JUEVES Ť 1Ɔ Ť MARZO Ť 2001
Julio Moguel
José Saramago y el zapatismo
José Saramago se encuentra nuevamente en nuestro país. ƑA qué vino? A presentar su última novela, La caverna, pero también a acompañar al EZLN en su visita a la ciudad de México. No habrá que sorprenderse: los sueños y pesares de los protagonistas de esta lucha no son muy diferentes de los que identifican la vida y afanes de los personajes de su libro, así unos sean del mundo de los indios y otros una familia de artesanos en vías de ser aniquilada o absorbida por una todopoderosa empresa comercial que somete alma, ciencia y cuerpo de los hombres.
Por respeto a los que aún no han leído la novela no revelaremos su sorprendente desenlace, pero sí diremos que también allí encontrará el lector desprejuiciado señales que lo harán pensar inevitablemente en algunos de los signos zapatistas.
ƑSe inspiró Saramago en el zapatismo para escribir su última novela? Tal vez sí o tal vez no, pero no es éste el punto. Digamos como hipótesis, en todo caso, que Saramago tejió su trama ficcional con los hilos de esa tela que, en todas partes, en todo el mundo, cubre --para hacerse ver-- los rostros de los otros, de los que no caben en la historia oficial ni en las crónicas sociales, los que apenas sobreviven en este espacio asfixiante de la modernidad neoliberal y que ahora, aquí o allá, buscan hacer oír de muchas formas su palabra. Ya antes, a finales de los setenta y principios de los ochenta, el escritor lusitano había construido su primera novela "de estilo Saramago" (con una puntuación particular, que separa las frases a partir de la forma en que éstas se dicen y se oyen, teniendo en cuenta "más la voz que dentro de la cabeza del lector dice que los ojos que simplemente ven"): Levantado del suelo, con personajes del color de la tierra que penaban como sombras en los latifundios del Alentejo, y que buscaron y encontraron su voz y fuerza propias cuando un día así lo decidieron. Dos años después de la aparición de este libro Saramago escribió otra "novela histórica extraordinaria (Memorial del convento), en la que los protagonistas principales son los miles de trabajadores que, en una época remota de la historia de Portugal, edificaron con su sangre, no pocos a cambio de su vida, los inmensos muros del convento de Mafra.
Pero no es sólo, ni fundamentalmente, la trama ficcional de La caverna (o de Levantado del suelo o Memorial del convento) la que puede llevar a descubrir los vínculos de identificación que José Saramago tiene desde hace tiempo con el zapatismo (y, sin duda, los que éste tiene con aquél). El Nobel de Literatura ha expresado en diferentes foros y distintos tiempos ideas muy similares a las que hoy por hoy definen o identifican el pensamiento zapatista, en por lo menos, cuatro puntos: a) La necesidad de entender la globalización en su doble alma o tendencia, a saber, la que lleva por un lado a la conformación "de gigantescos conjuntos económicos, estratégicamente concebidos y dotados de medios de captación y seducción de masas hasta hace pocos años inimaginables", y por otro, la que conduce a una nueva forma de fragmentación que cruza a las naciones y conlleva a otras maneras de sometimiento o subordinación; b) La necesidad de construir una nueva relación entre "el norte" y "el sur", de tal forma que multiplicadas balsas de piedra forjen un sólido puente atlántico y ultramarino; c) La necesidad de llevar adelante (en Europa, en México, en el mundo) una "insurrección ética", de cara a los nuevos procesos de dominación; d) La necesidad de enfrentar las nuevas vías de "totalización" y de "fragmentación" con una lucha universal, de hombres y mujeres justos que exijan y conquisten "el respeto por las naciones y la dignificación de todas las minorías étnicas, como medio de prevenir los nacionalismos xenófobos, reconociendo en cada pueblo su capacidad propia de ensanchar sus potencialidades creativas, naturalmente en diálogo con los otros pueblos, pero sin sujeciones de la misma especie".
Cuando José Saramago dice que él "es zapatista", no está entonces construyendo una simple metáfora ni una imagen publicitaria que pudiera venderse al por mayor. Está diciendo algo que parece ser esencial a su real entender y sentimientos.