DOMINGO Ť 4 Ť MARZO Ť 2001

Ť Acuden unas 100 mil personas al concierto de las televisoras

La paz no se firmará con unas decenas de canciones: Jaguares

Ť Desinterés a la reprentación de una ceremonia lacandona

ARTURO CRUZ BARCENAS

A las 21:15 de ayer, Saúl Hernández, vocalista de Jaguares, dijo a los más de cien mil asistentes al concierto Unidos por la paz, en el estadio Azteca, que ésta no se firmará con unas decenas de canciones, pero servirá para que en el ombligo del mundo se cree conciencia cívica "para respetar más a nuestros hermanos indígenas". Dedicó su cuarta interpretación de la noche, Detrás de los cerros, al EZLN, y afirmó, al abrir su primer turno de dos, que con este acto la sociedad retomó los medios de comunicación.

Antes de que comenzara el concierto, la reventa ofrecía boletos al por mayor, hasta en el doble del precio, para cualquier área. Alrededor del estadio, aprovechando el foro abierto por Televisa y Tv Azteca, decenas de organizaciones expresaron sus ideas sobre la paz por medio de volantes y altoparlantes.

Evangélicos señalaban que la verdadera paz está en Cristo y citaban las sagradas escrituras. Para la sociedad civil, la paz es cumplir los acuerdos de San Andrés, desmilitarizar las zonas indígenas (en Guadalupe Tepeyac, La Garrucha y Río Euseba), liberar a los presos zapatistas, reanudar el diálogo, cumplir lo que resulte de las cuatro mesas pendientes; precisaron que la marcha del EZLN es sólo un paso para alcanzarla; no hay paz sin justicia y dignidad.

Los cegeacheros expresaban su apoyo a Marcos y a la marcha zapatista; decían que recolectar firmas no es suficiente para acabar con la guerra en Chiapas, pero en realidad pocos los atendían.

En la pantalla, a las 21 horas, los nueve canales sincronizados transmitían los lugares comunes en torno de la paz: "šEscuchen la voz, el clamor del Azteca!", "un derrotado implicaría que todos seamos derrotados", decía Joaquín López Dóriga y asentía Javier Alatorre.

Cerca de 120 medios fueron acreditados y la señal se bajó en países como Nicaragua. En el estadio, los asistentes vieron sin interés una ceremonia religiosa lacandona representada por primera vez fuera de la selva. Ahí, el chamán Juan Martínez, acompañado de su hijo, prendió un fuego bajo la luz de la luna.

En los cortes de tv no hubo comerciales y se difundieron piezas prehispánicas. Pero la gente iba a un concierto de rock y se puso a cantar cual si estuviera en el Foro Sol.

A las 23:15, los de Fher subieron al escenario y cantaron Oye, mi amor, Falta amor, "para los indígenas de México". Después dedicaron Hechicera a "los presos políticos de Guerrero". De acuerdo con los organizadores, más de 100 millones de televidentes veían el espectáculo.

Ambos conjuntos reservaron lo mejor de su repertorio para el final, pero los chavos movían los brazos a un ritmo diferente al de la música en el aire. La palabra indígena se repitió en todas sus posibilidades de género, número y persona.

En espacios para la transmisión masiva, como Acapulco, Tijuana, Veracruz, Torreón, DF, las cámaras mostraban la respuesta al llamado de prender lo que sea, "para dar una luz de esperanza".

A las 23 horas, nadie sabía en qué consistirá la "sorpresa" que se anunció el pasado martes, pero se sabría cuando Maná cantara Corazón espinado.