JUEVES Ť 1Ɔ Ť MARZO Ť 2001
Ť Será en la Secundaria Técnica 69, primera que se edificó en un pueblo purépecha
Realizar el congreso del CNI en Nurío muestra la voluntad de construir desde la comunidad
Ť La escuela surgió a raíz de las movilizaciones contra el cierre del Internado Indígenade Paracho, y es una de las primeras al nivel nacional en ofrecer contenidos indígenas
EUGENIO BERMEJILLO
Cuando los miembros del Congreso Nacional Indígena (CNI) escogieron a Nurío como sede de su tercer congreso, pocos sabían algo de esta pequeña comunidad purépecha. Pero tenía muchos elementos a su favor: una comisión comunitaria se presentó a la asamblea del CNI con una propuesta cuidadosamente planeada. Juan Alejo, jefe de tenencia de Nurío, explicó, apoyado en diversos planos, las facilidades que ofrece la Escuela Secundaria Técnica (EST) 69 como sede. Además, el planteamiento estaba encabezado por uno de los miembros más persistentes del CNI, el tata k'eri Juan Chávez, comunero de escasas y pausadas palabras. Se veía que podían con el paquete.
Los anteriores congresos se habían realizado en el Distrito Federal, y hacerlo de nuevo en una ciudad sería más fácil, pero optar por una comunidad rural era una toma de posición. Se argumentó que esta decisión indicaba la voluntad de construir desde la comunidad. Nurío ganó rápidamente el consenso frente a su competidor más cercano en Oaxaca.
Una sede histórica
Para los michoacanos, el desarrollo de la Escuela Secundaria Técnica 69 de Nurío es bien conocido y tiene una importancia particular: fue la primera que se estableció en una comunidad del pueblo purépecha (también conocido como tarasco). Surgida en 1980 a consecuencia de una movilización de comuneros de varios pueblos de la meseta contra el cierre del Internado Indígena de Paracho, esta secundaria es una de las primeras a nivel nacional en ofrecer contenidos indígenas.
"La secundaria 69 es histórica para la región", declara Melesio Zacarías, representante de bienes comunales de Nurío, quien le quitó unos minutos a los preparativos contra reloj del congreso del CNI para contestar a las preguntas de La Jornada.
"No se nos dio tan fácil. Tuvimos muchos problemas para conseguir el permiso y dar las faenas. La comunidad puso 12 hectáreas con bosque y terreno de siembras para que los muchachos salgan más superados en los trabajos de agricultura. El internado lo construyó la comunidad con faenas. No queremos que se enseñen nomás cosas de la ciudad. Queremos aprender costumbres y más que nada que no se pierda lo social: hacer las cosas juntos y saber las cosas juntos."
El programa de la EST 69 se diseñó para solucionar los problemas que enfrenta la educación indígena. Se trataba de arraigar a los estudiantes, capacitándolos en los problemas específicos de la región, involucrar a los viejos en la enseñanza e incluir en el proyecto a todas las comunidades de la zona.
En 1982 padres de familia y maestros presionaron hasta que se cambió la clase de inglés por una de lengua purhé. Para esto hubo que enfrentar a la Secretaría de Educación Pública, que consideró que esto crearía un peligroso precedente. Su temor resultó "fundado", desde entonces varias secundarias de la meseta siguieron el ejemplo y pidieron su maestro de purhé.
Si alguien duda de lo que costó la escuela, sólo tiene que hojear el voluminoso expediente que conserva Juan Chávez con actas de asamblea y documentos de los más diversos trámites ante la SEP. "Las faenas se hacían cada lunes para la secundaria. Así hemos levantado muchas cosas. Primero empieza la comunidad con dinero y mano de obra, ya después pedimos apoyo, porque por ley es responsabilidad del gobierno apoyar a los muchachos", declaró Melesio Zacarías.
Reconciliación, tema fundamental
Nurío es para los indígenas purépechas un caso muy importante en el tema de la reconciliación. El conflicto por límites de tierras entre las comunidades de la Meseta Purépecha ha sido sangriento. Se calcula que entre 1954 y 1992 ha habido unas doscientas muertes por esta causa.
Particularmente violenta fue la lucha de Nurío contra Cocucho. Abundio Marcos, maestro y dirigente de una de las corrientes de Nación Purhépecha, comenta: "En este conflicto la intervención de la Secretaría de la Reforma Agraria no sirvió. Fue hasta que las comunidades dialogaron, sin interferencia o intervención de las instituciones gubernamentales, que se llegó a un acuerdo".
En el libro La comunidad purhépecha es nuestra fuerza, Günther Dietz relata cómo a mediados de los ochenta un grupo de autoridades de las comunidades enfrentadas se empezaron a reunir esporádicamente y dejaron pendiente la discusión del embrollo agrario -basada en documentos instrumentados de mala fe-, para centrarse en el aprovechamiento de los recursos que compartían las comunidades, la comercialización y los programas de reforestación. El asunto del agua potable, escasa en toda la región, adquirió especial importancia. Aquí el problema de fondo era que la cabecera municipal mestiza se apropiaba inequitativamente del agua extraída de pozos en terrenos comunales.