoria timidez y su guitarra por delante, aguantaba el cotorreo de animadores, como el fallecido Paco Stanley.
Este sábado, bien seguro, se la aventó larga al interpretar en dos horas y media una veintena de canciones, incluidas las de su más reciente disco Alma al aire, y por supuesto, éxitos de otras producciones como Y si fuera ella, Si tú me miras, La fuerza del corazón o Amiga mía, que le han dejado ventas millonarias y los primeros lugares, lo mismo en España o Italia que en Argentina, Chile, México o Cuba.
Sanz complació el sábado a un público bien portado, el del aplauso, coros y gritos unísonos ante los primeros acordes de cada canción, que por cierto muchas se parecen y otras tantas apantallan con el comienzo de la más popular Corazón partío.
No faltó la megafan
Pero no faltó la chava, de las que se saben todas, pero todas las canciones de Sanz, que logró tomar la mano del español y como aprovechando el viaje le plantó un besote en la boca. Sinceramente aquél se dejó y respondió con una leve sonrisa; otras formaron corazones con los fluorescentes típicos del Auditorio, pero nada especial, público mexicano bien portado, cero desmayadas, espontáneas o brasieres disparados al escenario.
El cantautor, nacido en Madrid y con más que evidente origen andaluz, se hace aco mpañar de una buena banda en la que destaca Vicente Amigo, en la guitarra española; Lulo Pérez, en los metales; Lodovico Vagnone, en las guitarras, y Luca Jurman en los coros ya tradicionales de "ieee-ieee".
Sanz no es el típico galán y fortachón, más bien lo distingue la sencillez hasta en el vestir; ayer lució un ajustado pantalón negro y una camisa arremangada. Baila poco, acaso golpecitos y ademanes flamencos. Este sábado interpretó con su tradicional estilo garraspeadito, con tres pantallas gigantes de fondo y la presencia de familiares y amigos que viajaron desde España, parte de su repertorio producto de 10 años de carrera.
Casi al final del concierto aprovechó para echarse unos solos con guitarra y piano, y para interpretar sus tradicionales románticas: es tu piel con quien sueño en la noche..., y al final, el broche de oro: quién me va a entregar sus emociones, quién me va a pedir que nunca la abandone, quién me tapará esta noche si hace frío, quién me va a dejar el corazón partío, ritmos pegadores ¿quién dice no?