DOMINGO Ť 4 Ť MARZO Ť 2001

Angeles González Gamio

Ya está aquí

Ya está aquí, nuevamente como desde hace 17 años, el Festival del Centro Histórico de la ciudad de México. Este evento que dura prácticamente un mes, atrae a este lugar conflictivo y maravilloso, a cientos de personas que normalmente no ponen un pie en el sitio; además, parte de las ganancias se dedican a alguna restauración. Al igual que en los pasados festivales, se presentan varios espectáculos internacionales de gran calidad, que se celebrarán en los espacios más bellos.

La oferta es riquísima: hay ópera, música, danza, teatro, artes plásticas, gastronomía, conferencias y actividades para niños. La inauguración es el martes próximo en el imponente Palacio de Bellas Artes, con la ópera El maleficio de los jacintos, espectacular producción del Gran Teatro de Ginebra, institución que también produce La púrpura de la rosa, que fue la primera obra lírica del continente americano. El argumento, de Pedro Calderón de la Barca y Tomás de Torrejón, data de 1680. La música es la afirmación del mestizaje de las culturas del imperio español y de América Latina, tanto en el empleo de instrumentos como en la rítmica. El recinto sede para esta obra es el mismo palacio.

El museo Franz Mayer, que dirige espléndidamente Héctor Rivero Borrel, es otra de las soberbias edificaciones que alojarán diversos eventos, entre los que destaca el Shubert Ensemble of London, que va a interpretar a Mahler, Brahms y Bottesini, entre otros. El talento nacional no se queda atrás, con las voces de Encarnación Vázquez y Fernando del Castillo, quienes brindan un recital de canciones populares españolas de Manuel de Falla. Espléndida pareja forman el cello y el piano, instrumentos que manejan con maestría Yorick-Alexander Abel y Javier González Quintana, jóvenes talentosos que nos deleitarán con la música de Schumann, Prokofiev y Mario Lavista. Esto es una probadita, pues hay más, pero no quiero dejar de mencionar el bistro que funcionará en el hermoso patio, con café de la finca Santa Veracruz, para acompañar los churros de El Moro, pastel, pan danés y selectos bocadillos salados.

Esto es parte del encanto del festival, que da un importante espacio a la gastronomía, que va desde el tentempié como el mencionado, hasta lujosas cenas, como la barroca que se va a llevar a cabo en el Palacio de Bellas Artes, de la que no resisto mencionar el menú: barroca de salmón, crema de lentejas con langostino, gallinita rellena púrpura de la rosa, kirsch torte y perla de mazapán de almendra, todo rociado por buenos caldos de Domecq.

Resistiendo la tentación de ir a comer volvamos a los espectáculos; como ya es costumbre, va a haber varios eventos gratuitos en distintas plazas, comenzando por el Zócalo, en donde se podrá gozar con el Ballet Folklórico de Cuba- Camagüey, que se dará un mano a mano con el ballet folklórico Tepuztecatl, formado por jóvenes de Tepoztlán. Allí mismo se va a celebrar un concierto tecno, dentro de los eventos "nueva generación". Suena realmente electrizante: "Energía, éxtasis, delirio, experiencia de lo discontinuo, del no lugar, de lo abstracto que se concreta en el baile y en la unidad primordial del ritmo..."

Otro recinto de excepción del Centro Histórico, el antiguo Colegio de San Ildefonso, va a ser anfitrión de varios magnos eventos: el resonador pendular, extraña guitarra de seis cuerdas en diferentes espacios temporales, que toca Gonzalo Salazar, acompañado de una bailarina y otros músicos. En el mismo sitio, diferente día, cobijada por los soberbios murales de Orozco, la arpista turca Sirin Pancaroglu deleitará a los oyentes, con música de Bach y de Frescobaldi, entre otros. De la misma calidad serán las presentaciones del Quartteto D'archi di Roma y del Gustavo Bergalli Quintet.

En este lugar se podrá disfrutar asimismo de una extraordinaria exposición del artista colombiano Fernando Botero, dentro del área de artes plásticas del festival. Falta mucho, mucho que comentar, pero ya queda un espacio breve que sólo alcanza para mencionar el evento de clausura, que se va a efectuar en el Zócalo con un concierto luminográfico, de Jorge Orta, en el cual se pintará con luz la Catedral Metropolitana, en una monumental intervención sonora y luminográfica sin precedente en nuestro país.